Los cuadros comparativos
Los cuadros
comparativos son una herramienta o técnica de enseñanza-aprendizaje muy útil
para visualizar en un golpe de vista las semejanzas y/o diferencias entre dos o
más datos, hechos, épocas o situaciones. Permite la organización y
sistematización de la información a comprender, constituyéndose en una
estrategia importante para el aprendizaje significativo.
Puede tratarse de
aspectos de un mismo tema, como comparar los dos períodos del Renacimiento, o
dos temas diferentes, pero relacionados, como la comparación entre los pueblos
más avanzados de la América Precolombina.
Son gráficos fáciles
de construir, donde se colocan en columnas, los datos, épocas o hechos que se
quieren comparar; y en filas, los aspectos que se tomarán en cuenta para el
cotejo; o a la inversa, como se muestra en la ilustración. Las explicaciones
deben ser muy breves.
Los alumnos deben
hacerlos como modo de repaso, al final la lectura comprensiva del tema; o
partir para el aprendizaje, de algún cuadro aportado por el profesor, y sobre
esa base, ampliar el tema, para luego volver al cuadro con la finalidad de
repaso, ya que se corre el riesgo de que al estudiar solo el cuadro, no se
entienda en profundidad el tema.
Es en definitiva una
síntesis gráfica, a efectos de fijar en forma relacional y comprensivamente el
objeto a estudiar, y que se incorpore en la estructura cognitiva relacionándose
con las ideas previas; pero que requiere de un análisis, pues si solo se toma
el cuadro comparativo aportado por otro, suele estudiárselo por repetición
memorística.
El docente puede
utilizar el cuadro, para ir armándolo mientras explica; o a modo de síntesis, y
como cierre de su exposición. También puede proponer a sus alumnos, luego de la
explicación, o de la investigación de los temas, que elaboren el cuadro
comparativo, dándoles algunos aspectos a comparar, o algunos datos ya
comparados, o de alguno de los temas, y dejando en blanco algunos aspectos para
completar, a fin de que vayan habituándose con la técnica.
Rómulo Gallegos
Nace en Caracas el
2.8.1884, Muere en Caracas el 7.4.1969.
Escritor, educador,
político y Presidente de la República (febrero-noviembre 1948), quizás con
Rómulo Gallegos se frustró de nuevo la experiencia de tener al frente del país
a un hombre de alta talla intelectual. En tal sentido, con Gallegos se puede
decir que se repitió lo acontecido con el doctor José María Vargas, quien
siendo presidente y uno de los personajes más preparados de su tiempo, fue
derrocado el 14 de julio de 1848 por el movimiento liderado por Santiago Mariño
denominado como la "Revolución de las Reformas". Fueron sus padres
Rómulo Gallegos Osío y Rita Freire Guruceaga. En 1894 ingresó al Seminario
Metropolitano con la finalidad de comenzar su educación primaria, no obstante,
la muerte de su madre acaecida el 13 de marzo de 1896 y la necesidad de ayudar
a su padre a sostener su hogar, le obligan a abandonar dicha institución. La
educación primaria finalmente la culmina entre 1898 y 1901, en el colegio
Sucre. Posteriormente, en 1904 recibe el título de bachiller. En ese mismo año,
se inscribe en la Universidad Caracas para cursar la carrera de leyes, la que
abandona en 1905 por haber encontrado su verdadera pasión: la escritura. En tal
sentido, ya desde 1903 Gallegos había comenzado lo que sería una larga y
fructífera carrera como escritor, al redactar junto a F.S. Bermúdez, el
semanario El Arco Iris; en el que además publicó lo que fue uno de sus primeros
ensayos, titulado: “Lo que somos". Cuando el 31 de enero de 1909 aparece
el primer número de la revista La Alborada, de la cual es uno de los
redactores, publica el artículo "Hombres y principios", siendo en
esta publicación donde Gallegos escribió algunos de sus ensayos más conocidos.
En enero de 1912 fue
designado director del Colegio Federal de Varones de Barcelona, ciudad desde
donde se casa por poder (15.4.1912) con su novia Teotiste Arocha Egui,
ceremonia que se realizó en el Valle (Caracas). El 4 de junio del mismo año
muere su padre, por lo que decide regresar a la capital, donde es nombrado
subdirector del Colegio Federal de Caracas, el cual sería más tarde liceo
Caracas (hoy liceo Andrés Bello). En esta institución permanece hasta 1918,
fecha en que pasa a la Escuela Normal, volviendo como director al ya liceo Caracas
(1922-1930). Durante esta segunda estadía en dicha institución, conoció a
muchos de los que 20 años después le instarían a encabezar la fundación de
Acción Democrática (1939). Entre los personajes que pasaron por las aulas del
liceo Caracas se encontraban entre otros: Raúl Leoni, Rómulo Betancourt, Jóvito
Villalba, Armando Zuloaga Blanco, Miguel Otero Silva y Edmundo Fernández.
En 1920, contando con
apenas 36 años, es publicada su primera novela El Último Solar, que en 1930
sería reeditada con ciertas alteraciones bajo el nombre de Reinaldo Solar. Se
puede decir que a partir de la publicación de esta primera obra, la carrera
literaria de Gallegos empezó a cobrar fuerza y a afianzarse progresivamente. En
tal sentido, en 1929 durante un viaje a Europa experimenta el éxito de la que
es considerada su novela más importante Doña Bárbara, lo que además coincidió
con una oferta de Juan Vicente Gómez para ocupar un puesto en su gobierno y con
la enfermedad de su esposa Teotiste. Asimismo en Barcelona (España), concluyó 2
de sus obras magnas: Cantaclaro (1934) y Canaima (1935). Después de la muerte
de Gómez (17.12.1935) regresó a Venezuela, iniciando junto a muchos de sus
antiguos alumnos, una carrera política que lo llevaría a la Presidencia de la
República en 1948. Estudiosos de su vida y obra señalan que el momento en que
Gallegos se inserta en el mundo de la política coincide-debido al descuido de
su trabajo narrativo por la militancia política-con un declive en el vigor
creativo de su obra. Es por esto que aunque publicó algunos libros durante este
tiempo, ninguno igualó a la trilogía compuesta por Doña Bárbara, Canaima y
Cantaclaro. Como ejemplo de esta situación, tenemos dos trabajos suyos de este
período: Pobre Negro (1937) y El Forastero (1942). El primero, según muchos
críticos literarios marca el inicio del declive de su capacidad creativa, al
tratarse de una novela de desigual narrativa acerca de los sucesos de la Guerra
Federal. En el caso del segundo, se trata de un libro rehecho en base a una
obra anterior, escrita en 1921, y que en todo caso resultó ser inferior.
Con relación a su
carrera política y administrativa, tenemos que Gallegos fue nombrado durante el
gobierno de Eleazar López Contreras, ministro de Instrucción Pública en marzo
de 1937, cargo al que renunció en junio de ese mismo año. En junio de 1937 fue
electo diputado al Congreso Nacional en representación del Distrito Federal
(1937-1940). Luego ejerce la presidencia del Consejo Municipal del Distrito
Federal entre los años 1940-1941. En este último año es lanzado como candidato
presidencial en la campaña electoral que llevará a la presidencia al general
Isais Medina Angarita. Posteriormente, el partido Acción Democrática (AD), del
cual figura como miembro fundador, lo postula como candidato a la presidencia
en 1947, siendo electo Presidente Constitucional de la República, el 14 de
diciembre de ese año.
El 24 de noviembre de
1948, como consecuencia entre otras cosas al sectarismo político que
caracterizó al llamado "trienio adeco", y a su renuencia a acceder a
las exigencias de las Fuerzas Armadas-representadas por Marcos Pérez Jiménez,
Carlos Delgado Chalbaud y Luis Llovera Páez -que consistían fundamentalmente en
la expulsión de Rómulo Betancourt del país y al cambio de su gabinete (formado en
su mayoría por adecos), fue derrocado Rómulo Gallegos exiliándose en México.
Durante su exilio en este país, muere su esposa en Ciudad de México, el 7 de
septiembre de 1950.
Premio Nacional de
Literatura (1957-1958), elegido por unanimidad como individuo de número de la
Academia Venezolana de la Lengua (1958), Rómulo Gallegos ha sido reconocido
como uno de los principales escritores del país. Como muestra de este
reconocimiento se creó en 1965 el Premio Internacional de Novela Rómulo
Gallegos-uno de los más prestigiosos de Latinoamérica-y en 1972, se fundó en
Caracas el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG).
Ricardo Güiraldes
(Buenos Aires, 1866 -
París, 1927) Narrador argentino, uno de los mayores exponentes
hispanoamericanos de la novela autóctona, con su obra maestra Don Segundo
Sombra (1926). Nació en el seno de una adinerada familia que en 1887 se
trasladó a París. Puede decirse que se educó en francés y el castellano fue su
segunda lengua. Los Güiraldes regresaron a Buenos Aires y alternaron su
residencia en la ciudad con largos períodos en su estancia de San Antonio de
Areco.
Sin duda en ese
período el joven Ricardo se impregnó de imágenes de la tierra y figuras de
hombres de campo, a la par que comenzó a sentir la vocación de escritor. En
1904 acabó el bachillerato e ingresó en la facultad de arquitectura; pasó luego
a estudiar derecho, pero finalmente abandonó la universidad y marchó a París.
Este viaje fue
fundamental en su vida: comenzó a preocuparse por la ética y la metafísica, a
la vez que se vinculaba con pintores, músicos y escritores. Realizó un periplo
por diversos países europeos y Oriente; regresó a París, decidido ya a ser
escritor, y más tarde a Buenos Aires.
Hacia 1912
frecuentaba un grupo que reunía a artistas y escritores de las clases altas,
donde conoció a Adelina del Carril, con quien se casó un año más tarde.
En 1915 decidió
publicar lo que tenía escrito: El cencerro de cristal, poesía, y Cuentos de
muerte y sangre, relatos al estilo de H. Quiroga, por cuya mediación algunos
aparecieron en Caras y Caretas. La crítica no recibió bien ni a uno ni a otro
libro y Güiraldes, decepcionado, emprendió un nuevo viaje, esta vez a las
Antillas, que le proporcionó material para una novela, Xaimaca (1923), que
obtuvo parecida respuesta. A ésta siguieron Raucho (1917), con elementos
autobiográficos, y Un idilio de estación (1918), publicada luego con el título
de Rosaura.
Al finalizar la
Primera Guerra Mundial Güiraldes regresó a París, donde escribió los primeros capítulos
de Don Segundo Sombra, en cuya redacción trabajó los años siguientes. Atraído
por la teosofía y el esoterismo, estas disciplinas le inspiraron los Poemas
místicos, Poemas solitarios y El sendero (todos publicados póstumamente por su
viuda). De regreso a su país natal se vinculó a los jóvenes vanguardistas,
participó en la dirección de Proa y colaboró con Martín Fierro y Valoraciones.
Tras los fracasos
anteriores, el autor encontró su voz definitiva en Don Segundo Sombra (1926),
que obtuvo un éxito inmediato. Con prosa cuidada, la novela narra en primera
persona la historia del joven Fabio Cáceres, quien encuentra en el arriero
Segundo Ramírez Sombra al maestro que le permite convertirse en hombre. Don
Segundo Sombra es una novela de aprendizaje en la que se narran las vicisitudes
de la vida del campo y las particularidades de ese ámbito rural amenazado de
extinción por la expansión del progreso. De ahí su fuerte tono elegíaco, a
través del que se configuran una mirada melancólica respecto al pasado y una
decidida apuesta de rescate de unos valores que se proponen como
intrínsecamente argentinos.
La prosa de Güiraldes
tiene una notoria tendencia al registro poético. De esta manera, Don Segundo
Sombra, al tiempo que queda marcada por la sensibilidad de su tiempo, se liga a
una tradición de la literatura gauchesca, que determina también la elección del
narrador en primera persona, con la consiguiente visión desde la conciencia de
un paisano resero, representante de ese mundo que encuentra grandes dificultades
para hacerse un lugar dentro de la vida moderna.
La novela presenta
variados cuadros de ambiente con excelentes descripciones de carácter
criollista y regionalista, amenizadas con detenidas observaciones acerca de la
vida y las faenas campestres. La narración central está interpolada por relatos
breves, como el cuento de Miseria o el del paisanito Dolores, extraídos del
repertorio popular y muy conocidos por entonces entre los habitantes de la
campaña.
Güiraldes dedicó
varios años a la composición de esta novela: comenzó a escribirla en París en
1920 y la concluyó en Argentina años después, cuando el panorama literario
porteño estaba ya dominado por las propuestas de vanguardia. Los poetas
aglutinados en torno a las revistas Martín Fierro y Proa se contaron entre sus
primeros lectores y fueron también quienes dedicaron elogios y reconocimientos
que borraron definitivamente el estigma del "fracaso" asociado a la
figura de Güiraldes, consecuencia de la casi nula aceptación crítica de sus
primeras obras.
José Eustasio Rivera
(Rivera, 1888 - Nueva
York, 1928) Escritor colombiano autor de la novela La vorágine (1924),
considerada un clásico de la literatura hispanoamericana. Hasta la llegada de
La vorágine, la literatura colombiana sólo tenía en la María de Jorge Isaacs
(1867) una obra de indiscutible altura universal. Rivera logró en esta
narración desembarazar la novela nacional del localismo detallista propio del
costumbrismo y, con original expresión, supo plasmar a través de la tragedia de
Arturo Cova la enconada lucha del hombre con la naturaleza.
José Eustasio Rivera
nació en el pequeño pueblo de San Mateo, hoy Rivera (Huila), el 19 de febrero
de 1888, en el seno de una familia dedicada a las labores del campo y con
aguerridos antepasados huilenses; su padre, don Eustasio Rivera, era hermano de
los generales conservadores Pedro, Napoleón y Toribio Rivera, quienes
desempeñaron importantes cargos en la administración, el Congreso y el campo
educativo. Casado con Catalina Salas, el matrimonio tuvo once hijos.
Rivera hizo sus
primeros estudios en Neiva, primero en el colegio de Santa Librada y
posteriormente en el de San Luis Gonzaga, mostrando tempranamente su
inclinación por las letras. Influido por las corrientes románticas y
modernistas, ya desde sus primeros poemas reveló su inquietud por la
naturaleza. Dice en "Gloria", por ejemplo: "yo llevo el cielo en
mí..." o "yo llevo la cascada que en oscura selva se rompe; y he
amoldado a mi cráneo la llanura y se ha encerrado en él la cordillera".
A través de su
identificación con la geografía nacional, José Eustasio Rivera logró una poesía
llena de emoción, sin pertenecer a los movimientos de su época como los Nuevos,
ni a la acartonada generación centenarista. Otros de estos poemas escritos
entre 1906 y 1909 son "Tocando diana", "En el ara",
"Dúo de flautas", "Triste", "Aurora boreal" y
"Diva, la virgen muerta". La visión de la naturaleza le sirvió para
interpretar y fortalecer su propia personalidad. Pero no se quedaría en la mera
descripción del entorno, sino que, tanto en esta primera obra como en poesías
posteriores y en su prosa, expresó su sentido trágico de la existencia humana,
de lo fugaz y limitado de la vida.
En 1906 viajó a
Bogotá para ingresar, becado, en la Escuela Normal. Tres años más tarde se desempeñó
como inspector escolar. En los Juegos Florales de Tunja, en los que se
conmemoraba el centenario del grito de Independencia, Rivera obtuvo el segundo
lugar con poemas de corte épico, muy influidos por la poética de Miguel Antonio
Caro: "Oda a España" fue publicada en septiembre de 1910 por El
Tropical de Ibagué. Regresó a Bogotá donde, para mantenerse, trabajó en el
Ministerio de Gobierno, mientras estudiaba en la Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas de la Universidad Nacional, graduándose en 1917 con la tesis
Liquidación de las herencias. De ese entonces data su drama teatral Juan Gil.
Pocos meses después de egresado, le fue ofrecida desde Neiva una curul en la
Cámara de Representantes, que Rivera aceptó. Pronto, un telegrama del obispo de
Garzón, Esteban Rojas, pidiéndole la renuncia "por el bien de la unidad
católica", hizo que el escritor exclamara: "Me barrieron de un
sotanazo".
El primer contacto de
José Eustasio Rivera con los Llanos Orientales tuvo lugar en enero de 1916. El
segundo fue en abril de 1918, cuando, en función de su profesión de abogado,
viajó en bongó por el río Meta hasta la hacienda Mata de Palma, estadía que
duró hasta el mes de febrero de 1920 y durante la que hizo amistad con Luis
Franco Zapata, figura clave en la génesis de La vorágine. En 1912 Luis Franco
Zapata se había escapado con Alicia Hernández Carranza desde Bogotá, donde ella
trabajaba como empleada de una tienda. Juntos llegaron al fondo de la Amazonia,
entre Colombia y Venezuela, y se instalaron en las caucherías del Brazo
Casiquiare, cerca de Brasil.
En 1918, en Orocué,
Luis Franco Zapata le contó todas sus historias a Rivera, desde las más íntimas
hasta las de índole social, sin excluir las mitológicas, las de aventuras y las
de sangre. "La mayor parte de los personajes de La vorágine (afirma Isaías
Peña Gutiérrez) surgieron de los relatos de Luis Franco Zapata, incluidos los
nombres, que poco variaron." Cerca de Orocué, Rivera tuvo un segundo
ataque de cefalea que se repitió en Sogamoso en 1919 y, de regreso a Orocué,
sufrió las fiebres del paludismo, que le curaron Luis Franco y Alicia.
De nuevo en Bogotá,
Rivera participó en la tertulia del Olimpito, que solía reunirse en los cafés
Windsor o Inglés; asistían jóvenes poetas como Rafael Maya o Luis Rosales, e intelectuales
como Luis López de Mesa. Gran amigo de Rivera fue el poeta Miguel Rasch Isla, y
simultáneamente con él puso José Eustasio en las librerías su primer libro,
Tierra de promisión (1921). Compuesto por 55 sonetos y dividido en tres partes
(la selva, las cumbres y el llano), de este poemario dijo Juan Lozano y Lozano
al mes siguiente de su publicación: "Son versos perfectos de salvaje
realeza. Allí está íntegra, pero idealizada, nuestra pampa aborigen, desfile
lujurioso, violento, que se engarza en sonetos espléndidos, como perla en
oro".
En marzo de ese mismo
año, durante una excursión emprendida con el poeta Alberto Ángel Montoya, cerca
de Purificación, Rivera sufrió otro serio ataque, acompañado de convulsiones y
delirios; fue atendido por el doctor José María Lombana Barreneche y tras una
recuperación de dos meses en Neiva regresó a Bogotá. El 4 de julio, encabezando
con Antonio Gómez Restrepo una delegación diplomática, partió hacia Perú y
México. Con motivo de la celebración de los centenarios de la independencia de
los dos países, Rivera entró en contacto con los escritores Amado Nervo, Manuel
Gutiérrez Nájera y Juan de Dios Peza, entre otros. Para El Mundial de Lima,
José Eustasio Rivera concedió una polémica entrevista que lo llevó a una fuerte
controversia con el gran poeta Eduardo Castillo.
En febrero de 1922
falleció el padre de Rivera, a la edad de 74 años. Nombrado secretario de la
comisión limítrofe Colombiano-Venezolana, José Eustasio partió con la comisión
en septiembre de 1922, rumbo a Girardot. Siguiendo la ruta río Magdalena abajo,
pasaron por Barranquilla y se adentraron por Venezuela; por el Orinoco llegaron
hasta Ciudad Bolívar y a Caicara a finales de octubre. La falta de apoyo del
gobierno impulsó a Rivera a abandonar la comisión y a proseguir el viaje por su
cuenta.
Rivera llegó a San
Fernando de Atabapo en diciembre, y en Orocué se encontró con Melitón Escobar,
antiguo compañero de comisión, a la que se integró de nuevo y con la que
continuó su viaje por Yavita, Maroa y Victorino, en plena selva. Sin mapas, sin
ni siquiera medios rudimentarios, trazaron los límites, con la ayuda de los
ingenieros suizos que los acompañaban. Según las notas de viaje del doctor
venezolano Ramón Ignacio Méndez, "fue en los largos y tediosos días de la
permanencia de Yavita que José Eustasio Rivera escribió muchos de los capítulos
de La vorágine, y fue allí donde le oí leer algunas páginas de la obra".
En compañía de
Melitón Escobar, Rivera decidió salir por el sur, río abajo, para investigar un
sinnúmero de atropellos contra ciudadanos colombianos de los que había tenido
noticia: la venta de colombianos a caucheros brasileños; las explotaciones
feudales de Leonidas Norzagaray Elicechea, deforestador y esclavista que llegó
a acuñar su propia moneda; la penetración peruana en el territorio nacional
colombiano y los criminales procedimientos de la Casa Arana.
Primero desde Manaos
(el 18 de julio de 1923) y, después del dilatado regreso por Venezuela entrando
por Barranquilla, como representante de la Cámara, Rivera hizo toda clase de
denuncias, escribió artículos, organizó una junta de defensa nacional e incluso
citó al ministro de Relaciones Exteriores, por su negligencia al enviar una
comisión sin los mínimos instrumentos para desarrollar su labor y por el cargo
de infidencia al hacer llegar a Norzagaray el informe secreto que Rivera había
despachado desde Manaos. Por ley se les reconocieron los sueldos a los miembros
de la comisión, pero el ministro fue absuelto, no sin antes reconocer el
patriótico procedimiento de Rivera. Sin embargo, por carecer de apoyo
partidista, éste no logró lo que en el fondo perseguía: la salvaguardia de la
soberanía y el honor nacional. Norzagaray, en cambio, intentó matar en dos
ocasiones al escritor.
Desengañado, Rivera
volvió a Neiva y, consciente de que su más efectiva arma de denuncia era su
pluma, se dedicó a hacer excursiones por el Caquetá para, desde los artículos
que publicó en los principales diarios, denunciar las anomalías o, desde el
propio terreno, facilitar consejos. Rivera fue el primero en proponer la
construcción de la vía Neiva-San Vicente de Caguán, que de haberse realizado
hubiera impedido la guerra con el Perú, y que fue finalmente ordenada... 63
años más tarde. La vorágine se terminó de escribir el 21 de abril de 1924, en
Neiva. Su lanzamiento al público coincidió con el cumpleaños de la madre del
autor, el 25 de noviembre de 1924.
No había visto aún la
luz La vorágine cuando Rivera fue llamado a presidir una comisión investigadora
sobre irregularidades del aparato burocrático del gobierno. Dos investigaciones
sirvieron para mostrar el enorme valor ético y patriótico de Rivera y, en un
país con amplios niveles de corrupción, para sepultar las aspiraciones
políticas del escritor. Los apuntes que de estas indagaciones extrajo iban a
servir de documentación para su segunda novela, que no alcanzó a redactar y que
llevaría por título La mancha negra. El 31 de marzo de 1928 partió, como
presidente de la delegación colombiana, al Congreso Internacional de Inmigración
y Emigración que se celebró en La Habana.
Por cuenta propia
viajó a Nueva York, adonde llegó a finales de abril. Residió primero en el
hotel Le Marquis y luego en un apartamento en las cercanías del Central Park.
En esta ciudad se dedicó a la traducción de La vorágine al inglés, al proyecto
de llevarla al cine (nunca realizado) y a su próxima novela, que "habría
de aparecer al marcharse al África, porque allí se sentiría más seguro que en
su propia tierra", como dijo a José A. Velasco. Los oscuros manejos del
representante de la empresa petrolera Standard Oil, el capitán Flanagan, los
tratos secretos e irregulares de altos funcionarios del gobierno como Carlos
Adolfo Urueta, la indelicada actitud del ex ministro Esteban Jaramillo y hasta
los sobornos al consejero espiritual del estadista Dr. Zerda, opuesto a la
firma del contrato entre la Standard Oil y el Estado colombiano para la
construcción del oleoducto Cartagena-Barrancabermeja, eran parte del explosivo
material que Rivera se disponía a manejar, con su pulcritud moral, para su
nueva obra.
El 29 de octubre
recibió un homenaje en la Universidad de Columbia, dictó conferencias y llegó a
rumorearse que sería nombrado cónsul. Pronunció un discurso en el ágape
ofrecido al piloto Benjamín Méndez, dos días antes del histórico vuelo entre
Nueva York y Bogotá, y luego de la partida del avión Rivera comenzó a sentirse
mal. Lo que en un principio el médico creyó que era una gripe y que finalmente
jamás logró diagnosticarse (no se permitió la autopsia) fue convirtiéndose en
un grave estado que, tras cuatro días en coma, llevó a la muerte a José
Eustasio Rivera, a las 12:50 de la invernal tarde del 1 de diciembre de 1928.
El cadáver fue
repatriado a bordo de un barco de la United Fruit, llegó a Barranquilla, donde
se le rindieron honores, y, remontando el Magdalena, llegó finalmente a Bogotá
el 7 de enero de 1929, donde fue velado en el Capitolio Nacional. Más de quince
mil personas desfilaron ante él y el 9 de enero fue enterrado en el Cementerio
Central, en medio de sentidas despedidas, hermosos discursos y grandes
multitudes.
La vorágine
Inspirada en el
relato que oyera de labios de Luis Franco Zapata en Orocué, en 1918, sobre el
viaje que lo llevó con Alicia Hernández a establecerse en el corazón de la
selva (y que en cierto modo el autor había revivido en su viaje con la comisión
limítrofe Colombiano-Venezolana), ninguna obra como ésta había logrado reflejar
la extensión pavorosa de la selva amazónica, la selva del caucho, a la que el
protagonista y narrador, Arturo Cova, se precipita para escapar a sus deberes
sociales en compañía de Alicia, una pequeña burguesa arrancada por él de su
mundo familiar más por capricho que por pasión. Las vicisitudes afanosas de
Arturo Cova y de sus compañeros hacen pensar en los esfuerzos de individuos que
obstinadamente, en medio de las arenas movedizas, se agitan para librarse de
ellas, y por su mismo esfuerzo se hunden más rápidamente. Y, en efecto, la
selva se tragará al fin a los tránsfugas de la sociedad.
Arturo Cova, hombre
en apariencia apasionado, violento y amante de la aventura, es en realidad un
personaje cuyo núcleo psicológico es el tedio y la abulia provocada por no
haber encontrado una auténtica finalidad a la vida, abulia que intenta remediar
con la huida y una exacerbación de la voluntad, convirtiéndose aparentemente en
un hombre de acción o un aventurero. Todo el relato de Cova es una fuga de sus
verdaderos problemas; por eso no es extraño que su culminación sea la
desaparición en la selva, tragado por el inmenso cementerio verde, adonde había
penetrado empujado por el deseo de vengar la imaginaria traición de Alicia.
"Antes que me
hubiera apasionado por mujer alguna jugué mi corazón al azar y me lo ganó la
Violencia. Nada supe de los deliquios embriagadores, ni de la confidencia
sentimental, ni de la zozobra de las miradas cobardes. Más que el enamorado,
fui siempre el dominador cuyos labios no conocieron la súplica". Así
empieza su relato; personaje complejo, cuando cree descubrir el cansancio de su
compañera aparecen los celos, el apasionamiento: "Alicia me trataba ya, no
sólo con indiferencia, sino con mal disimulado desdén. Desde entonces comencé a
apasionarme por ella y hasta me dio por idealizarla".
Arturo Cova quiere
ser siempre el triunfador, el actor central. Su compañero, Fidel Franco, lo
acusará de ser un desequilibrado tan impulsivo como teatral; en realidad es un
solitario que sólo cree en él: "el ideal no se busca, lo lleva uno consigo
mismo" afirma; sin embargo, no lo mueve ideal alguno. Actúa sin saber por
qué, buscando tan sólo el acto puro, sin finalidad alguna. Por encima de todo
está dominado por el cansancio de la vida, que lo arrastra a la aventura sin
motivo. Su carácter está lleno de notas contradictorias: ataques histéricos,
neurosis, búsqueda del agotamiento y del sufrimiento como un sedante, deseo de
violencia y a la vez un sentido innato de la justicia y una compasión enfermiza
hacia los débiles.
La prosa de José
Eustasio Rivera es poemática y lírica aun en el horror y en la crueldad; el lenguaje
lo acompaña en la imaginación desbordada, con su profusión de imágenes de gran
fuerza expresiva. El autor ahonda psicológicamente en los caracteres y maneja
los elementos con simbolismo evidente y manifiesto. Terrible y desmesurada,
llena de misterio y violencia, La vorágine halla su límite artístico en los
elementos de carácter documental en que abunda, y su grandeza en la
reconstrucción de un mundo en el que la moral cristiana agoniza, mientras se
perfilan los esfuerzos que señalan el nacimiento de una nueva moral
rigurosamente adaptada a la vida impuesta por la selva a quien se aventura en
ella. La obra de Rivera pertenece a la tendencia (hoy común a todas las
literaturas hispanoamericanas) que se puede considerar antieuropea en cuanto
tiende a destruir los vínculos que durante todo el siglo XIX hicieron de la
América latina una oscura provincia de las literaturas europeas, y a crear una
tradición exclusiva y típicamente hispanoamericana.
Rómulo Gallegos
(Rómulo Gallegos
Freire, Caracas, Venezuela, 1884 - 1969) Novelista y político venezolano.
Rómulo Gallegos hizo estudios universitarios de Agrimensura y de Derecho en la
Universidad Central de su país, pero no llegó a terminarlos. Empleado de
ferrocarriles y profesor en colegios privados, llegó a ser subdirector de la
Escuela Normal y director del Liceo de Caracas (1922-1928).
El dictador Juan
Vicente Gómez le nombró en 1931 senador por el estado de Apure, pero sus
convicciones democráticas le hicieron expatriarse y renunciar al cargo. En
1935, muerto el dictador, Rómulo Gallegos volvió a Venezuela, y en 1936 fue
nombrado ministro de Educación en el gobierno de López Contreras, cargo al que
también renunció por los mismos escrúpulos morales.
En 1947 fue elegido
presidente de la República, pero fue derrocado al año siguiente por una junta
militar encabezada por Carlos Delgado Chalbaud. Exiliado de nuevo en Cuba y
México, Rómulo Gallegos regresó a su país al ser liberado éste de la dictadura
de Marcos Pérez Jiménez en 1958.
En sus comienzos de
narrador, Rómulo Gallegos publicó Los aventureros (1913), una colección de
relatos. Siguió a esta obra El último Solar (1920), una novela que reeditaría
en 1930 con el título de Reinaldo Solar, historia de la decadencia de una
familia aristocrática a través de su último representante, en el que se adivina
a su amigo Enrique Soublette, con quien fundara en 1909 la revista Alborada.
Escribió después La
trepadora (1925), con un personaje femenino, Victoria Guanipa, ambiciosa y sin
escrúpulos. Doña Bárbara (1929) es una verdadera epopeya que tiene como
escenario la llanura venezolana. Cantaclaro (1934) es la novela de un cantante
popular que recorre las aldeas y los campos. Canaima (1935) narra la existencia
ruda de unos hacendados en las orillas del Orinoco.
Posteriormente
publicó Pobre negro (1937), El forastero (1942), Sobre la misma tierra (1943),
La brizna de paja en el viento (1952), La posición en la vida (1954) y La
doncella y el último patriota (1957), obra ésta con la que obtendría el premio
Nacional de Literatura.
DOÑA
BÁRBARA
El protagonista
Santos Luzardo, un joven abogado, quien vivió trece años en la ciudad de
Caracas, donde se graduó en jurisprudencia, regresa a su hacienda de Altamira,
donde le reciben unos pocos peones fieles y le ponen al tanto de los desmanes
de la malvada Doña Bárbara, quien gracias a manejos turbios y a la alevosía de
su amante de turno, el propio mayordomo de Santos Luzardo, y del fundo del
latifundista Lorenzo barquero, al que dio el nombre de “el miedo”.
Doña Bárbara, es una
mestiza de cuarenta años. Victima en su desgraciada juventud de unos piratas
que la violaron sexualmente. Desde aquel momento el odio hacia el varón inspira
todos sus actos.
Santos Luzardo siente
odio y rencor a los que le hicieron daño. Pero renuncia a los rencores y decide
quedarse en Altamira.
Se desata la lucha
entre Santos Luzardo y Doña Bárbara.
Un acercamiento entre
ambos personajes se hace imposible a causa de los celos que le inspira a la
malvada mujer su hija Marisela, quien vive con su padre Lorenzo Barquero.
Marisela se enamora
de Santos Luzardo. Ante la pasión naciente de la hermosa joven, este siente
impulsos contradictorios y busca soluciones que no pasan de ser… imaginarias.
La perversa Doña
Bárbara manda al bobo Juan Primito a la hacienda Altamira para tomar con un
cordel la medida de la estatura del joven Santos Luzardo, burdo modo de
adueñarse, según sus creencias supersticiosas, de la voluntad del apuesto joven
Luzardo. Marisela al darse cuenta de la mala intención de su madre, le quita
con furia el cordel. La madre, después de una violenta escena queda totalmente
desconcertada.
La joven Marisela
abandona Altamira y regresa con su padre al rancho del palmar de la chusmita,
donde es amenaza permanente para ella la lujuria de mister Danger.
Al ser asesinados
carmelito y Rafael, peones de Luzardo, este se lanza revolver en mano y obliga
a los hermanos Mondragón a prender fuego a la casa de Macanillal y hiere a uno
de ellos; se mete con sus fieles peones en tierras de “El Miedo” a parar rodeos
sin licencia de la dueña; por fin le aureola “la gloria roja de la hazaña
sangrienta cuando en Rincón Hondo cae mortalmente herido el brujeador, a quien
Doña Bárbara envió una cita trágica con el amo de latamikra; el propio santos
luzardo entrega a la malvada mujer el cadáver de Melquíades.
En cuanto a la
malvada Doña Bárbara, su “ansia de renovación, y al mismo tiempo el fondo
turbio de su alma supersticiosa, la impulsan a buscar, en la celda de Rincón
Hondo, una solución a sus confusos designios. Luego logra que sus peones matan
a Balbino Paiba (quien asesino a carmelito y su hermano), en el momento en que
desentierran las plumas robadas.
Al oír de sus labios
el relato del suceso de Rincón Hondo, Marisela le hace constar a Santos Luzardo
que no es el quien mato al brujeador, sino pajarote, su acompañante.
Santos Luzardo “acepto el don de paz y
dio en cambio una palabra de amor”. Doña Bárbara denuncia al juez el crimen de
Balbino Paiba, atribuyéndole además la muerte del brujeador, y se propone
devolverle a Luzardo las tierras arrebatadas.
La antes mencionada, ahora esta a punto
de matar a Marisela, pero el recuerdo de su adorado Asbrubal le hace renunciar
a este crimen. Doña Bárbara desaparece. También se marcha mister Danger, la
hermosa Marisela hereda las tierras de su madre y… “todo vuelve a ser
Altamira”.
DON SEGUNDO SOMBRA
Narra la vida de un
chiquillo inquieto llamado Fabio Cáceres y del resero don Segundo sombra. La
novela tiene 3 partes:
En la primera parte
se narra la vida del niño Fabio de 14 años de edad, que es muy triste. El
narrador nos habla de la cruel separación del niño con su madre; éste se va a
vivir al lado de sus tías Mercedes y Asunción, quienes son indiferentes con el
niño Fabio.
La casa y la escuela
son la peor tortura para el protagonista. El niño no estudia porque se dedica a
la pesca y lleva una vida de vagabundo y hasta se vuelve ladino.
Conoce por primera
vez al resero don Segundo sombra y se va de la casa de sus tías para irse con
él. En la segunda parte de la obra, se narran las actividades del raserito
Fabio Cáceres en la pampa bajo la dirección y tutela del viejo resero don
Segundo Sombra.
En esta parte de la
novela el joven Fabio Cáceres, ya de 19 años, se ve envuelto en una serie de
aventuras, participa en actividades recreativas y así como también en un gran
rodeo, mata a un toro pero se quiebra una clavícula, se enamora de una
muchacha, apuesta con su padrino en una carrera de caballos y pierde casi todo
lo que llevaba encima, trabaja como arriero de una nueva tropa.
En la tercera y
última parte de la historia, el protagonista se entera por primera vez, de que
el era Fabio Cáceres. Su padre don Fabio Cáceres a muerto y le deja una buena
herencia. De esta manera, el protagonista comienza una nueva vida con la ayuda
moral de don Segundo Sombra. Empieza también a educarse por medio de estudios
disciplinados.
Don Segundo Sombra se
va de la vida del joven Fabio Cáceres, dejándole muy entristecido.
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