GABRIEL
GARCÍA MÁRQUEZ
(Aracataca, Colombia, 6 de marzo de 1928)
Novelista colombiano. Afincado desde muy joven en la capital de Colombia,
Gabriel García Márquez estudió derecho y periodismo en la universidad Nacional
e inició sus primeras colaboraciones periodísticas en el diario El Espectador.
A los veintisiete años publicó su
primera novela, La hojarasca, en la que ya apuntaba los rasgos más
característicos de su obra de ficción, llena de desbordante fantasía. A partir
de esta primera obra, su narrativa entroncó con la tradición literaria
hispanoamericana, al tiempo que hallaba en algunos creadores estadounidenses,
sobre todo en William Faulkner, nuevas fórmulas expresivas.
Comprometido con los movimientos de
izquierda, Gabriel García Márquez siguió de cerca la insurrección guerrillera
cubana hasta su triunfo en 1959. Amigo de Fidel Castro, participó por entonces
en la fundación de Prensa Latina, la agencia de noticias de Cuba. Tras la
publicación de dos nuevos libros de ficción, en 1965 fue galardonado en su país
con el Premio Nacional.
Sólo dos años después, y al cabo de no
pocas vicisitudes con diversos editores, García Márquez logró que una editorial
argentina le publicase la que constituye su obra maestra y una de las novelas
más importantes de la literatura universal del siglo XX, Cien años de soledad.
La obra, en la que trabajó más de
veinte años, recrea a través de la saga familiar de los Buendía la peripecia
histórica de Macondo, pueblo imaginario que es el trasunto de su propio pueblo
natal y al tiempo, de su país y su continente. De perfecta estructura circular,
el relato alza un mundo propio, recreación mítica del mundo real de
Latinoamérica que ha venido en llamarse «realismo mágico», por el encuentro
constante de elementos realistas con apariciones y circunstancias fantasiosas.
Esta fórmula narrativa entronca con la tradición literaria latinoamericana,
iniciada con las crónicas de los conquistadores, plagadas también de leyendas y
elementos sobrenaturales originados por el profundo choque entre el mundo
conocido y la cultura de los españoles que emigraban y la exuberante y extraña
presencia del continente latinoamericano.
Tras una temporada en París, en 1969
se instaló en Barcelona, donde entabló amistad con intelectuales españoles,
como Carlos Barral, y sudamericanos, como Vargas Llosa. Su estancia allí fue
decisiva para la concreción de lo que se conoció como boom de la literatura
hispanoamericana, del que fue uno de sus mayores representantes.
En 1972 Gabriel García Márquez obtuvo
el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, y pocos años más tarde
regresó a América Latina, para residir alternativamente en Cartagena de Indias
y Ciudad de México, debido sobre todo a la inestabilidad política de su país.
Su prestigio literario, que en 1982 le
valió el Premio Nobel de Literatura, le confirió autoridad para hacer oír su
voz sobre la vida política y social colombiana. Su actividad como periodista
queda reflejada en Textos costeños, de 1981, Entre cachacos, de 1983,
compendios de artículos publicados en la prensa escrita, o Noticias para un
secuestro, amplio reportaje novelado editado en 1996 que trata de la dramática
peripecia de nueve periodistas secuestrados por orden del narcotraficante Pablo
Escobar. Relato de un náufrago, reportaje sobre un caso real publicado en forma
de novela en 1968, constituye un brillante ejemplo de «nuevo realismo» y
refleja su capacidad para cambiar de registro.
En cine ha intervenido en la redacción
de numerosos guiones, a veces adaptaciones de sus propias obras, y desde 1985
comparte, con el cineasta argentino Fernando Birri, la dirección de la Escuela
Internacional de Cine de La Habana.
Entre
sus obras se encuentran:
La hojarasca. 1955.
El coronel no tiene quien le escriba.
1961.
La mala hora. 1962.
Los funerales de la Mamá Grande. 1962.
Cien años de soledad. 1967.
Monólogo de Isabel viendo llover en
Macondo. 1969.
Relato de un náufrago. 1970.
La increíble y triste historia de la
cándida Eréndira y de su abuela desalmada. 1972.
Chile, el golpe y los gringos. 1974.
Ojos de perro azul. 1974.
Cuando era feliz e indocumentado.
1975.
El otoño del patriarca. 1975.
Todos los cuentos. 1975.
Obra periodística. Vol. 1: Textos
costeños. 1981.
Obra periodística. Vol. 2: Entre
cachacos. Por la libre.
Obra periodística 4 (1974-1995).
Crónica de una muerte anunciada. 1981.
El rastro de tu sangre en la nieve: el
verano feliz de la señora Forbes. 1982.
Viva Sandino. 1982.
El secuestro (guión).1982.
El asalto: el operativo con el que el
FSLN se lanzó al mundo, 1983.
Eréndira (guión de su propia novela),
1983.
El amor en los tiempos de cólera.
1985.
El general en su laberinto. 1989.
Doce cuentos peregrinos. 1992.
Del amor y otros demonios. 1994.
Noticia de un secuestro. 1997
Vivir para contarla. 2002
Memoria de mis putas tristes. 2004
Cien años de soledad
Publicada en 1967, Cien años de
soledad relata el origen, la evolución y la ruina de Macondo, una aldea
imaginaria que había hecho su aparición en las tres novelas cortas que su autor
había publicado con anterioridad. Estructurada como una saga familiar, la
historia de la estirpe de los Buendía se extiende por más de cien años, y
cuenta con seis generaciones para hacerlo.
La crónica de los Buendía, que acumula
una gran cantidad de episodios fantásticos, divertidos y violentos, y la de
Macondo, desde su fundación hasta su fin, representan el ciclo completo de una
cultura y un mundo. El clima de violencia en el que se desarrollan sus
personajes es el que marca la soledad que los caracteriza, provocada más por
las condiciones de vida que por las angustias existenciales del individuo.
El realismo mágico (también llamado lo
real maravilloso) hace posible que la objetividad de la vida material se vea
matizada por la subjetividad de la fantasía. Lo insólito (situaciones parecidas
a los cuentos de hadas, levitaciones, premoniciones, la extrasensorialidad
presente) da lugar a una atmósfera mágica que atenúa la miseria social y
humana, de forma que lo mágico subraya la dureza y desajuste de la realidad, la
violencia que domina la vida cotidiana.
Argumento
Dos familias, la de los Buendía y los
Iguarán, han acabado por dar luz a un muchacho con cola de iguana a fuerza de
casarse entre sí. Úrsula Iguarán, recién casada con José Arcadio Buendía, se
niega a que el matrimonio se consume por temor a que también les nazca un hijo
con cola. Ello da pie a que Prudencio Aguilar eche en cara José Arcadio su poco
valor. José Arcadio acaba matándole por su provocación, pero el muerto se le
aparece constantemente.
Huyendo del fantasma del muerto, y al
frente de un grupo de compañeros, José Arcadio llega a una aldea de apenas
"veinte casas de barro y cañabrava construida a la orilla de un río"
y se queda a vivir en ella. Esta aldea se llama Macondo, mítico escenario de
ésta y otras obras del autor. El único contacto que sus habitantes tienen con
el exterior lo constituyen las periódicas visitas de unos gitanos capitaneados
por un tal Melquíades, que, además de conocer el sánscrito, introducen en
Macondo el hielo y el imán.
El libro se inicia, precisamente
cuando Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel
Aureliano Buendía, hijo de José Arcadio, recuerda aquella tarde remota en que
su padre lo llevó a conocer el hielo. Así comienza el libro, pero no la historia,
que abarca, en realidad, cuatrocientos años y nos informa acerca de
innumerables antepasados de José Arcadio y de su esposa Úrsula, revelando en su
construcción, como gran parte de la narrativa hispanoamericana del momento, la
influencia de Faulkner: su acción no avanza de manera cronológica, sino a
brincos, por flashes que nos permiten conocer fragmentos de ella y sólo luego,
al final, proporcionamos una visión global.
El suceso más antiguo relatado en la
obra ocurre en 1573, en una casa de Riohacha asaltada por Francis Drake.
Después del asalto del inglés, una antepasada de Úrsula, casada con un aragonés
trasplantado a Colombia, se asusta tanto que comienza a sufrir pesadillas
protagonizadas por el pirata penetrando con sus perros por las ventanas del
dormitorio. Para ahuyentar las pesadillas, el matrimonio se traslade a una
ranchería del interior, donde conocen a los Buendía, unos criollos cultivadores
de tabaco.
Un tataranieto del criollo se casa con
una tataranieta del aragonés, y a partir de entonces las familias no dejarán de
mezclar su sangre a lo largo de los tres siglos siguientes, hasta llegar a los
ya citados José Arcadio y Úrsula, que tienen tres hijos: José Arcadio,
Aureliano y Amaranta. El viejo José Arcadio muere loco de tanto estudiar, atado
a un árbol del patio, y tras su muerte cae lluvia de flores. No es éste el único
momento mágico de la novela.
José Arcadio hijo se casa con Rebeca,
una prima lejana, por lo que su madre, encolerizada porque teme que puedan
tener hijos con cola de iguana, la echa de casa. Cuando José Arcadio aparece
muerto, Rebeca se encierra en la casa donde vivirá con Arcadio, un hijo
bastardo que José Arcadio ha tenido con Pilar Ternera, una mujer del pueblo que
también le ha dado un hijo (José Aureliano) a su hermano Aureliano.
Antes de morir fusilado por liberal,
este Arcadio tendrá tres hijos con Santa Sofía de la Piedad: Remedios, José
Arcadio Segundo y su gemelo Aureliano Segundo. A Remedios, que es muy bonita
pero no brilla por su inteligencia, le pasa lo mismo que a su tía abuela
Amaranta: los hombres que a ella le gustan no la quieren, y los que la quieren
no le gustan. Cuando muere, después de habérsele muerto todos los novios, sube
al cielo.
Respecto a Aureliano, se casó con una
hermosa niña llamada también Remedios, la cual muere de un mal embarazo antes
de cumplir un año. Aureliano organiza un ejército del que se nombra coronel y
se marcha a luchar contra los conservadores. En el transcurso de veinte años
participará en treinta y dos guerras civiles, que perderá indefectiblemente
debido a la tristeza que le embarga, por lo que al final, cansado, firma la paz
y regresa a Macondo, donde pasa el tiempo confeccionando pescaditos de oro, lo
mismo que hacía antes de casarse, que luego deshace como Penélope hacía con su
tela. Ello no le impide tener diecisiete hijos, uno de los cuales, llamado
también Aureliano, será quien lleve el tren a Macondo.
Aureliano Segundo se enamora de
Fernanda, una mujer muy hermosa, reina de Madagascar, emparentada con los
Duques de Alba, que aparece en Macondo durante el carnaval. A pesar de que
ignora donde vive, Aureliano Segundo sale en su busca, la encuentra, se casan y
viven felices en la casa de Úrsula, a pesar de que el matrimonio corre peligro
de naufragar porque Aureliano mantiene relaciones extraconyugales con Petra
Cocer; pero como ésta les abastece de ganado, Fernanda acepta el hecho sin
pestañear. El matrimonio tiene tres hijos: Meme, José Arcadio Tercero (al que
la vieja Úrsula manda a estudiar a Roma para que llegue a ser Papa), y Amaranta
Úrsula.
José Arcadio Segundo es nombrado
capataz de una compañía platanera dirigida por extranjeros, e interviene en una
huelga con tres mil compañeros que morirán ametrallados en la plaza de la
estación de Macondo. Único superviviente de la matanza, hasta la muerte de su
hermano gemelo vivirá encerrado en una habitación donde se encuentran varias
docenas de bacinillas.
Comienza a llover, una lluvia que ha
de durar cuatro años, y cuando deja de hacerlo el ganado proporcionado por
Petra ha muerto y la casa se ha reblandecido. Lo poco que aún queda de ella lo
derriba Aureliano Segundo buscando la hipotética fortuna de la vieja Úrsula.
Los únicos a quienes el temporal no ha afectado son Aureliano Babilonia,
bastardo de Meme, y Amaranta Úrsula, la hija menor de Fernanda. Al poco tiempo,
muere Amaranta, que ha hecho un pacto con la muerte durante un concierto de
Meme; después muere Rebeca y después Arcadio Segundo. El mismo día, su madre,
tal como le había prometido, degüella a su gemelo, para evitar que le entierren
vivo.
En la casa sólo quedan Aureliano
Babilonia, el bastardo de Meme, al que Fernanda, avergonzada, ha ocultado, y
Fernanda, que pasa el tiempo escribiendo a sus hijos todas las fantasías que se
le ocurren. Sintiendo próxima la muerte, se viste de reina y muere con toda
dignidad, tras haber escrito unas memorias que llega al estudiante de papa, que
vuelve meses después a Macondo sin haber aprobado los estudios. Éste encuentra
la fortuna de Úrsula y la gasta con un grupo de chiquillos, pero un día se
enfada, los azota y los echa de la casa. Después de una supuesta
reconciliación, los chiquillos lo ahogan en la bañera durante una de sus
fiestas.
Aureliano Babilonia, que lee cuanto
cae en sus manos, queda solo en la casa con Amaranta Úrsula, abandonada por su
marido, un belga que sueña con el correo aéreo y que, aunque va a todos lados
atado por un hilo de seda a la muñeca de su mujer, la deja para ir en busca de
un avión perdido. Al quedar solos, Aureliano Babilonia y Amaranta Úrsula, que
ignoran su parentesco, se enamoran y tienen un hijo, que nace con la consabida
cola. Amaranta muere de una hemorragia y Aureliano se emborracha y es recogido
en la calle por una antigua amante.
Cuando regresa por la mañana a su
casa, las hormigas se han comido al niño. Al final, un ciclón se lleva la casa
por los aires, mientras Aureliano lee en unos pergaminos del gitano Melquíades
la historia de la familia y la profecía de que no durará más que el tiempo de su
lectura: "antes de llegar al verso final ya había comprendido que no
saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos
(o espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los
hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los
pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre,
porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda
oportunidad sobre la tierra".
Macondo quiere ser sin duda un espejo
de la realidad de cuanto ocurre no solamente en Colombia, sino en toda
Sudamérica, que ha vivido en su soledad, aislada del resto del mundo, con el
que sólo ha mantenido esporádicos contactos (los gitanos de Melquíades, que la
conquistan a base de maravillas perfectamente comparables con los abalorios y
chucherías de que siempre se sirvieron misioneros y conquistadores), pero todo
esto tendría escaso valor si no contara con su extraordinaria fabulación, con
toda esa magia que se confunde de continuo con la realidad, dando lugar a un
mundo mítico creado mediante un lenguaje de gran fuerza expresiva.
La saga de los Buendía
Cien años de soledad, En 1967 apareció
Cien años de soledad, la novela más leída y admirada de García Márquez, que ha
sido calificada por Vargas Llosa como "el Amadís de América". La obra
desarrolla la saga de una familia, los Buendía, que fundan una ciudad llamada
Macondo en una región que los pantanos y la selva hacen inaccesible para el
resto del mundo. Empieza cuando José Arcadio Buendía y su prima hermana Úrsula
Iguarán se casan a pesar del tabú y dan origen, en la ciudad por ellos fundada,
a una estirpe condenada a cien años de pasiones, revoluciones y soledades,
estirpe que reincide en el incesto y que se extingue al fin con un vástago con
cola de cerdo.
Saga Familiar de los Buendía: Primera
generación: José Arcadio Buendía, Úrsula Iguarán; Segunda generación: José
Arcadio, Coronel Aureliano Buendía, Amaranta, Rebeca; Tercera generación:
Arcadio, Aureliano José Aurelianos; Cuarta generación: Remedios la bella, José
Arcadio Segundo, Aureliano Segundo; Quinta generación: Renata Remedios (Meme),
José Arcadio, Amaranta Úrsula; Sexta generación: Aureliano Babilonia; Séptima
generación: Aureliano.
MARIO
VARGAS LLOSA
(Arequipa, Perú, 1936) Escritor
peruano. Mario Vargas Llosa pasó su infancia entre Cochabamba (Bolivia) y las
ciudades peruanas de Piura y Lima.
A los dieciséis años inició su carrera
literaria y periodística con el estreno del drama La huida del Inca (1952).
Poco después ingresó en la Universidad de San Marcos de Lima, donde cursó
estudios de literatura. Viajó a Europa, donde empezó a trabajar en la Radio
Televisión Francesa y fue profesor en el Queen Mary College de Londres.
Vargas Llosa publicó su primera obra,
Los jefes (1959), con veintitrés años apenas, y con la novela La ciudad y los
perros (1962) se ganó ya un prestigio entre los escritores que por aquel
entonces gestaban el inminente «boom» literario iberoamericano. Estableció su
residencia primero en París y luego en Londres (1867), de donde se trasladó a
Washington y Puerto Rico.
Su madurez literaria llegó con La casa
verde (1966), verdadera exhibición de virtuosismo literario, cuya prosa integra
abundantes elementos experimentales, tales como la mezcla de diálogo y
descripción y la combinación de acciones y tiempos diversos, recursos que
empleó también en parte en Los cachorros (1967) y en Conversación en la
catedral (1969), áspero retrato de la dictadura peruana de Manuel Odría.
En su quehacer novelístico posterior
destacan Pantaleón y las visitadoras (1973), La tía Julia y el escribidor
(1977), La guerra del fin del mundo (1981), en la que aborda la problemática
social y religiosa de Iberoamérica, y ¿Quién mató a Palomino Moreno? (1986),
basada en una investigación policial.
La labor de Mario Vargas Llosa como
crítico literario se refleja en sus ensayos García Márquez: historia de un
deicidio y La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary (1975). En 1976, con
José María Gutiérrez, codirigió la versión cinematográfica de su novela
Pantaleón y las visitadoras.
En 1977 fue nombrado miembro de la
Academia Peruana de la Lengua y profesor de la cátedra Simón Bolívar en
Cambridge. Impulsor del partido Frente Democrático, Mario Vargas Llosa se
presentó como cabeza de lista en las elecciones peruanas de 1990, en las que
fue derrotado por Alberto Fujimori.
Otras obras suyas son La señorita de
Tacna (1981), Contra viento y marea (1983), Historia de Mayta (1984) y El
hablador (1988). En 1994 recopiló sus colaboraciones periodísticas en Desafío a
la libertad y en 1997 apareció su novela erótica Los cuadernos de don
Rigoberto, en la misma línea de su anterior Elogio de la madrastra (1988).
Obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1986, el Premio Planeta
de 1993 por Lituma en los Andes y el Premio Cervantes en 1995. Desde 1984 es
miembro de la Real Academia Española.
La ciudad y los perros
La ciudad y los perros es la primera
novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura
2010. Galardonada con el Premio Biblioteca Breve en 1962, fue publicada en 1963
y se le otorgó el Premio de la Crítica Española. Originalmente el autor la
tituló La morada del héroe y luego Los impostores. Su importancia es
trascendental pues abrió un ciclo de modernidad en la narrativa peruana. A la
par con otras obras de diversos autores de Latinoamérica, dio inicio al llamado
“boom latinoamericano”. Ha tenido múltiples ediciones y ha sido traducida a
decenas de idiomas. Su título en lengua inglesa es The Time of the Hero.
Esta obra está ambientada en el
Colegio Militar Leoncio Prado, donde adolescentes y jóvenes internos reciben
formación escolar secundaria bajo una severa disciplina militar. Se narran las
diferentes historias de unos muchachos que descubren y aprenden a convivir con
una forma de vida alienante que no les permite desarrollarse como personas, y
donde se les somete y humilla. No obstante, a través de este sistema, algunos
encuentran la fortaleza necesaria para asumir sus retos.
Vargas Llosa critica la forma de vida
y cultura castrenses, donde se potencian valores determinados (agresividad,
valentía, hombría, sexualidad, etc.) que mutilan el desarrollo personal de los
muchachos de ese internado. Con gran profusión de personajes, las vidas de
estos se van entrecruzando, hasta tejer el tapiz de la obra. El nudo del relato
se concentra en torno al robo de las preguntas de un examen, que es delatado
por un cadete apodado el Esclavo, quien luego muere, presumiblemente a manos de
otro cadete apodado El Jaguar. Otro cadete, el Poeta, tratará infructuosamente
de denunciar al Jaguar. Todo ello enfrentará a los cadetes entre sí, y a todos
ellos con las autoridades del Colegio, que son a la vez oficiales del ejército.
El epílogo de la novela certifica lo que ha sido el colegio para los
protagonistas: una estación de paso que los ha formado o deformado, para
integrarlos a la sociedad civil.
La obra narra las vivencias de los
alumnos internos del Colegio Militar Leoncio Prado en especial de Alberto
Fernández “el Poeta”, El Jaguar, Ricardo Arana “el Esclavo”, el serrano Cava,
El Boa, el Rulos, el brigadier Arróspide y el negro Vallano, los cuales cursan
el último año de secundaria, primera sección, y están deseosos de salir de una
vez del hoyo en donde se encuentran. De todos ellos, el más apocado es Ricardo
Arana, por lo que siempre resulta humillado por sus congéneres, recibiendo por
ello el apodo de “El Esclavo”; es el único que no logra adaptarse y se siente
ajeno a todo el colegio a pesar de convivir día y noche con sus compañeros en
las aulas y en las cuadras (dormitorios).
Todos los días los alumnos se levantan
temprano para formarse y recibir sus clases. El teniente Gamboa dirige la
formación y castiga a los tres últimos en alinearse. El estilo de vida de los
internos es pesado y denigrante para algunos. La narración se remonta a tiempo
atrás, cuando Alberto Fernández y sus compañeros recién ingresan al colegio
para cursar el tercer año de secundaria, y reciben "el bautismo" por
parte de los alumnos de cuarto, del que también participan los de quinto. Este
"bautismo" consistía en tratarlos de forma denigrante, como a
"perros", apelativo con que se les conocía a los alumnos de grados
inferiores. El Jaguar es el único al que no le pueden “bautizar”, pues se opone
con violencia e incluso vence en la pelea a un alumno de cuarto. Como el
“bautismo” duraba un mes, El Jaguar y los alumnos de su misma sección deciden
formar un "Círculo", para defenderse y vengarse de los alumnos de
cuarto año. El "Círculo" es descubierto por el teniente Gamboa y toda
la sección es castigada. No obstante, El Jaguar mantiene el grupo, pero
reducido a sus tres amigos más cercanos: el serrano Cava, el Rulos y el Boa.
Todos ellos, entre otras “hazañas”, roban uniformes para revenderlos, organizan
el ingreso de licor y material prohibido en el Colegio (revistas eróticas,
cigarrillos, etc.), realizan juegos de dados y naipes, y planifican el robo de
las respuestas de los exámenes; la novela empieza precisamente en el momento en
que se realiza el robo del examen de química. Pero el serrano Cava, a quien se
le encarga tal misión, no tiene cuidado y rompe el vidrio de una ventana, por
lo que los del “Círculo” temen ser descubiertos. Sin embargo, confían en que
todos sean discretos y no delaten nada. Pero esa misma noche, El Esclavo y
Alberto se hallan de imaginarias (guardias por turnos) y se enteran del robo.
Alberto y El Esclavo empiezan a
hacerse amigos y se cuentan sus intimidades. El Esclavo deseaba salir el fin de
semana para visitar a una chica llamada Teresa, vecina suya, de la que estaba
enamorado, pero a la que aún no se atrevía a declararse. Alberto, conocido como
el Poeta, era muy solicitado por los cadetes para escribir cartas de amor a las
enamoradas y novelitas eróticas, y el Esclavo le pide que le escriba unas
cuantas cartas. Durante el examen de química, un papel enrollado con las
respuestas del examen cae en la carpeta de Alberto, pero Gamboa lo descubre y
ordena al responsable ponerse de pie. El Esclavo se levanta declarándose culpable
y Gamboa le confina a no salir el fin de semana. Ese mismo sábado Alberto
decide aprovechar su salida para ir donde la célebre “Pies Dorados”, una
meretriz del jirón Huatica, en el distrito de La Victoria; al mismo tiempo se
ofrece para llevar una carta del Esclavo para Teresa, quien vivía en el
distrito de Lince. Alberto invita al cine a Teresa, y empieza a enamorarse de
ella, aunque en el fondo se siente mal por faltarle así a su amigo. Regresa a
casa, en Miraflores, a pasar la noche, ya sin ganas de ir donde la “Pies
Dorados”.
Como era de temer, se descubre el robo
de las preguntas del examen de química, y el teniente Gamboa confina a los
alumnos que estaban de imaginarias esa noche, es decir, al Esclavo y Alberto,
impidiéndoseles la salida hasta que descubriesen al responsable. El Esclavo,
quien ya tenía una seguidilla de confinamientos, no aguanta más el castigo y en
vez de “tirar contra” (salir furtivamente del colegio), prefiere delatar al
culpable, Cava; éste es degradado y expulsado. Dicho castigo era terrible pues
el alumno así expulsado perdía todos los años que había cursado.
El Jaguar y los demás del Círculo
juran descubrir al soplón (delator) y darle un merecido castigo. Mientras
tanto, El Esclavo obtiene permiso para salir del Colegio esa misma tarde y
poder así visitar a Teresa. Alberto siente celos, porque también se ha
enamorado de Teresa y escapa del colegio para adelantarse al Esclavo. Cuando
llega donde Teresa se entera que aún no la había visitado el Esclavo. Alberto
aprovecha la ocasión para declarar su amor y Teresa le corresponde. El Esclavo
no llega a visitar a Teresa pues sus padres le impiden salir de casa.
La vida en el colegio parece seguir su
rutina habitual, pero ocurre entonces un incidente trágico. Durante una salida
de práctica de tiro, hacia un descampado en las afueras del colegio, el
teniente Gamboa hace las formaciones para escalar una pequeña elevación de
terreno, pero en el momento de la maniobra, un alumno cae desplomado al suelo.
Era El Esclavo; nadie lo nota hasta momentos después, cuando lo descubren
gravemente herido. Una bala, al parecer de manera accidental, le había
impactado en la cabeza.
El Esclavo es llevado a la clínica del
colegio pero fallece poco después. Se celebran sus exequias ante todo el
colegio. Los oficiales del colegio explican que el cadete fue víctima de su
propio error, al enredarse con el gatillo de su arma y caer al suelo,
disparándose; en realidad ocultan el hecho comprobado de que el disparo había
venido de atrás. Sospechan un error en las maniobras y responsabilizan a Gamboa
y a los otros oficiales por no ser cuidadosos, pero a fin de evitar un
escándalo, mantienen la tesis oficial del error del cadete.
Toda la sección queda impactada por el
suceso. Alberto no cree en la versión oficial de la muerte y empieza a
sospechar que fue un acto de venganza del Círculo, por lo de la delación del
robo del examen de química. El hecho de que El Jaguar se hallara inmediatamente
detrás del Esclavo al momento de las maniobras le hace convencer más en su sospecha.
Atormentado por esta idea sale del colegio y se dirige donde Teresa, a quien
cuenta el triste suceso; ella, confundida ante tal noticia, se limita a
responderle que conocía muy poco a Ricardo, pese a que era su vecino, y trata
de consolar a Alberto, preguntándole qué otra cosa más le preocupaba. Alberto
se molesta con Teresa, creyéndola indiferente ante la muerte de su amigo, y
ambos terminan peleando. Al final Alberto se despide de Teresa, con el
presentimiento de que ya no la volvería a ver más.
Alberto visita al teniente Gamboa en
su domicilio y acusa al Jaguar del asesinato del Esclavo. A la vez, delata el
tráfico de licor y cigarrillos, los juegos de dados y el robo de uniformes que
el Círculo realiza a escondidas en las cuadras. Gamboa trata de llevar el caso
a una real investigación; por lo pronto empieza por encerrar al Jaguar en un
calabozo de la Prevención, y realiza una inspección en las cuadras, donde
comprueba lo dicho por Alberto, pero en cuanto a la acusación de asesinato,
esta no prospera por falta de pruebas concretas. Alberto insiste en su
denuncia; entonces el oficial de mayor graduación, un coronel, le llama a su
oficina y le exige que deje de insistir pues de lo contrario su versión sería
fácilmente rebatida, ya que la inspección realizada en las cuadras sacó también
a luz sus muy solicitadas “novelitas eróticas”, lo que demostraría su gran
imaginación y su nula confiabilidad como testigo. Además, sería expulsado por
pervertido sexual y ningún colegio lo recibiría. Alberto declina entonces y no
insiste más en su denuncia. Por el momento es recluido en el calabozo donde
estaba El Jaguar, a la espera de la orden del teniente para enviarlo de regreso
a la cuadra. El Jaguar y Alberto discuten. En todo momento el Jaguar niega ser
el asesino del Esclavo; Alberto, por su parte, confiesa que él fue quien le
acusó ante el teniente. Ambos se agarran a golpes, llevando Alberto la peor
parte. Luego de pasar por la enfermería, regresan a la cuadra.
Toda la sección, encabezada por el
brigadier Arróspide, cree que el Jaguar fue quien delató lo del licor y los
cigarrillos, y se vuelven en su contra; varios alumnos lo rodean y lo golpean
brutalmente. A pesar de ello, El Jaguar no delata a Alberto como el verdadero
soplón, pero se siente muy mal al verse tratado así por sus compañeros a
quienes desde un inicio había enseñado a defenderse de los abusos de los
mayores. Por su parte, el teniente Gamboa se siente decepcionado de sí mismo.
El incidente le hace caer en desgracia ante sus superiores, quienes deciden
enviarlo a Juliaca. Antes de su partida, el Jaguar le entrega un escrito,
confesando que mató al Esclavo, creyendo que con esa confesión el teniente
sería rehabilitado, pero éste le responde que ya es demasiado tarde, pues el
Ejército había ya decidido que la muerte de Ricardo fue accidental a fin de
evitar un escándalo mayúsculo; lo único que le pide al Jaguar es que cambie de
actitud y saque algún provecho de lo sucedido.
Más adelante, tiempo después de
terminar el colegio, Alberto, quien ya se ha olvidado de Teresa, se prepara
para ir a los Estados Unidos a medida que los recuerdos del Colegio Leoncio
Prado van haciéndose más distantes, impersonales. Conoce a una nueva integrante
de su barrio, Marcela y se enamora de ella. Por otro lado, El Jaguar consigue
un empleo y se reencuentra con su amor de la infancia, Teresa (la misma que
fuera enamorada fugaz del Esclavo y de Alberto), con quien contrae matrimonio,
cambiando así la imagen que hasta ese momento el lector se había hecho del
Jaguar, convirtiéndose en un personaje más complejo de lo esperado. Lo singular
del relato es que a lo largo de él se intercala la historia del Jaguar previa a
su entrada en el Colegio Militar aunque sin mencionar su apelativo; y solo al
final el lector poco atento a los detalles de la historia se entera que se
trata del mismo.
La casa verde
La casa
verde (1966) es la segunda novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa. La
novela se caracteriza por la asimilación de las nuevas técnicas narrativas de
autores europeos y estadounidenses desarrolladas a lo largo de la primera mitad
del siglo XX. La obra consiguió el Premio Rómulo Gallegos.
En esta
novela confluyen muchas historias que, espacial y temporalmente, se
entrecruzan, se complementan y se enriquecen mutuamente, sin embargo, es
posible distinguir tres historias “base”: la de Don Anselmo, la del Sargento Lituma
y la del bandido Fushía.
Don Anselmo es un forastero que funda
un prostíbulo en Piura, conocido como “La Casa Verde”. Ante ello el cura
García, junto con otros “guardianes de la moral” de la ciudad inician una lucha
frontal contra el “antro de perversión”, al cual terminan por incendiar. Don
Anselmo cae en la miseria y se dedica a tocar el arpa en las cantinas. Años
después, su hija, apodada “La Chunga”, funda otra casa-burdel al cual bautiza
con el mismo nombre de la anterior.
Lituma es un piurano o mangache más
que frecuenta la Casa Verde (la regentada por La Chunga), junto con sus amigos,
tipos vagos y vividores como él, apodados “los Inconquistables”. Tiempo después
se enrola en la Guardia Civil, fungiendo de sargento en el poblado selvático de
Santa María de Nieva. Allí conoce a Bonifacia o “La Selvática”, una lugareña de
ascendencia aguaruna, con quien se casa y regresa a Piura. Pero al reunirse de
nuevo con sus amigos “inconquistables”, recae en las andadas y termina por ser
encarcelado, mientras su esposa se prostituye en la Casa Verde. Al salir de
prisión, Lituma no solo no hace nada para rescatar a su esposa, sino que junto
con sus amigos empieza a vivir a expensas de ella.
Fushía es un contrabandista de origen
japonés, quien junto con una muchacha iquiteña llamada Lalita, se instala en
una isla del río Santiago, cerca de la frontera con Ecuador, donde se dedica a
robar mercaderías a las tribus vecinas. Le ayuda su fiel amigo Aquilino, quien
se encarga de llevarle dinero y víveres a cambio de las mercaderías robadas.
Pero empieza a maltratar a Lalita y esta huye junto con otro prófugo, el
práctico Adrián Nieves, desertor del Ejército. Solitario y víctima de una
repulsiva enfermedad, Fushía es trasladado por su amigo Aquilino al leprosorio
de San Pablo, cerca de Iquitos.
Bonifacia había sido robada por las
monjas y educada en un colegio convento. Cuando llega un nuevo grupo de chicas
– las que las monjas raptan en la primera escena de la obra-, Bonifacia, ya
mujer y ahora al cuidado de sus chicas, las deja huir. Las monjas al enterarse
de su acción desleal, la expulsan del convento.
Bonifacia al quedarse en la calle, se
siente angustiada por que no conoce a nadie y por casualidad halla aposento en
la casa de Lalita, ahora amancebada con Adrián Nieves, la llevara al matrimonio
con el sargento Lituma, amigo de Adrián Nieves. Lalita antes de ser la mujer de
Adrián Nieves fue la amante de Julio Reategui. Todavía adolescente Lalita se
convierte en mujer del japonés Fushía, cuando su madre la vende.
En ese tiempo el Japonés Fushía estaba
en todo su apogeo, tenía toda una isla bajo el control de su ejército de
huambisas y su mujer. Lalita pasaba por momentos de gran peligro cuando el
japonés se entregaba a sus orgías. Más gorda y más contenta que en Santa Maria
De Nieva, Lalita encuentra la vida más fácil con Adrián Nieves y tal vez hasta
placentera.
El sargento Lituma parece “un buen
hombre”, por lo que Lalita induce a Bonifacia a pensar que casarse con él es lo
mejor que le puede pasar. Bonifacia termina casándose con el sargento Lituma.
La pareja de esposos regresa a Piura una vez que el sargento termina su periodo
de conscripción en el ejército. Ya en la ciudad piurana le espera a Bonifacia
la sorpresa más horrible de su vida.
El sargento Lituma resulta ser uno de
los “incorregibles”, grupo de vividores, que no solamente esperan que las
mujeres los mantengan, sino que las obligan a trabajar como “putas” en el
prostíbulo la casa verde.
La chunga es la que regenta el
prostíbulo. La Bonifacia termina convertida en una meretriz apodada “la
selvática”. Esta trabaja para ella y para los cuatro inconquistables de la casa
verde.
La novela finaliza revelando a un
Fushía víctima de lepra, pobre y a merced de aquilino que lo lleva a su destino
final; el leprosorio.
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