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martes, 29 de mayo de 2012

Guía - Módulo III - Semántica



TEORÍA DE LOS CAMPOS SEMÁNTICOS

La teoría de los campos semánticos aparece en la década de 1930 en una serie de autores alemanes y suizos, especialmente Jost Trier. Su definición positiva de campo semántico viene a ser el de “conjunto estructurado, sistemático, de significados de lexemas relacionados recíprocamente por un parentesco semántico estrictamente significativo”. Las ideas de Trier fueron desarrolladas por sus discípulos, entre ellos Weisgerber, y constituyen lo que se denomina teoría de Trier-Weisgerber.
La teoría de Trier se basa en el supuesto de que, subyacente al vocabulario de todas las lenguas, hay una sustancia de significado no estructurado a priori: “Toda lengua articula la realidad a su manera, creando con ella su propia visión de la realidad y estableciendo sus propios conceptos únicos”. La investigación y construcción de campos surge cuando la concepción estructuralista aplicada al lenguaje y a la semántica está en pleno auge, de tal modo que, tras haberse “descubierto” y analizado la estructura interna del significado del signo lingüístico aislado, se pretende demostrar la existencia de una estructura en un conjunto de significados de términos que poseen una misma base significativa. El significado de toda unidad lingüística está determinado por las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas que se establecen entre esta unidad y las demás unidades del sistema lingüístico. Los lexemas y otras unidades semánticas relacionadas paradigmática o sintagmáticamente dentro de un sistema lingüístico dado pertenecen a un mismo campo semántico como miembros de él. De esta relación estructural entre las significaciones de las palabras surgen analogías y discrepancias que pueden descubrirse como resultado de su comparación, especialmente dentro de un mismo campo semántico. Un ejemplo característico en este sentido lo constituye el sistema de nombres de colores o de parentesco dentro de una lengua.
Las obras posteriores sobre la teoría de los campos semánticos desarrollan el análisis componencial del significado, aunque su impacto en la lingüística moderna no es comparable a los postulados iniciales de Trier y Weisgerber. Este análisis se inscribe en la tradición estructuralista postsaussureana y sus representantes europeos más destacados son Greimas, Pottier y Coseriu. En América ha tenido un desarrollo independiente y se ha inscrito en el marco de la gramática generativa, de la que Weinreich, Katz y Fodor son los más eminentes representantes.
La semántica componencial tiene en cuenta determinados rasgos, semas, que componen cada una de las unidades semánticas; así, la palabra “hombre” puede considerarse semánticamente compuesta de los componentes masculino y adulto. La naturaleza de los componentes semánticos de la palabra determina la clase de relaciones que podrá tener en la frase: el verbo pensar, por ejemplo, supone el componente humano. Por último, sus autores consideran que la base de estas relaciones entre las unidades semánticas se considera de carácter universal.

Campos Semánticos

            Llamamos campo semántico a un grupo de palabras que están relacionadas por su significado. Un conjunto de palabras que se relacionan por su significado forman un grupo semántico.
Ejemplos:
-    Vertebrados: conejo, pato, vaca, gallina, paloma, cordero, cerdo, ganso, pavo... todas forman parte de un conjunto semántico, por su relación entre sí.
-    Invertebrados: Hormigas, escarabajo y mariposa pertenecen al grupo semántico de: los insectos.
Aunque cada cual tiene un significado diferente, todos pertenecen al grupo de los animales y ello los convierte en un conjunto y parte de una familia, animal. Siendo todos, parte entonces de un grupo semántico (o grupo animal, en este caso).
Teniendo claro que un campo semántico es un conjunto de palabras o elementos significantes con significados relacionados.
Los campos semánticos son conjuntos de palabras, cuyo significado tienen algo en común, de ahí que se le llame campo, aunque cada palabra tenga su propio significado.
Otros ejemplos de campos semánticos son:
-    Guanábana, fresa, plátano, guayaba, mango, patilla, melón, uva y lechosa; todas son frutas aunque su sabor sea muy diferente y cada una tenga sus propias características.
-    Asuntos escolares: lápiz, sacapuntas, bolígrafo, cuaderno, morral, libro de texto, goma y regla; todos estos son artículos escolares, y si se asoman en su mochila, seguramente encontrarán muchos más.
Es muy importante tomar en cuenta que las palabras que forman parte de un mismo campo semántico se relacionan de alguna forma, por pertenecer al mismo conjunto de cosas. Pero ¿para qué nos sirve saber esto? Por ejemplo, si quieren escribir un cuento que se desarrolle en la selva, pueden hacer un campo semántico de esta región natural, esto es escribir todas las palabras que se les ocurran acerca de ella, esto les ayudará a generar ideas. (Juntar todas las palabras relacionadas a la selva).
También ejercitan la mente al formar conceptos generales a partir de ideas particulares, en el caso de formar un campo semántico con las palabras cerdo, pollo, caballo, vaca, gallo, ganso, sabemos que estamos hablando de animales pero con una característica más específica, lo que nos da el campo semántico de los animales de granja.
Para elaborar un campo semántico más completo, a veces es necesario investigar más, por ejemplo si van a hablar de la tabla periódica de los elementos, su campo semántico quedaría más o menos así: oxígeno, radio, litio, carbono, mercurio, sodio, zinc.
Relación de significado: Llamamos campo semántico a un grupo de palabras que están relacionadas por su significado. Vehículos (motocicleta, coche, camión, bicicleta), Familia (padre, madre, abuelo) y Casa (apartamento, piso, chalé).

RELACIONES ENTRE LOS SIGNOS LÉXICOS

Polisemia

(De poli y el gr. σῆμα, significado):
1. f. Ling. Pluralidad de significados de una palabra o de cualquier signo lingüístico.
2. f. Ling. Pluralidad de significados de un mensaje, con independencia de la naturaleza de los signos que lo constituyen.

Cuando una palabra tiene varios significados, se dice que es polisémica. Por ejemplo, el término sierra significa, entre otras cosas, «cordillera de montañas» y «tipo de herramienta».
Los distintos significados de una misma palabra se denominan acepciones y, por lo general, guardan alguna relación semántica entre sí. Cuando los dos significados de una palabra se han separado mucho, tanto que los hablantes ya no los identifican como la misma palabra, resulta difícil diferenciar la polisemia de la homonimia.
La mayoría de las palabras son polisémicas, por lo que, a menudo, para interpretarlas correctamente el hablante debe tener en cuenta el contexto y la situación.

Una palabra polisémica es la que tiene varios significados. Un típico ejemplo en español es hoja, que se puede referir a una parte de una planta, una lámina de papel, la parte que se abre y se cierra en una puerta, la pieza cortante de un cuchillo, etc. Se trata de un fenómeno enormemente frecuente en las lenguas.
El término polisemia fue acuñado por el lingüista francés Michel Bréal en su Essai de sémantique: Science des significations (Ensayo de semántica: ciencia de las significaciones), una obra de 1897 cuyo capítulo XIV está dedicado a este concepto.
No todos los significados de una palabra polisémica están al mismo nivel. Se suele considerar que uno de ellos es el principal u originario y que los restantes se desprenden de este (por lo general, mediante metáforas o metonimias). Por ejemplo, se llama pata lo mismo a una extremidad de un animal que a cada una de las piezas sobre las que se apoya una mesa, pero todos intuitivamente tenemos la noción de que el segundo significado se deriva del primero. Quienes posean ciertos conocimientos técnicos serán capaces además de percibir que lo que se ha producido aquí es una extensión metafórica. Los diccionarios suelen dar cuenta del papel destacado que le corresponde al significado originario presentándolo como primera acepción. Así, si vamos a buscar al DRAE (Diccionario de la lengua española) el sustantivo ala, nos encontraremos como primera acepción la siguiente:
-      Cada uno de los órganos o apéndices pares que utilizan algunos animales para volar.
Más abajo en la misma entrada daremos con la acepción para la parte de un edificio:
-      Cada una de las partes que se extienden a los lados del cuerpo principal de un edificio o en que se considera dividido un espacio o construcción cualesquiera. El ala derecha de la plaza, del escenario.
Si mañana a algún lexicógrafo despistado se le ocurriera invertir el orden, todos protestaríamos. Implícita o explícitamente, esta ordenación refleja el hecho de que uno de los significados se percibe como básico y el otro como derivado, como una extensión del anterior.
El criterio para diferenciar entre polisemia (una misma palabra con diferentes significados) y homonimia (diferentes palabras con una misma forma) suele ser el de la existencia de un vínculo entre los significados. No obstante, no siempre es posible trazar una línea clara entre la una y la otra.
La acumulación de significados en una palabra no nos suele plantear mayores problemas a la hora de entendernos. Lo normal es que el contexto resuelva la polisemia. Nuestra interpretación de la palabra grado cambia automáticamente según estemos hablando de termómetros, militares o vinos. Sin embargo, en el mundo de la ciencia y la tecnología, la polisemia se convierte en una fuente de quebraderos de cabeza. Por eso la terminología combate acuñando términos que, idealmente, admitan una única interpretación.

Homonimia

            Ling. Dicho de una palabra: Que, siendo igual que otra en la forma, tiene distinta significación; p. ej., Tarifa, ciudad, y tarifa de precios.

            Dos palabras son homónimas cuando, siendo distintas, se escriben o se pronuncian igual. Así ocurre, por ejemplo, con sabia («mujer con muchos conocimientos») y savia («jugo que proporciona alimento a las plantas»).
Algunas palabras homónimas, por ejemplo, hola y ola, son homófonas (se pronuncian igual), pero no homógrafas, ya que se escriben de distinta manera.

Homónimos son palabras que comparten un mismo significante pero difieren en su significado. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con pata (ave palmípeda) y pata (extremidad de un animal). La homonimia es una forma de ambigüedad léxica.
Como decíamos arriba, las palabras homónimas tienen que ser idénticas en su forma, pero aquí se pueden diferenciar dos planos: el de la fonología y el de la grafía. Si coinciden en la pronunciación, nos encontramos ante homófonos. Un ejemplo clásico en español es vaca (rumiante) frente a baca (soporte para transportar equipaje en el techo de un coche). Estas dos palabras se pronuncian exactamente igual, por lo que cumplen en el plano fonológico la condición de identidad del significante, que es necesaria para que podamos considerarlas homónimas. Sin embargo, difieren en su grafía, por lo que la homonimia habrá de considerarse parcial. Si también se escriben de la misma forma, las palabras en cuestión además son homógrafas y la homonimia es entonces total. Así sucede con pata (animal) y pata (extremidad), que ya se mencionaron, y también con cobre (metal) y cobre (del verbo cobrar) o con para (preposición) y para (del verbo parar). Dadas las características de la ortografía española, cuando dos palabras tienen idéntica grafía, también tienen idéntica pronunciación. Por ello, en nuestra lengua, todos los homógrafos son al mismo tiempo homófonos.
Históricamente, la homonimia puede tener dos tipos de origen. La primera posibilidad es que se produzca una evolución fonológica convergente, que lleva a que dos palabras que se pronunciaban de maneras diferentes queden igualadas. Hoy día tenemos como homónimos don (regalo) y don (tratamiento de respeto). Los puntos de partida son diferentes y se sitúan en dos formas latinas que sufrieron una fuerte erosión de su sustancia fónica: donum ‘regalo’ y dominum ‘señor’. El yeísmo y el seseo han contribuido al aumento del número de homónimos en castellano, al menos en la lengua oral, al igualar la pronunciación de pares como pollo y poyo o cerrar y serrar.
La segunda posibilidad es que una divergencia semántica dé lugar a significados diferentes que los hablantes dejen de percibir como vinculados. Esto fue lo que ocurrió con banco (de sentarse) y banco (de guardar el dinero… quien lo tenga). El vínculo etimológico entre uno y otro es de tipo metonímico: los predecesores de nuestros actuales banqueros hacían sus negocios en la plaza pública, adonde sacaban un banco o una mesa para atender a los clientes. Hoy se ha perdido la conciencia de este lazo histórico, por lo que parece razonable considerar que nos encontramos aquí ante dos palabras homónimas, más que ante una única palabra con significados múltiples, que es lo que se conoce como polisemia.
Llegamos con esto a un punto espinoso, que es el de la distinción entre homonimia y polisemia. Por lo general, se suele considerar necesario para que podamos hablar de polisemia que se perciba una relación entre los diferentes significados, como ocurre en el caso de cuello, que tiene diferentes acepciones referidas a una parte del cuerpo, de las botellas o de las prendas de vestir. Aunque esas realidades son muy diferentes entre sí, todos percibimos intuitivamente que los dos últimos significados encuentran su motivación en el primero. Muy diferente es la situación entre homónimos como callo (dureza de la piel) y callo (del verbo callar), donde, claramente, no hay relación alguna más allá del hecho fortuito de que coincidan en su pronunciación y escritura. Hay que advertir, eso sí, que en la práctica no siempre resulta posible una diferenciación tajante.
La homonimia puede dar lugar a conflictos: si la forma de dos palabras converge, estas se pueden llegar a confundir. Así, en un hogar seseante, una oración tan inocente como ¡Que me voy de caza! podría provocar una crisis en toda regla (o quizás una fiesta, ¿quién sabe?). Estos choques potenciales se pueden desactivar sustituyendo uno de los términos. Así, en las variedades seseantes del español cacería avanza a expensas de caza y puede resultar preferible cocinar las patatas antes que cocerlas (para salir al paso de confusiones con coser). A veces, la diferenciación se puede lograr mediante la grafía, aunque se mantenga la pronunciación. Un procedimiento para esto es la tilde diacrítica, que busca diferenciar en el papel el verbo dé y la preposición de. Lo mismo se consigue con la hache en el caso del sustantivo ala y la interjección hala. Asimismo, se pueden marcar distancias mediante el género (el terminal telefónico frente a la terminal del aeropuerto) o mediante el número (la esposa “cónyuge” frente a las esposas ‘aros de metal’). También se puede retocar una de las formas. Hoy son muchas las personas que confunden especie y especia. Esto no es de extrañar si tenemos en cuenta que su origen común está en el latín species con un final ligeramente modificado.
En fin, no podemos dejar de mencionar que la homonimia puede dar lugar a juegos de palabras, como aquel que todos aprendimos de niños: “¿Usted no nada nada? Es que no traje traje”; o el de la canción de Barrio Sésamo: “Tengo una llama que Llama se llama”.

Hiperonimia – Hoponimia

Entre algunas palabras de la lengua se producen relaciones basadas en la extensión del significado, de modo que unas incluyen el significado de otras. Así ocurre, por ejemplo, con la palabra flor, cuyo significado abarca el campo de otras muchas palabras: clavel, rosa, jazmín, margarita, orquídea, etc.
Este tipo de relación entre significados nos permite distinguir entre términos hiperónimos e hipónimos.
Los términos hiperónimos (Hiperonimia) son los que, por tener un significado de gran extensión, incluyen otros más concretos o específicos. La palabra flor es un hiperónimo.
Los términos hipónimos (Hiponimia) son las palabras de significado restringido con las que se puede concretar a otras de significado más amplio. Las palabras clavel, rosa, jazmín, margarita, orquídea, etc., son hipónimos de flor.

Hiperónimo
Hipónimos
mueble
mesa / silla / armario
color
amarillo / azul / rojo
animal
gato / vaca / león

En la hiponimia un término puede sustituir a otro en determinados contextos, pero no a la inversa. Es decir, es posible la sustitución del hipónimo por el hiperónimo y, de hecho, es uno de los principales recursos para evitar repeticiones léxicas cuando se redacta: Regalar una rosa puede tener varios significados, no obstante, esta flor se identifica con el amor desde los tiempos más remotos.
Sin embargo, no es posible la sustitución inversa: Regalar una flor puede tener varios significados, no obstante, *esta rosa se identifica con el amor desde los tiempos más remotos.

Sinonimia

Las palabras que nombran una misma realidad y, por tanto, expresan un mismo significado son palabras sinónimas, como profesor o maestro.



maestro, tra
Persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo.
profesor, ra
Persona que ejerce o enseña una ciencia o arte.

En la sinonimia o semejanza de significados se pueden distinguir dos grados: la sinonimia total y la sinonimia parcial.

Sinonimia total
Algunas palabras son sinónimas siempre. Sin embargo, estos casos de sinonimia total son muy poco frecuentes, ya que es muy difícil que dos términos sean intercambiables en todos los contextos.
Este veneno es letal. Este veneno es mortífero.
Sinonimia parcial
Lo más habitual es que dos palabras sean sinónimas en alguno de sus significados, pero no en todos; es lo que se conoce como sinonimia parcial.
Mi labor consiste en coordinar los distintos departamentos. *Mi faena consiste en coordinar los distintos departamentos.

En muchas ocasiones dos palabras se consideran sinónimas, pero no intercambiables, ya que existen diferencias de registro o geográficas en su uso. No es indiferente usar una u otra de estas palabras en un mensaje dado, porque las palabras tienen distintas connotaciones, distintos valores afectivos. Hay razones de índole familiar, regional, etc., que hacen que unos hablantes utilicen alguna o algunas de estas palabras. Por ejemplo, en muchos países americanos preferirán utilizar las formas taita y tata en lugar de papá; un niño podrá decir papaíto, en algunas regiones se prefiere la forma papá, etc.
Además, al usar los sinónimos hay que tener en cuenta las diferencias de uso. Por ejemplo, la palabra viejo aplicada a una persona mayor tiene una connotación despectiva que no tiene anciano, que es más respetuosa.

Antonimia

Los términos que dan nombre a realidades opuestas y, por tanto, expresan significados contrarios son palabras antónimas, como miedo y valor.
La oposición de significados o antonimia puede ser de varias clases:
Antónimos binarios
Dos términos son antónimos binarios si son totalmente incompatibles.
sano/enfermo, encendido/apagado, muerto/ vivo
Antónimos inversos
Dos términos son antónimos inversos o recíprocos si al sustituir uno por otro es obligatorio cambiar el orden sintáctico en que aparecen las cosas o personas relacionadas.
suegro/yerno, comprar/ vender, mayor que/menor que, delante de / detrás de
Antónimos de grado
Los antónimos de grado representan los extremos opuestos de una escala en la que pueden aparecer ordenados gradualmente otros significados.
en frío-fresco-tibio-cálido-caliente, las palabras frío y caliente son antónimos

Holonimia - Meronimia

Holonimia es una noción semántica que se opone a meronimia, del mismo modo en que se oponen el todo y la parte. Así, por ejemplo, BICICLETA es un holónimo mientras que sillín, pedal, aro y manubrio son merónimos.
A diferencia de la relación "hiperonimia / hiponimia", que también distingue dos conceptos de distinto nivel, la relación "holonimia / meronimia" no es tanto de inclusión conceptual cuanto de inclusión material. En efecto, en la oposición "FLOR / Rosa, clavel, nardo", el hiperónimo (FLOR) es una categoría más abarcante que incluye entre sus miembros a la rosa, al clavel y al nardo, entre otras flores. En cambio, en la oposición "CASA / dormitorio, comedor, cocina", el holónimo nombra al todo que incluye materialmente a las partes (dormitorio, comedor, etc.).
La meronimia es una relación semántica. Se denomina merónimos a la palabra cuyo significado constituye una parte del significado total de otra palabra, denominada ésta holónimo. Por ejemplo: dedo es un merónimo de mano, y mano es merónimo de brazo; a su vez: brazo es holónimo de mano, y mano es holónimo de dedo.

Familia de palabras

Una familia de palabras o familia léxica está formado por todas las palabras que comparten el mismo lexema o raíz y que, por lo tanto, tienen cierta relación de significado. (Niño,     niñez, niñear, niñería, niñito, niñita, aniñado,       niñato,           niñera).
Para crear una familia de palabras solamente hay que añadir a cualquier lexema todos los morfemas que pueda admitir; ya sean prefijos, infijos, sufijos, etc. Pato - patito, patazo, patoso.

AMBIGÜEDAD

Dicho especialmente del lenguaje: Que puede entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones y dar, por consiguiente, motivo a dudas, incertidumbre o confusión.

La ambigüedad es una situación en la que la información se puede entender o interpretar de más de una manera. El contexto tiene mucha importancia en la eliminación de las posibles ambigüedades; es decir, la misma información puede ser ambigua en un contexto y no serla en otro.
La interpretación también depende de la experiencia personal del receptor de la información, de modo que banco remite en primer lugar a una entidad financiera para una persona que trabaja en ese sector, pero a un tipo de asiento para un jardinero; a menudo, se selecciona uno de los sentidos de una información ambigua sin siquiera darse cuenta que puede tener otros, de modo que cuando la experiencia del emisor es distinta de la del receptor pueden darse mensajes equívocos o incluso incomprensibles.

Anfibología

La anfibología es el empleo de frases o palabras con más de una interpretación. También se la llama disemia (dos significados) o polisemia (varios significados) aunque estrictamente hablando una polisemia no es siempre una anfibología.
Una anfibología puede dar lugar a importantes errores de interpretación si se desconoce el contexto discursivo del enunciado anfibológico, también suele ser un recurso para sofisticar.
Una característica casi constante de las anfibologías es la ambigüedad.
Ejemplos:
Mi padre fue al pueblo de José en su coche (Texto anfibológico) ¿En el coche de quién?
Mi padre fue en su coche al pueblo de José.
Mi padre fue al pueblo de José en el coche de éste.
Se vende mantón para señora de Manila (Texto anfibológico) ¿Quién es de Manila? ¿Se trata de un típico mantón de Manila o, por el contrario, de una mujer de Manila?
Se vende mantón de Manila para señora.
El perro de Mozart (Conocido título de una canción de Leo Maslíah) ¿Se refiere a que Mozart tenía un perro o que lo es?
El cerdo del niño (¿El cerdo es del niño o el niño es como un cerdo?).
Fidel habló solo diez minutos (¿soliloquió durante diez minutos o solamente habló diez minutos?).1
La mujer tibetana estaba casada con varios hermanos (¿hermanos de ella o con varios hombres que eran hermanos entre ellos?)

INDETERMINACIÓN

Imprecisión, indecisión, irresolución.

En el Condado de Lanark o en la Municipalidad Regional de Ottawa-Carleton, ninguna persona podrá capturar o poseer ranas a no ser que la tibia de ésta tenga cinco centímetros o más de longitud. (Ley de Ontario sobre la Caza y Pesca, O. Reg. 694/81)
PODEMOS pensar en casos en los que la responsabilidad por capturar ranas en Ottawa sea indeterminada -es decir, casos en que la ley no determina si una infracción ha sido cometida. Por ejemplo, ¿qué ocurre si una rana tiene una tibia que sea más larga de 5 centímetros y otra que sea más corta? O, ¿qué ocurre si la longitud de una tibia se desarrolla por encima de 5 centímetros a causa de un crecimiento anómalo? ¿Y cómo abordar el caso de una rana que cuenta con una tibia encorvada que mide 4 centímetros de larga al estar sobre una regla, pero que mide 6 centímetros al llevar a cabo la medición con una cinta?
Innumerables indeterminaciones aparecen en las formulaciones lingüísticas de las reglas jurídicas: por ejemplo, ambigüedades léxicas (¿por "persona" se entiende también a las empresas?), ambigüedades sintácticas (¿la persona tiene que estar en Ottawa?, ¿y dónde tiene que estar la rana?), o incertidumbres acerca de si "capturar" le agrega algo a la noción de "poseer", y así sucesivamente.
Además, los cazadores de ranas y sus abogados podrán afrontar también indeterminaciones jurídicas que no surgen del lenguaje de las normas: por ejemplo, si hay un conflicto irresuelto entre la ley que pretende proteger a las ranas y otra regla, o si la facultad para llevar a cabo esta regulación o los procedimientos por los que fue promulgada o se pretende hacer cumplir son dudosos, o si no está claro si se requiere probar algún estado de capacidad para proceder con la infracción, o si una persona es responsable cuando otro, por órdenes del primero, captura dichas ranas. Pero incluso, los cazadores de ranas y sus abogados deberán también enfrentarse a incertidumbres que ni son lingüísticas ni jurídicas, tales como si las autoridades ejercerán su facultad discrecio-nal para denunciar, o si un determinado testigo declarará ante el tribunal, etcétera.
Dichas indeterminaciones no lingüísticas surgen porque la vida y los sistemas jurídicos son complejos. Pero como la gente tiene la posibilidad de seleccionar sus palabras, esto alentaría a pensar que al menos la indeterminación lingüística podría ser erradicada por el uso cuidadoso del lenguaje. Posiblemente por eso, los redactores de la ley de protección de las ranas tuvieron cuidado en evitar utilizar términos imprecisos tales como "rana adulta" o "rana grande". Ahora bien, el hecho de que los legisladores fracasen al intentar eliminar la indeterminación lingüística, ¿qué es lo que esto demuestra para el Derecho y para el lenguaje?: que la indeterminación al parecer es algo constante y difícil de ignorar.
VAGUEDAD

La vaguedad que poseen las palabras, puede interpretarse como un problema en algunas situaciones y como una ventaja en otras.
Cuando se analiza el tema de los límites del significado, además del problema de la ambigüedad de las palabras, se puede encontrar el de la vaguedad. La polisemia se constituye como un problema pero es relativamente fácil de solucionar, especificando los distintos significados de la expresión y remarcando las condiciones bajo las cuales está siendo usada dicha expresión.
A diferencia de ello, la vaguedad requiere de un análisis más complejo.

La vaguedad de las palabras

Se dice que un término es vago cuando se presentan casos en los que no se sabe si cabe la aplicación o no del mismo. Esta situación no se debe a una falta de concimiento sino a la falta de especificidad que se puede observar en algunos casos en los que una palabra es usada de manera muy general.
Las causas de la vaguedad pueden ser muy variadas ya que en algunas palabras proviene de la naturaleza misma del lenguaje, mientras que en otras aparece sólo en circunstancias especiales.

ANOMALÍA SEMÁNTICA

Recordemos que nos centramos únicamente en este concepto según la gramática generativa. En un primer acercamiento apreciamos una total ausencia del tratamiento de este problema, pues si bien N. Chomsky en su primera formulación distingue entre agramatical (desviación sintáctica) y asemántico (desviación semántica), postula que únicamente el primer aspecto es el que incumbe a la gramática, ya que debe evitarlo.
Pero J. J. Katz y J. A. Fodor abordaron de manera explícita la cuestión de las anomalías semánticas. Efectivamente, observaron que una de las facetas de la capacidad semántica del hablante es la de descubrir anomalías semánticas. Consecuentemente, afirman la necesidad de «una teoría semántica que señale las diferencias entre oraciones semánticamente anómalas y oraciones semánticamente regulares»
Así pues, para ellos las anomalías semánticas forman parte de una teoría semántica que «describe y explica la capacidad interpretativa de los hablantes: al explicar lo que hacen para determinar el número y el contenido de las interpretaciones de una oración; al descubrir anomalías semánticas; al decidir sobre las relaciones de paráfrasis entre oraciones, y al marcar cualquier otra propiedad o relación semántica que intervenga en aquella capacidad»^. Por tanto, la explicación de la anomalía es uno de los objetivos de esta teoría.
Pero, ¿qué se entiende por anomalía semántica? Precisamente al incorporar a su gramática las teorías semánticas de J. J. Katz y J. A. Fodor, N. Chomsky se encuentra en la necesidad de establecer la subcategorización' y —lo que para nosotros es de mayor interés— la subcategorización estricta* y la subcategorización seleccional'. Con ello se siente impulsado a introducir la noción de «grados de gramaticalidad». Así pues, si la agramaticalidad resulta cuando se viola alguna regla del componente generativo, esta violación tendrá una gradación de mayor a menor, según la regla que se infrinja.
Es en su obra Aspectos de la teoría de la sintaxis donde estableció una jerarquización en las desviaciones proponiendo tres grados según la jerarquía de la regla violada:
a) Desviaciones que violan las reglas de categorización.
b) Desviaciones que violan las reglas de subcategorización estricta.
c) Desviaciones que violan las reglas selectivas.
Son muchas las opiniones respecto de si todas estas desviaciones serían gramaticales, puesto que rompen una de las reglas de la gramática (sintaxis) o si se podrían encasillar las del apartado c) en la semántica. El propio N. Chomsky afirma': « [...] se podría proponer excluir de la sintaxis las reglas selecciónales y atribuir su función al comp Hjnente semántico.» De esta forma quedaría que los dos prime ros grupos de desviaciones corresponden a las formas agramaticales, mientras que el último grado abarcaría las anomalías semánticas.
En esta misma línea se encuentran T. Todorov y McCawley. Este último difiere abiertamente de N. Chomsky al afirmar que las restricciones selectivas son de naturaleza semántica y no sintáctica. Asimismo G. Leech, aunque amplía el concepto de anomalía semántica, afirma que «las violaciones de las restricciones selectivas constituyen una categoría importante de la anomalía semántica». Para él la anomalía semántica «se presenta cuando uno de los argumentos o el predicado de una predicación contiene o bien un desacuerdo entre rasgos contrapuestos, o bien dos predicaciones degradadas que son incoherentes»'. Recordemos que T. Todorov distingue entre las anomalías combinatorias —propiamente semánticas— y las anomalías lógicas, etc. No nos vamos a detener en estas divergencias conceptuales que han dado origen a diversas teorías, pues no entran dentro de nuestros propósitos de estudio.
Tras esta somera exposición, ahora ya podemos decir cuál es la concepción de anomalía semántica que hemos seleccionado para nuestro estudio. Adoptamos la concepción de anomalía semántica en cuanto que violación de las reglas selectivas. Una mayor precisión la llevamos a cabo en el apartado 2.
No podemos concluir este rápido recorrido por las teorías sobre las anomalías semánticas sin hacer alusión a las posturas que, en otra perspectiva de tratamiento, supeditan la existencia o no de tales anomalías semánticas al contexto. Así, T. Todorov' afirma que «la lengua tiene un medio para suprimir el carácter anómalo de una expresión. Este medio puede ser llamado, por analogía, la modaíización». A partir de esto S. Gutiérrez
Ordóñez concluye que: «Tras las aportaciones de Todorov y McCawley, [...] existen algunas restricciones selectivas que son obligatorias para todo mensaje posible, mientras que la mayoría admite su suspensión en casos determinados sin que la anomalía semántica se produzca»'.
Por su parte A. J. Martínez '<• afirma que «toda desviación semántica puede abocar, en la interpretación, a un absurdo o a una figura», pero «la diferencia entre ambos tipos de desviaciones no depende de las propiedades inherentes a la desviación misma (de sus "grados", como opina la G. G. T...), sino de la ausencia o de la presencia de un contexto o situación apropiados para, a partir de ellos, asignarle a la desviación un sentido».
En esta misma línea de conferir tal papel al contexto, A. J. Greimas afirma: «En efecto, el contexto, en el momento mismo en que se realiza en el discurso, funciona como un sistema de compatibilidades e incompatibilidades entre las figuras sémicas que acepto o no reunir, residiendo la compatibilidad en el hecho de que dos núcleos sémicos pueden combinarse con un mismo sema contextual.» De aquí su concepción de las isotopías. Efectivamente se puede comprobar que anomalías que en situaciones normales son tales, dejan de serlo en determinados contextos como el lenguaje.

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