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martes, 29 de mayo de 2012

Guía - Módulo III - Literatura Hispanoamericana II



EL MANIFIESTO DE CARTAGENA (Venezuela Tuya)

Documento político escrito por Simón Bolívar el 15 de diciembre en la ciudad de Cartagena de Indias (Colombia). Fundada por el capitán madrileño Pedro de Heredia en 1533, la ciudad colombiana fue la primera provincia del Reino de Nuevo Granada en proclamar su total separación del régimen español. En tal sentido, se llamó "Estado libre y absolutamente independiente", en el acta del 11 de noviembre de 1811. Por tal motivo, se convirtió en el primer lugar a donde primero se dirigieron los patriotas luego de la pérdida de la Primer República a mediados de 1812. Entre éstos figuraba Simón Bolívar, quien salió de Venezuela por el puerto de La Guaira el 27 de agosto de ese año, rumbo a Curazao, en permaneció hasta finales de octubre, cuando partió hacia Cartagena. En dicha ciudad se reunió Bolívar con otros expatriados, con los cuales ofreció sus servicios al gobierno de la Nueva Granada, en carta fechada el 27 de noviembre de 1812 que suscribe junto al letrado Vicente Tejera, ex ministro de la Alta Corte de Justicia de Caracas. Semanas después de enviada esta carta, el 15 de diciembre, Bolívar elabora su Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un caraqueño, documento más conocido como Manifiesto de Cartagena.
En lo que es considerado como su primer gran documento político, Bolívar analiza los errores en los que incurrieron los hombres de la Primera República de Venezuela, tales como la adopción del sistema federal; la debilidad del gobierno; la impunidad de los delitos; la mala administración de las rentas públicas; la falta de conciencia ciudadana para el fiel cumplimiento de los deberes constitucionales y el ejercicio de los derechos; a la ambición de unos pocos y al espíritu de partido que todo lo desorganizó; a lo que además se sumó el terremoto del 26 de marzo de 1812, la influencia de eclesiásticos contrarios a la independencia y la imposibilidad de establecer fuerzas armadas permanentes y bien organizadas bajo un mando único. Concluye Bolívar en su manifiesto con las siguientes palabras: "... Corramos a romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen en las mazmorras, siempre esperando su salvación de vosotros: no burléis su confianza: no seáis insensibles a los lamentos de vuestros hermanos. Id veloces a vengar al muerto, a dar vida al moribundo, soltura al oprimido y libertad a todos." La primera edición del Manifiesto de Cartagena (bajo el título original ya mencionado de "Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un caraqueño") se realizó en la imprenta de Diego Espinoza en aquella misma ciudad, en 1813, probablemente muy a comienzos de ese mismo año.

MANIFIESTO DE CARTAGENA (Wikipedia)

El Manifiesto de Cartagena es un documento escrito por Simón Bolívar en el marco de la Independencia de Colombia y de Venezuela, luego de la caída de la Primera República, explicando con gran detalle y precisión las causas de esta pérdida. Fue escrito en Cartagena de Indias (Colombia), el 15 de diciembre de 1812. Se dice que es el primer gran documento de Bolívar entre muchos otros.
Causas Del Manifiesto de Cartagena:
-           Entre las causas políticas, económicas, sociales y naturales mencionadas por Bolívar destacan:
-           La ausencia de un gobierno centralizado
-           El terremoto del 26 de marzo de 1812.
-           La adopción del sistema tolerante.
-           La debilidad del gobierno ante el enemigo.
-           La desmoralización de las tropas americanas.
-           La falta de un ejército organizado.
-           La impunidad de los delitos.
-           La influencia del clero.
-           La naturaleza de la Constitución venezolana.
-           La oposición a levantar tropas veteranas y disciplinadas.
-           La situación económica crítica del país.

Situación de Bolívar en el momento de escribir el documento

Bolívar fue autorizado por Monteverde a trasladarse el 27 de agosto de 1812 a la isla de Curazao, ocupada por los ingleses, en la goleta española Jesús, María y José junto con José Félix Ribas, Vicente Tejera y Manuel Díaz Casado, donde permaneció un corto período.
Después se trasladó a Cartagena de Indias, en Nueva Granada, donde el proceso independentista se había iniciado el 20 de julio de 1810 y había desembocado en la formación de varías Juntas supremas que rivalizaban entre sí. En este panorama compuso un manuscrito conocido como el Manifiesto de Cartagena, en el cual hizo un análisis político y militar de las causas que provocaron la caída de la Primera República de Venezuela y exhortaba a la Nueva Granada a no cometer los mismos errores que Venezuela para no correr la misma suerte.
También en este manifiesto proponía fórmulas que ayudaran a remediar las divisiones y a promover la unión de los distintos pueblos de América para lograr el objetivo común, la Independencia.
Así al poco de llegar, Bolívar solicitó al gobierno de Cartagena prestar servicio en sus tropas y le fue concedido el mando de una guarnición de 70 hombres en la pequeña localidad de Barrancas con la que empezaría a forjarse su futuro prestigio militar.
Al principio, Bolívar estaba subordinado a un aventurero francés llamado Pierre Labatut pero, en contra de las órdenes de este, decidió tomar la iniciativa realizando una campaña para derrotar a las partidas realistas que se encontraban en las orillas del río Magdalena a la vez que aumentaba el adiestramiento y el contingente de sus tropas.
Como resultado de esta campaña, logró liberar varias poblaciones como Tenerife, El Guamal, El Banco, Tamalameque y Puerto Real de Ocaña; logró derrotar a diversas guerrillas realistas que operaban en la zona y finalmente ocupó Ocaña.
Ante estos logros, el coronel Manuel del Castillo, Comandante General de Pamplona, solicitó su ayuda para detener a los realistas que amenazaban con entrar desde Venezuela. Para ello, el coronel Bolívar tuvo que pedir autorización al Gobierno de Cartagena para intervenir en territorio del Gobierno de las Provincias Unidas.
Cuando se la dieron, llegó hasta la frontera con Venezuela mediante la Batalla de Cúcuta, acción en la que atacó el 28 de febrero de 1813 a las fuerzas españolas y le dio méritos suficientes para que el Congreso y el Gobierno le nombraran ciudadano de la Unión y le concedieran el rango de Brigadier a cargo de la División de Cúcuta.
Desde febrero hasta abril de 1813 tuvo que permanecer en Cúcuta detenido por trabas legales y por diferencias con Castillo que empezaba a verle con suspicacia ante sus deseos de avanzar sobre Venezuela. Para entonces, Bolívar disponía de una fuerza eficaz y rodeada de una brillante oficialidad neogranadina que estaba dispuesta a seguirlo en una eventual reconquista de Venezuela.

LA CARTA DE JAMAICA (Venezuela Tuya)

Documento que Simón Bolívar escribió en Kingston el 6 de septiembre de 1815 , y el cual estaba dirigido a un inglés quien se presume pudo haber sido Henry Cullen, súbdito británico, residenciado en Falmouth, cerca de Montego Bay, en la costa norte de Jamaica. La edición en inglés de dicha carta tuvo el título de A friend y en castellano, Un caballero de esta isla. El texto más antiguo que se conoce es el manuscrito borrador de la versión inglesa conservado en el Archivo Nacional de Colombia Bogotá, en el fondo Secretaría de Guerra y Marina, volumen 323. La primera publicación conocida de la Carta en castellano apareció impresa en 1833, en el volumen XXI, Apéndice, de la Colección de documentos relativos a la vida pública del Libertador, compilada por Francisco Javier Yánez y Cristóbal Mendoza. No se ha localizado el manuscrito original castellano, ni se conoce copia alguna entre 1815 y 1883, salvo las 2 publicadas en inglés, de 1818 y 1825.

La Carta de Jamaica y su contexto histórico

Al llegar Bolívar a Kingston en 1815, contaba con 32 años. Para este momento llevaba apenas 3 años de plena responsabilidad en la lucha de emancipación, pues esta actividad la inicia a partir de la declaración del Manifiesto de Cartagena el 15 de diciembre de 1812. Durante este período desarrolló una intensa actividad militar. Primero, en 1813, con la Campaña Admirable, que lo llevó vertiginosamente en pocos meses a Caracas el 6 de agosto de 1813 para intentar la refundación de la República, empresa que termina en 1814, en fracaso frente a las huestes de José Tomás Boves. Luego de este fracaso regresa a la Nueva Granada, para intentar repetir la hazaña de la Campaña Admirable, acción que es rechazada por sus partidarios. Sintiéndose incomprendido en Cartagena de Indias, decide tomar el 9 de mayo de 1815 el camino de destierro hacia Jamaica, animado por la idea de llegar al mundo inglés y convencerlo de su cooperación con el ideal de la independencia Hispanoamericana. En Kingston vivirá desde mayo hasta diciembre de 1815, tiempo que dedicó a la meditación y cavilación acerca del porvenir del continente americano ante la situación de la política mundial.
La Carta de Jamaica fue concluida el 6 de septiembre de 1815 en Kingston. En ella analiza Bolívar en una primera parte, cuales habían sido hasta ese momento los sucesos históricos en todo el continente americano en la lucha por la libertad. En términos generales, era un balance del esfuerzo realizado por los patriotas en los años transcurridos desde 1810 hasta 1815. En la parte central del documento se exponen las causas y razones que justificaban la decisión de los "españoles americanos" por la independencia. Posteriormente, termina con una llamada a la Europa para que coopere con la obra de liberación de los pueblos hispanoamericanos. En la tercera y última parte, profetiza y argumenta sobre el destino de México, Centroamérica, la Nueva Granada, Venezuela, Buenos Aires, Chile y Perú. Finalmente, culmina Bolívar su reflexión con una imprecación que repetirá hasta su muerte: la necesidad de la unión entre los países americanos. Aunque la Carta de Jamaica fue escrita nominalmente a Henry Cullen, está claro que su objetivo fundamental era llamar la atención de la nación liberal más poderosa del siglo XIX, Inglaterra, a fin de que se decidiese a involucrarse en la independencia americana. No obstante, cuando los británicos finalmente accedieron al llamado de Bolívar, éste prefirió la ayuda de Haití.

CARTA DE JAMAICA (Wikipedia)

La Carta de Jamaica es un texto escrito por Simón Bolívar el 6 de septiembre de 1815 en Kingston, en respuesta a una misiva de Henry Cullen donde expone las razones que provocaron la caída de la Segunda República en el contexto de la independencia de Venezuela.

Contexto histórico

Al llegar Bolívar a Kingston en 1815, contaba con 32 años. Para este momento llevaba apenas 3 años de plena responsabilidad en la lucha de la independencia a partir de la declaración del Manifiesto de Cartagena el 15 de diciembre de 1812 una intensa actividad militar.
Primero, en 1813, con la Campaña Admirable, que lo llevó vertiginosamente en pocos meses a Caracas el 6 de agosto de 1813 para intentar la refundación de la República, empresa que termina en 1814, en fracaso frente a las huestes de José Tomás Boves. Luego de este fracaso regresa a la Nueva Granada, para intentar repetir la hazaña de la Campaña Admirable, acción que es rechazada por sus partidarios. Sintiéndose incomprendido en Cartagena de Indias, decide tomar el 9 de mayo de 1815 el camino del destierro hacia Jamaica, animado por la idea de llegar al mundo inglés y convencerlo de su cooperación con el ideal de la independencia Hispanoamericana. En Kingston vivirá desde mayo hasta diciembre de 1815, tiempo que dedicó a la meditación y cavilación acerca del porvenir del continente Americano ante la situación sobre el destino de México, Centroamérica, la Nueva Granada, Venezuela, Argentina, Chile y Perú.

Contexto ideológico

Alrededor de 1800, Bolívar estudió la política y las ideas de la época de Revolución en Francia. Bolívar como muchos de los criollos no era ajeno de las teorías sobre el derecho natural y el contrato social y estas ideas eran pilares en su manejo político y su defensa de la libertad y la igualdad, claras premisas ilustradas. En la carta de Jamaica se ve claramente la influencia de la ilustración y sus grandes pensadores, Bolívar incluye conceptos de Montesquieu cuando habla de "despotismo oriental" para definir al Imperio español. Bolívar tenía en Montesquieu a su autor favorito, para Bolívar El espíritu de las leyes era una obra a la que Bolívar recurría siempre como ayuda bibliográfica a la hora de definir posturas y discertaciones sobre el futuro y presente de los pueblos coloniales sudamericanos.

“Bolívar tuvo que diseñar su propia teoría de la liberación nacional y, como hemos señalado, esta fue una contribución a las ideas de la ilustración, no una imitación de ellas”. John Lynch

Aunque la Carta estaba originalmente dirigida a Henry Cullen, está claro que su objetivo fundamental era llamar la atención de la nación liberal más poderosa del siglo XIX, Gran Bretaña, a fin de que se decidiera a involucrarse en la independencia americana. No obstante, cuando los británicos finalmente accedieron al llamado de Bolívar, este prefirió la ayuda de Haití.


DISCURSO ANTE EL CONGRESO DE ANGOSTURA (Venezuela Tuya)

Discurso pronunciado por Simón Bolívar el 15 de febrero de 1819, en la provincia de Guayana, con motivo de la instalación del segundo Congreso Constituyente de la República de Venezuela en San Tomé de Angostura (hoy Ciudad Bolívar). En este documento Bolívar como jefe del Estado se dirige a los congresistas del país no sólo para expresar su opinión sobre lo que debía ser el proyecto constitucional a sancionarse, sino también una profunda reflexión sobre la situación que vivía Venezuela a fines de 1818. En relación al proceso de elaboración de dicho texto, el mismo se llevó a cabo fundamentalmente en su residencia de Angostura durante los últimos meses de 1818. Asimismo, no vaciló Bolívar en confiar los originales de este importante documento a Manuel Palacio Fajardo, estadista dotado de talento y erudición, para que le diera su opinión. En este sentido, Palacio Fajardo formuló algunas observaciones, que Bolívar acepto con humildad. El 15 de febrero de 1819, día fijado para la instalación del Congreso que el propio Bolívar había convocado, una salva de cañonazos, unidas a las aclamaciones del pueblo, señaló a las 11 a.m., la llegada del Libertador, jefe supremo de la República y de la comitiva que lo acompañaría a la sede del Congreso.
En el discurso pronunciado durante casi una hora ante El Congreso de Angostura, el Libertador analizó de manera profunda la realidad de su tiempo, señalando la conveniencia de que las instituciones que surgieran en América a raíz de la Independencia, debían responder a las necesidades y posibilidades de estas sociedades, sin copiar modelos de tierras extrañas. Aunque se reconoce en este documento lo favorable del régimen federal para otras naciones; se sostiene que en el caso de Venezuela es preferible un Centralismo, basado en un Poder Público distribuido en las clásicas ramas: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; resaltando la fortaleza del Ejecutivo. Sugiere también Bolívar que a estos tres poderes se agregue una cuarta instancia denominada Poder Moral, destinado a exaltar el imperio de la virtud y enseñar a los políticos a ser probos e ilustrados. Asimismo, concebía la idea de una Cámara Alta hereditaria, para mantener en ella la tradición edificante de los padres de la patria; lo cual no encajó muy bien con la letra del Poder Moral. En una demostración de gran ilustración el Libertador hace reminiscencias de Grecia y Roma y examina las instituciones políticas de Gran Bretaña y Estados Unidos, citando para esto a filósofos y políticos de la Enciclopedia y de la Revolución Francesa, para desembocar en la necesidad de instaurar un sistema republicano-democrático, con proscripción de la nobleza, los fueros y privilegios, así como de la abolición de la esclavitud. Otro aspecto al que dedicó una importancia fundamental en el proceso de consolidación de las repúblicas latinoamericanas, fue a la educación. En este sentido, para él educar era tan importante como libertar. De lo que se desprende su memorable sentencia: "Moral y luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades". Después de desarrollar otros tópicos relacionados con una visión sobre la grandeza y el poderío de la América libra y unida, cierra Bolívar su discurso con la siguiente exhortación al Congreso: " Señor, empezad vuestras funciones: yo he terminado las mías". Tras esto hizo entrega de un proyecto de Constitución así como del Poder Moral, a fin de que fueran estudiados por los diputados, añadiendo: "El Congreso de Venezuela está instalado; en él reside, desde este momento, la Soberanía Nacional. Mi espada y las de mis ínclitos compañeros de armas están siempre prontas a sostener su augusta autoridad. ¡Viva el Congreso de Venezuela!".
Luego de pronunciar su discurso, Bolívar tomó juramento a los diputados y luego puso en manos del presidente del Congreso, Francisco Antonio Zea, su bastón de mando, renunciando con esto a su cargo de jefe supremo; lo que no fue aceptado por el poder legislativo, que por unanimidad se lo devolvió. El discurso efectuado por Bolívar ante el Congreso de Angostura, fue publicado (aunque incompleto) los días 20 y 27 de febrero y 6 y 13 de marzo en las columnas del Correo de Orinoco. También fue traducido al inglés por James Hamilton e impreso en los talleres de Andrés Roderick, en Angostura. En abril de 1820, circuló en Bogotá un folleto con el texto en español revisado por el propio Bolívar. Por mucho tiempo estuvo extraviado el manuscrito original que leyó el Libertador ante el Congreso de Angostura, hasta que en 1975 los miembros de la familia británica Hamilton-Grierson, descendientes de James Hamilton (quien lo había conservado en su poder) lo devolvieron a la nación venezolana.

DISCURSO DE ANGOSTURA (Wikipedia)

El discurso de Angostura es la intervención que hizo Simón Bolívar en el recién creado Congreso de Angostura en el contexto de la independencia de Venezuela y Colombia. El discurso fue publicado en el Correo del Orinoco, números 19, 20, 21 y 22 del 20 de febrero al 13 de marzo de 1819.
En el discurso pronunciado durante casi una hora ante El Congreso de Angostura, el Libertador analizó de manera profunda la realidad de su tiempo, señalando la conveniencia de que las instituciones que surgieran en América a raíz de la Independencia, debían responder a las necesidades y posibilidades de estas sociedades, sin copiar modelos de tierras extrañas. Aunque se reconoce en este documento lo favorable del régimen federal para otras naciones; se sostiene que en el caso de Venezuela es preferible un Centralismo, basado en un Poder Público distribuido en las clásicas ramas: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; resaltando la fortaleza del Ejecutivo. Sugiere también Bolívar que a estos tres poderes se agregue una cuarta instancia denominada Poder Moral, destinado a exaltar el imperio de la virtud y enseñar a los políticos a ser probos e ilustrados. Asimismo, concebía la idea de una Cámara Alta hereditaria, para mantener en ella la tradición edificante de los padres de la patria; lo cual no encajó muy bien con la letra del Poder Moral. En una demostración de gran ilustración el Libertador hace reminiscencias de Grecia y Roma y examina las instituciones políticas de Gran Bretaña y Estados Unidos, citando para esto a filósofos y políticos de la Enciclopedia y de la Revolución Francesa, para desembocar en la necesidad de instaurar un sistema republicano-democrático, con proscripción de la nobleza, los fueros y privilegios, así como de la abolición de la esclavitud. Otro aspecto al que dedicó una importancia fundamental en el proceso de consolidación de las repúblicas latinoamericanas, fue a la educación. En este sentido, para él educar era tan importante como libertar. De lo que se desprende su memorable sentencia: "Moral y luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades". Después de desarrollar otros tópicos relacionados con una visión sobre la grandeza y el poderío de la América libra y unida, cierra Bolívar su discurso con la siguiente exhortación al Congreso: " Señor, empezad vuestras funciones: yo he terminado las mías". Tras esto hizo entrega de un proyecto de Constitución así como del Poder Moral, a fin de que fueran estudiados por los diputados, añadiendo: "El Congreso de Colombia está instalado; en él reside, desde este momento, la Soberanía Nacional. Mi espada y las de mis ínclitos compañeros de armas están siempre prontas a sostener su augusta autoridad. ¡Viva el Congreso de Colombia!".
Luego de pronunciar su discurso, Bolívar tomó juramento a los diputados y luego puso en manos del presidente del Congreso, Francisco Antonio Zea, su bastón de mando, renunciando con esto a su cargo de jefe supremo; lo que no fue aceptado por el poder legislativo, que por unanimidad se lo devolvió. El discurso efectuado por Bolívar ante el Congreso de Angostura, fue publicado (aunque incompleto) los días 20 y 27 de febrero y 6 y 13 de marzo en las columnas del Correo de Orinoco. También fue traducido al inglés por James Hamilton e impreso en los talleres de Andrés Roderick, en Angostura. En abril de 1820, circuló en Bogotá un folleto con el texto en español revisado por el propio Bolívar. Por mucho tiempo estuvo extraviado el manuscrito original que leyó el Libertador ante el Congreso de Angostura, hasta que en 1975 los miembros de la familia británica Hamilton-Grierson, descendientes de James Hamilton (quien lo había conservado en su poder) lo devolvieron a la nación venezolana.

Guía - Módulo II - Literatura Hispanoamericana II



GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

(Aracataca, Colombia, 6 de marzo de 1928) Novelista colombiano. Afincado desde muy joven en la capital de Colombia, Gabriel García Márquez estudió derecho y periodismo en la universidad Nacional e inició sus primeras colaboraciones periodísticas en el diario El Espectador.
A los veintisiete años publicó su primera novela, La hojarasca, en la que ya apuntaba los rasgos más característicos de su obra de ficción, llena de desbordante fantasía. A partir de esta primera obra, su narrativa entroncó con la tradición literaria hispanoamericana, al tiempo que hallaba en algunos creadores estadounidenses, sobre todo en William Faulkner, nuevas fórmulas expresivas.
Comprometido con los movimientos de izquierda, Gabriel García Márquez siguió de cerca la insurrección guerrillera cubana hasta su triunfo en 1959. Amigo de Fidel Castro, participó por entonces en la fundación de Prensa Latina, la agencia de noticias de Cuba. Tras la publicación de dos nuevos libros de ficción, en 1965 fue galardonado en su país con el Premio Nacional.
Sólo dos años después, y al cabo de no pocas vicisitudes con diversos editores, García Márquez logró que una editorial argentina le publicase la que constituye su obra maestra y una de las novelas más importantes de la literatura universal del siglo XX, Cien años de soledad.
La obra, en la que trabajó más de veinte años, recrea a través de la saga familiar de los Buendía la peripecia histórica de Macondo, pueblo imaginario que es el trasunto de su propio pueblo natal y al tiempo, de su país y su continente. De perfecta estructura circular, el relato alza un mundo propio, recreación mítica del mundo real de Latinoamérica que ha venido en llamarse «realismo mágico», por el encuentro constante de elementos realistas con apariciones y circunstancias fantasiosas. Esta fórmula narrativa entronca con la tradición literaria latinoamericana, iniciada con las crónicas de los conquistadores, plagadas también de leyendas y elementos sobrenaturales originados por el profundo choque entre el mundo conocido y la cultura de los españoles que emigraban y la exuberante y extraña presencia del continente latinoamericano.
Tras una temporada en París, en 1969 se instaló en Barcelona, donde entabló amistad con intelectuales españoles, como Carlos Barral, y sudamericanos, como Vargas Llosa. Su estancia allí fue decisiva para la concreción de lo que se conoció como boom de la literatura hispanoamericana, del que fue uno de sus mayores representantes.
En 1972 Gabriel García Márquez obtuvo el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, y pocos años más tarde regresó a América Latina, para residir alternativamente en Cartagena de Indias y Ciudad de México, debido sobre todo a la inestabilidad política de su país.
Su prestigio literario, que en 1982 le valió el Premio Nobel de Literatura, le confirió autoridad para hacer oír su voz sobre la vida política y social colombiana. Su actividad como periodista queda reflejada en Textos costeños, de 1981, Entre cachacos, de 1983, compendios de artículos publicados en la prensa escrita, o Noticias para un secuestro, amplio reportaje novelado editado en 1996 que trata de la dramática peripecia de nueve periodistas secuestrados por orden del narcotraficante Pablo Escobar. Relato de un náufrago, reportaje sobre un caso real publicado en forma de novela en 1968, constituye un brillante ejemplo de «nuevo realismo» y refleja su capacidad para cambiar de registro.
En cine ha intervenido en la redacción de numerosos guiones, a veces adaptaciones de sus propias obras, y desde 1985 comparte, con el cineasta argentino Fernando Birri, la dirección de la Escuela Internacional de Cine de La Habana.
Entre sus obras se encuentran:
La hojarasca. 1955.
El coronel no tiene quien le escriba. 1961.
La mala hora. 1962.
Los funerales de la Mamá Grande. 1962.
Cien años de soledad. 1967.
Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo. 1969.
Relato de un náufrago.  1970.
La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada. 1972.
Chile, el golpe y los gringos. 1974.
Ojos de perro azul. 1974.
Cuando era feliz e indocumentado. 1975.
El otoño del patriarca. 1975.
Todos los cuentos. 1975.
Obra periodística. Vol. 1: Textos costeños. 1981.
Obra periodística. Vol. 2: Entre cachacos. Por la libre.
Obra periodística 4 (1974-1995).
Crónica de una muerte anunciada. 1981.
El rastro de tu sangre en la nieve: el verano feliz de la señora Forbes. 1982.
Viva Sandino. 1982.
El secuestro (guión).1982.
El asalto: el operativo con el que el FSLN se lanzó al mundo, 1983.
Eréndira (guión de su propia novela), 1983.
El amor en los tiempos de cólera. 1985.
El general en su laberinto. 1989.
Doce cuentos peregrinos. 1992.
Del amor y otros demonios. 1994.
Noticia de un secuestro. 1997
Vivir para contarla. 2002
Memoria de mis putas tristes. 2004

Cien años de soledad

Publicada en 1967, Cien años de soledad relata el origen, la evolución y la ruina de Macondo, una aldea imaginaria que había hecho su aparición en las tres novelas cortas que su autor había publicado con anterioridad. Estructurada como una saga familiar, la historia de la estirpe de los Buendía se extiende por más de cien años, y cuenta con seis generaciones para hacerlo.
La crónica de los Buendía, que acumula una gran cantidad de episodios fantásticos, divertidos y violentos, y la de Macondo, desde su fundación hasta su fin, representan el ciclo completo de una cultura y un mundo. El clima de violencia en el que se desarrollan sus personajes es el que marca la soledad que los caracteriza, provocada más por las condiciones de vida que por las angustias existenciales del individuo.
El realismo mágico (también llamado lo real maravilloso) hace posible que la objetividad de la vida material se vea matizada por la subjetividad de la fantasía. Lo insólito (situaciones parecidas a los cuentos de hadas, levitaciones, premoniciones, la extrasensorialidad presente) da lugar a una atmósfera mágica que atenúa la miseria social y humana, de forma que lo mágico subraya la dureza y desajuste de la realidad, la violencia que domina la vida cotidiana.
Argumento

Dos familias, la de los Buendía y los Iguarán, han acabado por dar luz a un muchacho con cola de iguana a fuerza de casarse entre sí. Úrsula Iguarán, recién casada con José Arcadio Buendía, se niega a que el matrimonio se consume por temor a que también les nazca un hijo con cola. Ello da pie a que Prudencio Aguilar eche en cara José Arcadio su poco valor. José Arcadio acaba matándole por su provocación, pero el muerto se le aparece constantemente.
Huyendo del fantasma del muerto, y al frente de un grupo de compañeros, José Arcadio llega a una aldea de apenas "veinte casas de barro y cañabrava construida a la orilla de un río" y se queda a vivir en ella. Esta aldea se llama Macondo, mítico escenario de ésta y otras obras del autor. El único contacto que sus habitantes tienen con el exterior lo constituyen las periódicas visitas de unos gitanos capitaneados por un tal Melquíades, que, además de conocer el sánscrito, introducen en Macondo el hielo y el imán.
El libro se inicia, precisamente cuando Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía, hijo de José Arcadio, recuerda aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Así comienza el libro, pero no la historia, que abarca, en realidad, cuatrocientos años y nos informa acerca de innumerables antepasados de José Arcadio y de su esposa Úrsula, revelando en su construcción, como gran parte de la narrativa hispanoamericana del momento, la influencia de Faulkner: su acción no avanza de manera cronológica, sino a brincos, por flashes que nos permiten conocer fragmentos de ella y sólo luego, al final, proporcionamos una visión global.
El suceso más antiguo relatado en la obra ocurre en 1573, en una casa de Riohacha asaltada por Francis Drake. Después del asalto del inglés, una antepasada de Úrsula, casada con un aragonés trasplantado a Colombia, se asusta tanto que comienza a sufrir pesadillas protagonizadas por el pirata penetrando con sus perros por las ventanas del dormitorio. Para ahuyentar las pesadillas, el matrimonio se traslade a una ranchería del interior, donde conocen a los Buendía, unos criollos cultivadores de tabaco.
Un tataranieto del criollo se casa con una tataranieta del aragonés, y a partir de entonces las familias no dejarán de mezclar su sangre a lo largo de los tres siglos siguientes, hasta llegar a los ya citados José Arcadio y Úrsula, que tienen tres hijos: José Arcadio, Aureliano y Amaranta. El viejo José Arcadio muere loco de tanto estudiar, atado a un árbol del patio, y tras su muerte cae lluvia de flores. No es éste el único momento mágico de la novela.
José Arcadio hijo se casa con Rebeca, una prima lejana, por lo que su madre, encolerizada porque teme que puedan tener hijos con cola de iguana, la echa de casa. Cuando José Arcadio aparece muerto, Rebeca se encierra en la casa donde vivirá con Arcadio, un hijo bastardo que José Arcadio ha tenido con Pilar Ternera, una mujer del pueblo que también le ha dado un hijo (José Aureliano) a su hermano Aureliano.
Antes de morir fusilado por liberal, este Arcadio tendrá tres hijos con Santa Sofía de la Piedad: Remedios, José Arcadio Segundo y su gemelo Aureliano Segundo. A Remedios, que es muy bonita pero no brilla por su inteligencia, le pasa lo mismo que a su tía abuela Amaranta: los hombres que a ella le gustan no la quieren, y los que la quieren no le gustan. Cuando muere, después de habérsele muerto todos los novios, sube al cielo.
Respecto a Aureliano, se casó con una hermosa niña llamada también Remedios, la cual muere de un mal embarazo antes de cumplir un año. Aureliano organiza un ejército del que se nombra coronel y se marcha a luchar contra los conservadores. En el transcurso de veinte años participará en treinta y dos guerras civiles, que perderá indefectiblemente debido a la tristeza que le embarga, por lo que al final, cansado, firma la paz y regresa a Macondo, donde pasa el tiempo confeccionando pescaditos de oro, lo mismo que hacía antes de casarse, que luego deshace como Penélope hacía con su tela. Ello no le impide tener diecisiete hijos, uno de los cuales, llamado también Aureliano, será quien lleve el tren a Macondo.
Aureliano Segundo se enamora de Fernanda, una mujer muy hermosa, reina de Madagascar, emparentada con los Duques de Alba, que aparece en Macondo durante el carnaval. A pesar de que ignora donde vive, Aureliano Segundo sale en su busca, la encuentra, se casan y viven felices en la casa de Úrsula, a pesar de que el matrimonio corre peligro de naufragar porque Aureliano mantiene relaciones extraconyugales con Petra Cocer; pero como ésta les abastece de ganado, Fernanda acepta el hecho sin pestañear. El matrimonio tiene tres hijos: Meme, José Arcadio Tercero (al que la vieja Úrsula manda a estudiar a Roma para que llegue a ser Papa), y Amaranta Úrsula.
José Arcadio Segundo es nombrado capataz de una compañía platanera dirigida por extranjeros, e interviene en una huelga con tres mil compañeros que morirán ametrallados en la plaza de la estación de Macondo. Único superviviente de la matanza, hasta la muerte de su hermano gemelo vivirá encerrado en una habitación donde se encuentran varias docenas de bacinillas.
Comienza a llover, una lluvia que ha de durar cuatro años, y cuando deja de hacerlo el ganado proporcionado por Petra ha muerto y la casa se ha reblandecido. Lo poco que aún queda de ella lo derriba Aureliano Segundo buscando la hipotética fortuna de la vieja Úrsula. Los únicos a quienes el temporal no ha afectado son Aureliano Babilonia, bastardo de Meme, y Amaranta Úrsula, la hija menor de Fernanda. Al poco tiempo, muere Amaranta, que ha hecho un pacto con la muerte durante un concierto de Meme; después muere Rebeca y después Arcadio Segundo. El mismo día, su madre, tal como le había prometido, degüella a su gemelo, para evitar que le entierren vivo.
En la casa sólo quedan Aureliano Babilonia, el bastardo de Meme, al que Fernanda, avergonzada, ha ocultado, y Fernanda, que pasa el tiempo escribiendo a sus hijos todas las fantasías que se le ocurren. Sintiendo próxima la muerte, se viste de reina y muere con toda dignidad, tras haber escrito unas memorias que llega al estudiante de papa, que vuelve meses después a Macondo sin haber aprobado los estudios. Éste encuentra la fortuna de Úrsula y la gasta con un grupo de chiquillos, pero un día se enfada, los azota y los echa de la casa. Después de una supuesta reconciliación, los chiquillos lo ahogan en la bañera durante una de sus fiestas.
Aureliano Babilonia, que lee cuanto cae en sus manos, queda solo en la casa con Amaranta Úrsula, abandonada por su marido, un belga que sueña con el correo aéreo y que, aunque va a todos lados atado por un hilo de seda a la muñeca de su mujer, la deja para ir en busca de un avión perdido. Al quedar solos, Aureliano Babilonia y Amaranta Úrsula, que ignoran su parentesco, se enamoran y tienen un hijo, que nace con la consabida cola. Amaranta muere de una hemorragia y Aureliano se emborracha y es recogido en la calle por una antigua amante.
Cuando regresa por la mañana a su casa, las hormigas se han comido al niño. Al final, un ciclón se lleva la casa por los aires, mientras Aureliano lee en unos pergaminos del gitano Melquíades la historia de la familia y la profecía de que no durará más que el tiempo de su lectura: "antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra".
Macondo quiere ser sin duda un espejo de la realidad de cuanto ocurre no solamente en Colombia, sino en toda Sudamérica, que ha vivido en su soledad, aislada del resto del mundo, con el que sólo ha mantenido esporádicos contactos (los gitanos de Melquíades, que la conquistan a base de maravillas perfectamente comparables con los abalorios y chucherías de que siempre se sirvieron misioneros y conquistadores), pero todo esto tendría escaso valor si no contara con su extraordinaria fabulación, con toda esa magia que se confunde de continuo con la realidad, dando lugar a un mundo mítico creado mediante un lenguaje de gran fuerza expresiva.

La saga de los Buendía

Cien años de soledad, En 1967 apareció Cien años de soledad, la novela más leída y admirada de García Márquez, que ha sido calificada por Vargas Llosa como "el Amadís de América". La obra desarrolla la saga de una familia, los Buendía, que fundan una ciudad llamada Macondo en una región que los pantanos y la selva hacen inaccesible para el resto del mundo. Empieza cuando José Arcadio Buendía y su prima hermana Úrsula Iguarán se casan a pesar del tabú y dan origen, en la ciudad por ellos fundada, a una estirpe condenada a cien años de pasiones, revoluciones y soledades, estirpe que reincide en el incesto y que se extingue al fin con un vástago con cola de cerdo.
Saga Familiar de los Buendía: Primera generación: José Arcadio Buendía, Úrsula Iguarán; Segunda generación: José Arcadio, Coronel Aureliano Buendía, Amaranta, Rebeca; Tercera generación: Arcadio, Aureliano José Aurelianos; Cuarta generación: Remedios la bella, José Arcadio Segundo, Aureliano Segundo; Quinta generación: Renata Remedios (Meme), José Arcadio, Amaranta Úrsula; Sexta generación: Aureliano Babilonia; Séptima generación: Aureliano.

MARIO VARGAS LLOSA

(Arequipa, Perú, 1936) Escritor peruano. Mario Vargas Llosa pasó su infancia entre Cochabamba (Bolivia) y las ciudades peruanas de Piura y Lima.
A los dieciséis años inició su carrera literaria y periodística con el estreno del drama La huida del Inca (1952). Poco después ingresó en la Universidad de San Marcos de Lima, donde cursó estudios de literatura. Viajó a Europa, donde empezó a trabajar en la Radio Televisión Francesa y fue profesor en el Queen Mary College de Londres.
Vargas Llosa publicó su primera obra, Los jefes (1959), con veintitrés años apenas, y con la novela La ciudad y los perros (1962) se ganó ya un prestigio entre los escritores que por aquel entonces gestaban el inminente «boom» literario iberoamericano. Estableció su residencia primero en París y luego en Londres (1867), de donde se trasladó a Washington y Puerto Rico.
Su madurez literaria llegó con La casa verde (1966), verdadera exhibición de virtuosismo literario, cuya prosa integra abundantes elementos experimentales, tales como la mezcla de diálogo y descripción y la combinación de acciones y tiempos diversos, recursos que empleó también en parte en Los cachorros (1967) y en Conversación en la catedral (1969), áspero retrato de la dictadura peruana de Manuel Odría.
En su quehacer novelístico posterior destacan Pantaleón y las visitadoras (1973), La tía Julia y el escribidor (1977), La guerra del fin del mundo (1981), en la que aborda la problemática social y religiosa de Iberoamérica, y ¿Quién mató a Palomino Moreno? (1986), basada en una investigación policial.
La labor de Mario Vargas Llosa como crítico literario se refleja en sus ensayos García Márquez: historia de un deicidio y La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary (1975). En 1976, con José María Gutiérrez, codirigió la versión cinematográfica de su novela Pantaleón y las visitadoras.
En 1977 fue nombrado miembro de la Academia Peruana de la Lengua y profesor de la cátedra Simón Bolívar en Cambridge. Impulsor del partido Frente Democrático, Mario Vargas Llosa se presentó como cabeza de lista en las elecciones peruanas de 1990, en las que fue derrotado por Alberto Fujimori.
Otras obras suyas son La señorita de Tacna (1981), Contra viento y marea (1983), Historia de Mayta (1984) y El hablador (1988). En 1994 recopiló sus colaboraciones periodísticas en Desafío a la libertad y en 1997 apareció su novela erótica Los cuadernos de don Rigoberto, en la misma línea de su anterior Elogio de la madrastra (1988). Obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1986, el Premio Planeta de 1993 por Lituma en los Andes y el Premio Cervantes en 1995. Desde 1984 es miembro de la Real Academia Española.

La ciudad y los perros

La ciudad y los perros es la primera novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010. Galardonada con el Premio Biblioteca Breve en 1962, fue publicada en 1963 y se le otorgó el Premio de la Crítica Española. Originalmente el autor la tituló La morada del héroe y luego Los impostores. Su importancia es trascendental pues abrió un ciclo de modernidad en la narrativa peruana. A la par con otras obras de diversos autores de Latinoamérica, dio inicio al llamado “boom latinoamericano”. Ha tenido múltiples ediciones y ha sido traducida a decenas de idiomas. Su título en lengua inglesa es The Time of the Hero.

Esta obra está ambientada en el Colegio Militar Leoncio Prado, donde adolescentes y jóvenes internos reciben formación escolar secundaria bajo una severa disciplina militar. Se narran las diferentes historias de unos muchachos que descubren y aprenden a convivir con una forma de vida alienante que no les permite desarrollarse como personas, y donde se les somete y humilla. No obstante, a través de este sistema, algunos encuentran la fortaleza necesaria para asumir sus retos.
Vargas Llosa critica la forma de vida y cultura castrenses, donde se potencian valores determinados (agresividad, valentía, hombría, sexualidad, etc.) que mutilan el desarrollo personal de los muchachos de ese internado. Con gran profusión de personajes, las vidas de estos se van entrecruzando, hasta tejer el tapiz de la obra. El nudo del relato se concentra en torno al robo de las preguntas de un examen, que es delatado por un cadete apodado el Esclavo, quien luego muere, presumiblemente a manos de otro cadete apodado El Jaguar. Otro cadete, el Poeta, tratará infructuosamente de denunciar al Jaguar. Todo ello enfrentará a los cadetes entre sí, y a todos ellos con las autoridades del Colegio, que son a la vez oficiales del ejército. El epílogo de la novela certifica lo que ha sido el colegio para los protagonistas: una estación de paso que los ha formado o deformado, para integrarlos a la sociedad civil.

La obra narra las vivencias de los alumnos internos del Colegio Militar Leoncio Prado en especial de Alberto Fernández “el Poeta”, El Jaguar, Ricardo Arana “el Esclavo”, el serrano Cava, El Boa, el Rulos, el brigadier Arróspide y el negro Vallano, los cuales cursan el último año de secundaria, primera sección, y están deseosos de salir de una vez del hoyo en donde se encuentran. De todos ellos, el más apocado es Ricardo Arana, por lo que siempre resulta humillado por sus congéneres, recibiendo por ello el apodo de “El Esclavo”; es el único que no logra adaptarse y se siente ajeno a todo el colegio a pesar de convivir día y noche con sus compañeros en las aulas y en las cuadras (dormitorios).
Todos los días los alumnos se levantan temprano para formarse y recibir sus clases. El teniente Gamboa dirige la formación y castiga a los tres últimos en alinearse. El estilo de vida de los internos es pesado y denigrante para algunos. La narración se remonta a tiempo atrás, cuando Alberto Fernández y sus compañeros recién ingresan al colegio para cursar el tercer año de secundaria, y reciben "el bautismo" por parte de los alumnos de cuarto, del que también participan los de quinto. Este "bautismo" consistía en tratarlos de forma denigrante, como a "perros", apelativo con que se les conocía a los alumnos de grados inferiores. El Jaguar es el único al que no le pueden “bautizar”, pues se opone con violencia e incluso vence en la pelea a un alumno de cuarto. Como el “bautismo” duraba un mes, El Jaguar y los alumnos de su misma sección deciden formar un "Círculo", para defenderse y vengarse de los alumnos de cuarto año. El "Círculo" es descubierto por el teniente Gamboa y toda la sección es castigada. No obstante, El Jaguar mantiene el grupo, pero reducido a sus tres amigos más cercanos: el serrano Cava, el Rulos y el Boa. Todos ellos, entre otras “hazañas”, roban uniformes para revenderlos, organizan el ingreso de licor y material prohibido en el Colegio (revistas eróticas, cigarrillos, etc.), realizan juegos de dados y naipes, y planifican el robo de las respuestas de los exámenes; la novela empieza precisamente en el momento en que se realiza el robo del examen de química. Pero el serrano Cava, a quien se le encarga tal misión, no tiene cuidado y rompe el vidrio de una ventana, por lo que los del “Círculo” temen ser descubiertos. Sin embargo, confían en que todos sean discretos y no delaten nada. Pero esa misma noche, El Esclavo y Alberto se hallan de imaginarias (guardias por turnos) y se enteran del robo.
Alberto y El Esclavo empiezan a hacerse amigos y se cuentan sus intimidades. El Esclavo deseaba salir el fin de semana para visitar a una chica llamada Teresa, vecina suya, de la que estaba enamorado, pero a la que aún no se atrevía a declararse. Alberto, conocido como el Poeta, era muy solicitado por los cadetes para escribir cartas de amor a las enamoradas y novelitas eróticas, y el Esclavo le pide que le escriba unas cuantas cartas. Durante el examen de química, un papel enrollado con las respuestas del examen cae en la carpeta de Alberto, pero Gamboa lo descubre y ordena al responsable ponerse de pie. El Esclavo se levanta declarándose culpable y Gamboa le confina a no salir el fin de semana. Ese mismo sábado Alberto decide aprovechar su salida para ir donde la célebre “Pies Dorados”, una meretriz del jirón Huatica, en el distrito de La Victoria; al mismo tiempo se ofrece para llevar una carta del Esclavo para Teresa, quien vivía en el distrito de Lince. Alberto invita al cine a Teresa, y empieza a enamorarse de ella, aunque en el fondo se siente mal por faltarle así a su amigo. Regresa a casa, en Miraflores, a pasar la noche, ya sin ganas de ir donde la “Pies Dorados”.
Como era de temer, se descubre el robo de las preguntas del examen de química, y el teniente Gamboa confina a los alumnos que estaban de imaginarias esa noche, es decir, al Esclavo y Alberto, impidiéndoseles la salida hasta que descubriesen al responsable. El Esclavo, quien ya tenía una seguidilla de confinamientos, no aguanta más el castigo y en vez de “tirar contra” (salir furtivamente del colegio), prefiere delatar al culpable, Cava; éste es degradado y expulsado. Dicho castigo era terrible pues el alumno así expulsado perdía todos los años que había cursado.
El Jaguar y los demás del Círculo juran descubrir al soplón (delator) y darle un merecido castigo. Mientras tanto, El Esclavo obtiene permiso para salir del Colegio esa misma tarde y poder así visitar a Teresa. Alberto siente celos, porque también se ha enamorado de Teresa y escapa del colegio para adelantarse al Esclavo. Cuando llega donde Teresa se entera que aún no la había visitado el Esclavo. Alberto aprovecha la ocasión para declarar su amor y Teresa le corresponde. El Esclavo no llega a visitar a Teresa pues sus padres le impiden salir de casa.
La vida en el colegio parece seguir su rutina habitual, pero ocurre entonces un incidente trágico. Durante una salida de práctica de tiro, hacia un descampado en las afueras del colegio, el teniente Gamboa hace las formaciones para escalar una pequeña elevación de terreno, pero en el momento de la maniobra, un alumno cae desplomado al suelo. Era El Esclavo; nadie lo nota hasta momentos después, cuando lo descubren gravemente herido. Una bala, al parecer de manera accidental, le había impactado en la cabeza.
El Esclavo es llevado a la clínica del colegio pero fallece poco después. Se celebran sus exequias ante todo el colegio. Los oficiales del colegio explican que el cadete fue víctima de su propio error, al enredarse con el gatillo de su arma y caer al suelo, disparándose; en realidad ocultan el hecho comprobado de que el disparo había venido de atrás. Sospechan un error en las maniobras y responsabilizan a Gamboa y a los otros oficiales por no ser cuidadosos, pero a fin de evitar un escándalo, mantienen la tesis oficial del error del cadete.
Toda la sección queda impactada por el suceso. Alberto no cree en la versión oficial de la muerte y empieza a sospechar que fue un acto de venganza del Círculo, por lo de la delación del robo del examen de química. El hecho de que El Jaguar se hallara inmediatamente detrás del Esclavo al momento de las maniobras le hace convencer más en su sospecha. Atormentado por esta idea sale del colegio y se dirige donde Teresa, a quien cuenta el triste suceso; ella, confundida ante tal noticia, se limita a responderle que conocía muy poco a Ricardo, pese a que era su vecino, y trata de consolar a Alberto, preguntándole qué otra cosa más le preocupaba. Alberto se molesta con Teresa, creyéndola indiferente ante la muerte de su amigo, y ambos terminan peleando. Al final Alberto se despide de Teresa, con el presentimiento de que ya no la volvería a ver más.
Alberto visita al teniente Gamboa en su domicilio y acusa al Jaguar del asesinato del Esclavo. A la vez, delata el tráfico de licor y cigarrillos, los juegos de dados y el robo de uniformes que el Círculo realiza a escondidas en las cuadras. Gamboa trata de llevar el caso a una real investigación; por lo pronto empieza por encerrar al Jaguar en un calabozo de la Prevención, y realiza una inspección en las cuadras, donde comprueba lo dicho por Alberto, pero en cuanto a la acusación de asesinato, esta no prospera por falta de pruebas concretas. Alberto insiste en su denuncia; entonces el oficial de mayor graduación, un coronel, le llama a su oficina y le exige que deje de insistir pues de lo contrario su versión sería fácilmente rebatida, ya que la inspección realizada en las cuadras sacó también a luz sus muy solicitadas “novelitas eróticas”, lo que demostraría su gran imaginación y su nula confiabilidad como testigo. Además, sería expulsado por pervertido sexual y ningún colegio lo recibiría. Alberto declina entonces y no insiste más en su denuncia. Por el momento es recluido en el calabozo donde estaba El Jaguar, a la espera de la orden del teniente para enviarlo de regreso a la cuadra. El Jaguar y Alberto discuten. En todo momento el Jaguar niega ser el asesino del Esclavo; Alberto, por su parte, confiesa que él fue quien le acusó ante el teniente. Ambos se agarran a golpes, llevando Alberto la peor parte. Luego de pasar por la enfermería, regresan a la cuadra.
Toda la sección, encabezada por el brigadier Arróspide, cree que el Jaguar fue quien delató lo del licor y los cigarrillos, y se vuelven en su contra; varios alumnos lo rodean y lo golpean brutalmente. A pesar de ello, El Jaguar no delata a Alberto como el verdadero soplón, pero se siente muy mal al verse tratado así por sus compañeros a quienes desde un inicio había enseñado a defenderse de los abusos de los mayores. Por su parte, el teniente Gamboa se siente decepcionado de sí mismo. El incidente le hace caer en desgracia ante sus superiores, quienes deciden enviarlo a Juliaca. Antes de su partida, el Jaguar le entrega un escrito, confesando que mató al Esclavo, creyendo que con esa confesión el teniente sería rehabilitado, pero éste le responde que ya es demasiado tarde, pues el Ejército había ya decidido que la muerte de Ricardo fue accidental a fin de evitar un escándalo mayúsculo; lo único que le pide al Jaguar es que cambie de actitud y saque algún provecho de lo sucedido.
Más adelante, tiempo después de terminar el colegio, Alberto, quien ya se ha olvidado de Teresa, se prepara para ir a los Estados Unidos a medida que los recuerdos del Colegio Leoncio Prado van haciéndose más distantes, impersonales. Conoce a una nueva integrante de su barrio, Marcela y se enamora de ella. Por otro lado, El Jaguar consigue un empleo y se reencuentra con su amor de la infancia, Teresa (la misma que fuera enamorada fugaz del Esclavo y de Alberto), con quien contrae matrimonio, cambiando así la imagen que hasta ese momento el lector se había hecho del Jaguar, convirtiéndose en un personaje más complejo de lo esperado. Lo singular del relato es que a lo largo de él se intercala la historia del Jaguar previa a su entrada en el Colegio Militar aunque sin mencionar su apelativo; y solo al final el lector poco atento a los detalles de la historia se entera que se trata del mismo.

La casa verde

            La casa verde (1966) es la segunda novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa. La novela se caracteriza por la asimilación de las nuevas técnicas narrativas de autores europeos y estadounidenses desarrolladas a lo largo de la primera mitad del siglo XX. La obra consiguió el Premio Rómulo Gallegos.

            En esta novela confluyen muchas historias que, espacial y temporalmente, se entrecruzan, se complementan y se enriquecen mutuamente, sin embargo, es posible distinguir tres historias “base”: la de Don Anselmo, la del Sargento Lituma y la del bandido Fushía.
Don Anselmo es un forastero que funda un prostíbulo en Piura, conocido como “La Casa Verde”. Ante ello el cura García, junto con otros “guardianes de la moral” de la ciudad inician una lucha frontal contra el “antro de perversión”, al cual terminan por incendiar. Don Anselmo cae en la miseria y se dedica a tocar el arpa en las cantinas. Años después, su hija, apodada “La Chunga”, funda otra casa-burdel al cual bautiza con el mismo nombre de la anterior.
Lituma es un piurano o mangache más que frecuenta la Casa Verde (la regentada por La Chunga), junto con sus amigos, tipos vagos y vividores como él, apodados “los Inconquistables”. Tiempo después se enrola en la Guardia Civil, fungiendo de sargento en el poblado selvático de Santa María de Nieva. Allí conoce a Bonifacia o “La Selvática”, una lugareña de ascendencia aguaruna, con quien se casa y regresa a Piura. Pero al reunirse de nuevo con sus amigos “inconquistables”, recae en las andadas y termina por ser encarcelado, mientras su esposa se prostituye en la Casa Verde. Al salir de prisión, Lituma no solo no hace nada para rescatar a su esposa, sino que junto con sus amigos empieza a vivir a expensas de ella.
Fushía es un contrabandista de origen japonés, quien junto con una muchacha iquiteña llamada Lalita, se instala en una isla del río Santiago, cerca de la frontera con Ecuador, donde se dedica a robar mercaderías a las tribus vecinas. Le ayuda su fiel amigo Aquilino, quien se encarga de llevarle dinero y víveres a cambio de las mercaderías robadas. Pero empieza a maltratar a Lalita y esta huye junto con otro prófugo, el práctico Adrián Nieves, desertor del Ejército. Solitario y víctima de una repulsiva enfermedad, Fushía es trasladado por su amigo Aquilino al leprosorio de San Pablo, cerca de Iquitos.

Bonifacia había sido robada por las monjas y educada en un colegio convento. Cuando llega un nuevo grupo de chicas – las que las monjas raptan en la primera escena de la obra-, Bonifacia, ya mujer y ahora al cuidado de sus chicas, las deja huir. Las monjas al enterarse de su acción desleal, la expulsan del convento.
Bonifacia al quedarse en la calle, se siente angustiada por que no conoce a nadie y por casualidad halla aposento en la casa de Lalita, ahora amancebada con Adrián Nieves, la llevara al matrimonio con el sargento Lituma, amigo de Adrián Nieves. Lalita antes de ser la mujer de Adrián Nieves fue la amante de Julio Reategui. Todavía adolescente Lalita se convierte en mujer del japonés Fushía, cuando su madre la vende.
En ese tiempo el Japonés Fushía estaba en todo su apogeo, tenía toda una isla bajo el control de su ejército de huambisas y su mujer. Lalita pasaba por momentos de gran peligro cuando el japonés se entregaba a sus orgías. Más gorda y más contenta que en Santa Maria De Nieva, Lalita encuentra la vida más fácil con Adrián Nieves y tal vez hasta placentera.
El sargento Lituma parece “un buen hombre”, por lo que Lalita induce a Bonifacia a pensar que casarse con él es lo mejor que le puede pasar. Bonifacia termina casándose con el sargento Lituma. La pareja de esposos regresa a Piura una vez que el sargento termina su periodo de conscripción en el ejército. Ya en la ciudad piurana le espera a Bonifacia la sorpresa más horrible de su vida.
El sargento Lituma resulta ser uno de los “incorregibles”, grupo de vividores, que no solamente esperan que las mujeres los mantengan, sino que las obligan a trabajar como “putas” en el prostíbulo la casa verde.
La chunga es la que regenta el prostíbulo. La Bonifacia termina convertida en una meretriz apodada “la selvática”. Esta trabaja para ella y para los cuatro inconquistables de la casa verde.
La novela finaliza revelando a un Fushía víctima de lepra, pobre y a merced de aquilino que lo lleva a su destino final; el leprosorio.

Guía - Módulo I - Literatura Hispanoamericana II



Los cuadros comparativos

Los cuadros comparativos son una herramienta o técnica de enseñanza-aprendizaje muy útil para visualizar en un golpe de vista las semejanzas y/o diferencias entre dos o más datos, hechos, épocas o situaciones. Permite la organización y sistematización de la información a comprender, constituyéndose en una estrategia importante para el aprendizaje significativo.
Puede tratarse de aspectos de un mismo tema, como comparar los dos períodos del Renacimiento, o dos temas diferentes, pero relacionados, como la comparación entre los pueblos más avanzados de la América Precolombina.
Son gráficos fáciles de construir, donde se colocan en columnas, los datos, épocas o hechos que se quieren comparar; y en filas, los aspectos que se tomarán en cuenta para el cotejo; o a la inversa, como se muestra en la ilustración. Las explicaciones deben ser muy breves.
Los alumnos deben hacerlos como modo de repaso, al final la lectura comprensiva del tema; o partir para el aprendizaje, de algún cuadro aportado por el profesor, y sobre esa base, ampliar el tema, para luego volver al cuadro con la finalidad de repaso, ya que se corre el riesgo de que al estudiar solo el cuadro, no se entienda en profundidad el tema.
Es en definitiva una síntesis gráfica, a efectos de fijar en forma relacional y comprensivamente el objeto a estudiar, y que se incorpore en la estructura cognitiva relacionándose con las ideas previas; pero que requiere de un análisis, pues si solo se toma el cuadro comparativo aportado por otro, suele estudiárselo por repetición memorística.
El docente puede utilizar el cuadro, para ir armándolo mientras explica; o a modo de síntesis, y como cierre de su exposición. También puede proponer a sus alumnos, luego de la explicación, o de la investigación de los temas, que elaboren el cuadro comparativo, dándoles algunos aspectos a comparar, o algunos datos ya comparados, o de alguno de los temas, y dejando en blanco algunos aspectos para completar, a fin de que vayan habituándose con la técnica.

Rómulo Gallegos

Nace en Caracas el 2.8.1884, Muere en Caracas el 7.4.1969.
Escritor, educador, político y Presidente de la República (febrero-noviembre 1948), quizás con Rómulo Gallegos se frustró de nuevo la experiencia de tener al frente del país a un hombre de alta talla intelectual. En tal sentido, con Gallegos se puede decir que se repitió lo acontecido con el doctor José María Vargas, quien siendo presidente y uno de los personajes más preparados de su tiempo, fue derrocado el 14 de julio de 1848 por el movimiento liderado por Santiago Mariño denominado como la "Revolución de las Reformas". Fueron sus padres Rómulo Gallegos Osío y Rita Freire Guruceaga. En 1894 ingresó al Seminario Metropolitano con la finalidad de comenzar su educación primaria, no obstante, la muerte de su madre acaecida el 13 de marzo de 1896 y la necesidad de ayudar a su padre a sostener su hogar, le obligan a abandonar dicha institución. La educación primaria finalmente la culmina entre 1898 y 1901, en el colegio Sucre. Posteriormente, en 1904 recibe el título de bachiller. En ese mismo año, se inscribe en la Universidad Caracas para cursar la carrera de leyes, la que abandona en 1905 por haber encontrado su verdadera pasión: la escritura. En tal sentido, ya desde 1903 Gallegos había comenzado lo que sería una larga y fructífera carrera como escritor, al redactar junto a F.S. Bermúdez, el semanario El Arco Iris; en el que además publicó lo que fue uno de sus primeros ensayos, titulado: “Lo que somos". Cuando el 31 de enero de 1909 aparece el primer número de la revista La Alborada, de la cual es uno de los redactores, publica el artículo "Hombres y principios", siendo en esta publicación donde Gallegos escribió algunos de sus ensayos más conocidos.
En enero de 1912 fue designado director del Colegio Federal de Varones de Barcelona, ciudad desde donde se casa por poder (15.4.1912) con su novia Teotiste Arocha Egui, ceremonia que se realizó en el Valle (Caracas). El 4 de junio del mismo año muere su padre, por lo que decide regresar a la capital, donde es nombrado subdirector del Colegio Federal de Caracas, el cual sería más tarde liceo Caracas (hoy liceo Andrés Bello). En esta institución permanece hasta 1918, fecha en que pasa a la Escuela Normal, volviendo como director al ya liceo Caracas (1922-1930). Durante esta segunda estadía en dicha institución, conoció a muchos de los que 20 años después le instarían a encabezar la fundación de Acción Democrática (1939). Entre los personajes que pasaron por las aulas del liceo Caracas se encontraban entre otros: Raúl Leoni, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Armando Zuloaga Blanco, Miguel Otero Silva y Edmundo Fernández.
En 1920, contando con apenas 36 años, es publicada su primera novela El Último Solar, que en 1930 sería reeditada con ciertas alteraciones bajo el nombre de Reinaldo Solar. Se puede decir que a partir de la publicación de esta primera obra, la carrera literaria de Gallegos empezó a cobrar fuerza y a afianzarse progresivamente. En tal sentido, en 1929 durante un viaje a Europa experimenta el éxito de la que es considerada su novela más importante Doña Bárbara, lo que además coincidió con una oferta de Juan Vicente Gómez para ocupar un puesto en su gobierno y con la enfermedad de su esposa Teotiste. Asimismo en Barcelona (España), concluyó 2 de sus obras magnas: Cantaclaro (1934) y Canaima (1935). Después de la muerte de Gómez (17.12.1935) regresó a Venezuela, iniciando junto a muchos de sus antiguos alumnos, una carrera política que lo llevaría a la Presidencia de la República en 1948. Estudiosos de su vida y obra señalan que el momento en que Gallegos se inserta en el mundo de la política coincide-debido al descuido de su trabajo narrativo por la militancia política-con un declive en el vigor creativo de su obra. Es por esto que aunque publicó algunos libros durante este tiempo, ninguno igualó a la trilogía compuesta por Doña Bárbara, Canaima y Cantaclaro. Como ejemplo de esta situación, tenemos dos trabajos suyos de este período: Pobre Negro (1937) y El Forastero (1942). El primero, según muchos críticos literarios marca el inicio del declive de su capacidad creativa, al tratarse de una novela de desigual narrativa acerca de los sucesos de la Guerra Federal. En el caso del segundo, se trata de un libro rehecho en base a una obra anterior, escrita en 1921, y que en todo caso resultó ser inferior.
Con relación a su carrera política y administrativa, tenemos que Gallegos fue nombrado durante el gobierno de Eleazar López Contreras, ministro de Instrucción Pública en marzo de 1937, cargo al que renunció en junio de ese mismo año. En junio de 1937 fue electo diputado al Congreso Nacional en representación del Distrito Federal (1937-1940). Luego ejerce la presidencia del Consejo Municipal del Distrito Federal entre los años 1940-1941. En este último año es lanzado como candidato presidencial en la campaña electoral que llevará a la presidencia al general Isais Medina Angarita. Posteriormente, el partido Acción Democrática (AD), del cual figura como miembro fundador, lo postula como candidato a la presidencia en 1947, siendo electo Presidente Constitucional de la República, el 14 de diciembre de ese año.
El 24 de noviembre de 1948, como consecuencia entre otras cosas al sectarismo político que caracterizó al llamado "trienio adeco", y a su renuencia a acceder a las exigencias de las Fuerzas Armadas-representadas por Marcos Pérez Jiménez, Carlos Delgado Chalbaud y Luis Llovera Páez -que consistían fundamentalmente en la expulsión de Rómulo Betancourt del país y al cambio de su gabinete (formado en su mayoría por adecos), fue derrocado Rómulo Gallegos exiliándose en México. Durante su exilio en este país, muere su esposa en Ciudad de México, el 7 de septiembre de 1950.
Premio Nacional de Literatura (1957-1958), elegido por unanimidad como individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua (1958), Rómulo Gallegos ha sido reconocido como uno de los principales escritores del país. Como muestra de este reconocimiento se creó en 1965 el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos-uno de los más prestigiosos de Latinoamérica-y en 1972, se fundó en Caracas el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG).

Ricardo Güiraldes

(Buenos Aires, 1866 - París, 1927) Narrador argentino, uno de los mayores exponentes hispanoamericanos de la novela autóctona, con su obra maestra Don Segundo Sombra (1926). Nació en el seno de una adinerada familia que en 1887 se trasladó a París. Puede decirse que se educó en francés y el castellano fue su segunda lengua. Los Güiraldes regresaron a Buenos Aires y alternaron su residencia en la ciudad con largos períodos en su estancia de San Antonio de Areco.
Sin duda en ese período el joven Ricardo se impregnó de imágenes de la tierra y figuras de hombres de campo, a la par que comenzó a sentir la vocación de escritor. En 1904 acabó el bachillerato e ingresó en la facultad de arquitectura; pasó luego a estudiar derecho, pero finalmente abandonó la universidad y marchó a París.
Este viaje fue fundamental en su vida: comenzó a preocuparse por la ética y la metafísica, a la vez que se vinculaba con pintores, músicos y escritores. Realizó un periplo por diversos países europeos y Oriente; regresó a París, decidido ya a ser escritor, y más tarde a Buenos Aires.
Hacia 1912 frecuentaba un grupo que reunía a artistas y escritores de las clases altas, donde conoció a Adelina del Carril, con quien se casó un año más tarde.
En 1915 decidió publicar lo que tenía escrito: El cencerro de cristal, poesía, y Cuentos de muerte y sangre, relatos al estilo de H. Quiroga, por cuya mediación algunos aparecieron en Caras y Caretas. La crítica no recibió bien ni a uno ni a otro libro y Güiraldes, decepcionado, emprendió un nuevo viaje, esta vez a las Antillas, que le proporcionó material para una novela, Xaimaca (1923), que obtuvo parecida respuesta. A ésta siguieron Raucho (1917), con elementos autobiográficos, y Un idilio de estación (1918), publicada luego con el título de Rosaura.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial Güiraldes regresó a París, donde escribió los primeros capítulos de Don Segundo Sombra, en cuya redacción trabajó los años siguientes. Atraído por la teosofía y el esoterismo, estas disciplinas le inspiraron los Poemas místicos, Poemas solitarios y El sendero (todos publicados póstumamente por su viuda). De regreso a su país natal se vinculó a los jóvenes vanguardistas, participó en la dirección de Proa y colaboró con Martín Fierro y Valoraciones.
Tras los fracasos anteriores, el autor encontró su voz definitiva en Don Segundo Sombra (1926), que obtuvo un éxito inmediato. Con prosa cuidada, la novela narra en primera persona la historia del joven Fabio Cáceres, quien encuentra en el arriero Segundo Ramírez Sombra al maestro que le permite convertirse en hombre. Don Segundo Sombra es una novela de aprendizaje en la que se narran las vicisitudes de la vida del campo y las particularidades de ese ámbito rural amenazado de extinción por la expansión del progreso. De ahí su fuerte tono elegíaco, a través del que se configuran una mirada melancólica respecto al pasado y una decidida apuesta de rescate de unos valores que se proponen como intrínsecamente argentinos.
La prosa de Güiraldes tiene una notoria tendencia al registro poético. De esta manera, Don Segundo Sombra, al tiempo que queda marcada por la sensibilidad de su tiempo, se liga a una tradición de la literatura gauchesca, que determina también la elección del narrador en primera persona, con la consiguiente visión desde la conciencia de un paisano resero, representante de ese mundo que encuentra grandes dificultades para hacerse un lugar dentro de la vida moderna.
La novela presenta variados cuadros de ambiente con excelentes descripciones de carácter criollista y regionalista, amenizadas con detenidas observaciones acerca de la vida y las faenas campestres. La narración central está interpolada por relatos breves, como el cuento de Miseria o el del paisanito Dolores, extraídos del repertorio popular y muy conocidos por entonces entre los habitantes de la campaña.
Güiraldes dedicó varios años a la composición de esta novela: comenzó a escribirla en París en 1920 y la concluyó en Argentina años después, cuando el panorama literario porteño estaba ya dominado por las propuestas de vanguardia. Los poetas aglutinados en torno a las revistas Martín Fierro y Proa se contaron entre sus primeros lectores y fueron también quienes dedicaron elogios y reconocimientos que borraron definitivamente el estigma del "fracaso" asociado a la figura de Güiraldes, consecuencia de la casi nula aceptación crítica de sus primeras obras.

José Eustasio Rivera

(Rivera, 1888 - Nueva York, 1928) Escritor colombiano autor de la novela La vorágine (1924), considerada un clásico de la literatura hispanoamericana. Hasta la llegada de La vorágine, la literatura colombiana sólo tenía en la María de Jorge Isaacs (1867) una obra de indiscutible altura universal. Rivera logró en esta narración desembarazar la novela nacional del localismo detallista propio del costumbrismo y, con original expresión, supo plasmar a través de la tragedia de Arturo Cova la enconada lucha del hombre con la naturaleza.
José Eustasio Rivera nació en el pequeño pueblo de San Mateo, hoy Rivera (Huila), el 19 de febrero de 1888, en el seno de una familia dedicada a las labores del campo y con aguerridos antepasados huilenses; su padre, don Eustasio Rivera, era hermano de los generales conservadores Pedro, Napoleón y Toribio Rivera, quienes desempeñaron importantes cargos en la administración, el Congreso y el campo educativo. Casado con Catalina Salas, el matrimonio tuvo once hijos.
Rivera hizo sus primeros estudios en Neiva, primero en el colegio de Santa Librada y posteriormente en el de San Luis Gonzaga, mostrando tempranamente su inclinación por las letras. Influido por las corrientes románticas y modernistas, ya desde sus primeros poemas reveló su inquietud por la naturaleza. Dice en "Gloria", por ejemplo: "yo llevo el cielo en mí..." o "yo llevo la cascada que en oscura selva se rompe; y he amoldado a mi cráneo la llanura y se ha encerrado en él la cordillera".
A través de su identificación con la geografía nacional, José Eustasio Rivera logró una poesía llena de emoción, sin pertenecer a los movimientos de su época como los Nuevos, ni a la acartonada generación centenarista. Otros de estos poemas escritos entre 1906 y 1909 son "Tocando diana", "En el ara", "Dúo de flautas", "Triste", "Aurora boreal" y "Diva, la virgen muerta". La visión de la naturaleza le sirvió para interpretar y fortalecer su propia personalidad. Pero no se quedaría en la mera descripción del entorno, sino que, tanto en esta primera obra como en poesías posteriores y en su prosa, expresó su sentido trágico de la existencia humana, de lo fugaz y limitado de la vida.
En 1906 viajó a Bogotá para ingresar, becado, en la Escuela Normal. Tres años más tarde se desempeñó como inspector escolar. En los Juegos Florales de Tunja, en los que se conmemoraba el centenario del grito de Independencia, Rivera obtuvo el segundo lugar con poemas de corte épico, muy influidos por la poética de Miguel Antonio Caro: "Oda a España" fue publicada en septiembre de 1910 por El Tropical de Ibagué. Regresó a Bogotá donde, para mantenerse, trabajó en el Ministerio de Gobierno, mientras estudiaba en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, graduándose en 1917 con la tesis Liquidación de las herencias. De ese entonces data su drama teatral Juan Gil. Pocos meses después de egresado, le fue ofrecida desde Neiva una curul en la Cámara de Representantes, que Rivera aceptó. Pronto, un telegrama del obispo de Garzón, Esteban Rojas, pidiéndole la renuncia "por el bien de la unidad católica", hizo que el escritor exclamara: "Me barrieron de un sotanazo".
El primer contacto de José Eustasio Rivera con los Llanos Orientales tuvo lugar en enero de 1916. El segundo fue en abril de 1918, cuando, en función de su profesión de abogado, viajó en bongó por el río Meta hasta la hacienda Mata de Palma, estadía que duró hasta el mes de febrero de 1920 y durante la que hizo amistad con Luis Franco Zapata, figura clave en la génesis de La vorágine. En 1912 Luis Franco Zapata se había escapado con Alicia Hernández Carranza desde Bogotá, donde ella trabajaba como empleada de una tienda. Juntos llegaron al fondo de la Amazonia, entre Colombia y Venezuela, y se instalaron en las caucherías del Brazo Casiquiare, cerca de Brasil.
En 1918, en Orocué, Luis Franco Zapata le contó todas sus historias a Rivera, desde las más íntimas hasta las de índole social, sin excluir las mitológicas, las de aventuras y las de sangre. "La mayor parte de los personajes de La vorágine (afirma Isaías Peña Gutiérrez) surgieron de los relatos de Luis Franco Zapata, incluidos los nombres, que poco variaron." Cerca de Orocué, Rivera tuvo un segundo ataque de cefalea que se repitió en Sogamoso en 1919 y, de regreso a Orocué, sufrió las fiebres del paludismo, que le curaron Luis Franco y Alicia.
De nuevo en Bogotá, Rivera participó en la tertulia del Olimpito, que solía reunirse en los cafés Windsor o Inglés; asistían jóvenes poetas como Rafael Maya o Luis Rosales, e intelectuales como Luis López de Mesa. Gran amigo de Rivera fue el poeta Miguel Rasch Isla, y simultáneamente con él puso José Eustasio en las librerías su primer libro, Tierra de promisión (1921). Compuesto por 55 sonetos y dividido en tres partes (la selva, las cumbres y el llano), de este poemario dijo Juan Lozano y Lozano al mes siguiente de su publicación: "Son versos perfectos de salvaje realeza. Allí está íntegra, pero idealizada, nuestra pampa aborigen, desfile lujurioso, violento, que se engarza en sonetos espléndidos, como perla en oro".
En marzo de ese mismo año, durante una excursión emprendida con el poeta Alberto Ángel Montoya, cerca de Purificación, Rivera sufrió otro serio ataque, acompañado de convulsiones y delirios; fue atendido por el doctor José María Lombana Barreneche y tras una recuperación de dos meses en Neiva regresó a Bogotá. El 4 de julio, encabezando con Antonio Gómez Restrepo una delegación diplomática, partió hacia Perú y México. Con motivo de la celebración de los centenarios de la independencia de los dos países, Rivera entró en contacto con los escritores Amado Nervo, Manuel Gutiérrez Nájera y Juan de Dios Peza, entre otros. Para El Mundial de Lima, José Eustasio Rivera concedió una polémica entrevista que lo llevó a una fuerte controversia con el gran poeta Eduardo Castillo.
En febrero de 1922 falleció el padre de Rivera, a la edad de 74 años. Nombrado secretario de la comisión limítrofe Colombiano-Venezolana, José Eustasio partió con la comisión en septiembre de 1922, rumbo a Girardot. Siguiendo la ruta río Magdalena abajo, pasaron por Barranquilla y se adentraron por Venezuela; por el Orinoco llegaron hasta Ciudad Bolívar y a Caicara a finales de octubre. La falta de apoyo del gobierno impulsó a Rivera a abandonar la comisión y a proseguir el viaje por su cuenta.
Rivera llegó a San Fernando de Atabapo en diciembre, y en Orocué se encontró con Melitón Escobar, antiguo compañero de comisión, a la que se integró de nuevo y con la que continuó su viaje por Yavita, Maroa y Victorino, en plena selva. Sin mapas, sin ni siquiera medios rudimentarios, trazaron los límites, con la ayuda de los ingenieros suizos que los acompañaban. Según las notas de viaje del doctor venezolano Ramón Ignacio Méndez, "fue en los largos y tediosos días de la permanencia de Yavita que José Eustasio Rivera escribió muchos de los capítulos de La vorágine, y fue allí donde le oí leer algunas páginas de la obra".
En compañía de Melitón Escobar, Rivera decidió salir por el sur, río abajo, para investigar un sinnúmero de atropellos contra ciudadanos colombianos de los que había tenido noticia: la venta de colombianos a caucheros brasileños; las explotaciones feudales de Leonidas Norzagaray Elicechea, deforestador y esclavista que llegó a acuñar su propia moneda; la penetración peruana en el territorio nacional colombiano y los criminales procedimientos de la Casa Arana.
Primero desde Manaos (el 18 de julio de 1923) y, después del dilatado regreso por Venezuela entrando por Barranquilla, como representante de la Cámara, Rivera hizo toda clase de denuncias, escribió artículos, organizó una junta de defensa nacional e incluso citó al ministro de Relaciones Exteriores, por su negligencia al enviar una comisión sin los mínimos instrumentos para desarrollar su labor y por el cargo de infidencia al hacer llegar a Norzagaray el informe secreto que Rivera había despachado desde Manaos. Por ley se les reconocieron los sueldos a los miembros de la comisión, pero el ministro fue absuelto, no sin antes reconocer el patriótico procedimiento de Rivera. Sin embargo, por carecer de apoyo partidista, éste no logró lo que en el fondo perseguía: la salvaguardia de la soberanía y el honor nacional. Norzagaray, en cambio, intentó matar en dos ocasiones al escritor.
Desengañado, Rivera volvió a Neiva y, consciente de que su más efectiva arma de denuncia era su pluma, se dedicó a hacer excursiones por el Caquetá para, desde los artículos que publicó en los principales diarios, denunciar las anomalías o, desde el propio terreno, facilitar consejos. Rivera fue el primero en proponer la construcción de la vía Neiva-San Vicente de Caguán, que de haberse realizado hubiera impedido la guerra con el Perú, y que fue finalmente ordenada... 63 años más tarde. La vorágine se terminó de escribir el 21 de abril de 1924, en Neiva. Su lanzamiento al público coincidió con el cumpleaños de la madre del autor, el 25 de noviembre de 1924.
No había visto aún la luz La vorágine cuando Rivera fue llamado a presidir una comisión investigadora sobre irregularidades del aparato burocrático del gobierno. Dos investigaciones sirvieron para mostrar el enorme valor ético y patriótico de Rivera y, en un país con amplios niveles de corrupción, para sepultar las aspiraciones políticas del escritor. Los apuntes que de estas indagaciones extrajo iban a servir de documentación para su segunda novela, que no alcanzó a redactar y que llevaría por título La mancha negra. El 31 de marzo de 1928 partió, como presidente de la delegación colombiana, al Congreso Internacional de Inmigración y Emigración que se celebró en La Habana.
Por cuenta propia viajó a Nueva York, adonde llegó a finales de abril. Residió primero en el hotel Le Marquis y luego en un apartamento en las cercanías del Central Park. En esta ciudad se dedicó a la traducción de La vorágine al inglés, al proyecto de llevarla al cine (nunca realizado) y a su próxima novela, que "habría de aparecer al marcharse al África, porque allí se sentiría más seguro que en su propia tierra", como dijo a José A. Velasco. Los oscuros manejos del representante de la empresa petrolera Standard Oil, el capitán Flanagan, los tratos secretos e irregulares de altos funcionarios del gobierno como Carlos Adolfo Urueta, la indelicada actitud del ex ministro Esteban Jaramillo y hasta los sobornos al consejero espiritual del estadista Dr. Zerda, opuesto a la firma del contrato entre la Standard Oil y el Estado colombiano para la construcción del oleoducto Cartagena-Barrancabermeja, eran parte del explosivo material que Rivera se disponía a manejar, con su pulcritud moral, para su nueva obra.
El 29 de octubre recibió un homenaje en la Universidad de Columbia, dictó conferencias y llegó a rumorearse que sería nombrado cónsul. Pronunció un discurso en el ágape ofrecido al piloto Benjamín Méndez, dos días antes del histórico vuelo entre Nueva York y Bogotá, y luego de la partida del avión Rivera comenzó a sentirse mal. Lo que en un principio el médico creyó que era una gripe y que finalmente jamás logró diagnosticarse (no se permitió la autopsia) fue convirtiéndose en un grave estado que, tras cuatro días en coma, llevó a la muerte a José Eustasio Rivera, a las 12:50 de la invernal tarde del 1 de diciembre de 1928.
El cadáver fue repatriado a bordo de un barco de la United Fruit, llegó a Barranquilla, donde se le rindieron honores, y, remontando el Magdalena, llegó finalmente a Bogotá el 7 de enero de 1929, donde fue velado en el Capitolio Nacional. Más de quince mil personas desfilaron ante él y el 9 de enero fue enterrado en el Cementerio Central, en medio de sentidas despedidas, hermosos discursos y grandes multitudes. 

La vorágine

Inspirada en el relato que oyera de labios de Luis Franco Zapata en Orocué, en 1918, sobre el viaje que lo llevó con Alicia Hernández a establecerse en el corazón de la selva (y que en cierto modo el autor había revivido en su viaje con la comisión limítrofe Colombiano-Venezolana), ninguna obra como ésta había logrado reflejar la extensión pavorosa de la selva amazónica, la selva del caucho, a la que el protagonista y narrador, Arturo Cova, se precipita para escapar a sus deberes sociales en compañía de Alicia, una pequeña burguesa arrancada por él de su mundo familiar más por capricho que por pasión. Las vicisitudes afanosas de Arturo Cova y de sus compañeros hacen pensar en los esfuerzos de individuos que obstinadamente, en medio de las arenas movedizas, se agitan para librarse de ellas, y por su mismo esfuerzo se hunden más rápidamente. Y, en efecto, la selva se tragará al fin a los tránsfugas de la sociedad.
Arturo Cova, hombre en apariencia apasionado, violento y amante de la aventura, es en realidad un personaje cuyo núcleo psicológico es el tedio y la abulia provocada por no haber encontrado una auténtica finalidad a la vida, abulia que intenta remediar con la huida y una exacerbación de la voluntad, convirtiéndose aparentemente en un hombre de acción o un aventurero. Todo el relato de Cova es una fuga de sus verdaderos problemas; por eso no es extraño que su culminación sea la desaparición en la selva, tragado por el inmenso cementerio verde, adonde había penetrado empujado por el deseo de vengar la imaginaria traición de Alicia.
"Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia. Nada supe de los deliquios embriagadores, ni de la confidencia sentimental, ni de la zozobra de las miradas cobardes. Más que el enamorado, fui siempre el dominador cuyos labios no conocieron la súplica". Así empieza su relato; personaje complejo, cuando cree descubrir el cansancio de su compañera aparecen los celos, el apasionamiento: "Alicia me trataba ya, no sólo con indiferencia, sino con mal disimulado desdén. Desde entonces comencé a apasionarme por ella y hasta me dio por idealizarla".
Arturo Cova quiere ser siempre el triunfador, el actor central. Su compañero, Fidel Franco, lo acusará de ser un desequilibrado tan impulsivo como teatral; en realidad es un solitario que sólo cree en él: "el ideal no se busca, lo lleva uno consigo mismo" afirma; sin embargo, no lo mueve ideal alguno. Actúa sin saber por qué, buscando tan sólo el acto puro, sin finalidad alguna. Por encima de todo está dominado por el cansancio de la vida, que lo arrastra a la aventura sin motivo. Su carácter está lleno de notas contradictorias: ataques histéricos, neurosis, búsqueda del agotamiento y del sufrimiento como un sedante, deseo de violencia y a la vez un sentido innato de la justicia y una compasión enfermiza hacia los débiles.
La prosa de José Eustasio Rivera es poemática y lírica aun en el horror y en la crueldad; el lenguaje lo acompaña en la imaginación desbordada, con su profusión de imágenes de gran fuerza expresiva. El autor ahonda psicológicamente en los caracteres y maneja los elementos con simbolismo evidente y manifiesto. Terrible y desmesurada, llena de misterio y violencia, La vorágine halla su límite artístico en los elementos de carácter documental en que abunda, y su grandeza en la reconstrucción de un mundo en el que la moral cristiana agoniza, mientras se perfilan los esfuerzos que señalan el nacimiento de una nueva moral rigurosamente adaptada a la vida impuesta por la selva a quien se aventura en ella. La obra de Rivera pertenece a la tendencia (hoy común a todas las literaturas hispanoamericanas) que se puede considerar antieuropea en cuanto tiende a destruir los vínculos que durante todo el siglo XIX hicieron de la América latina una oscura provincia de las literaturas europeas, y a crear una tradición exclusiva y típicamente hispanoamericana.

Rómulo Gallegos

(Rómulo Gallegos Freire, Caracas, Venezuela, 1884 - 1969) Novelista y político venezolano. Rómulo Gallegos hizo estudios universitarios de Agrimensura y de Derecho en la Universidad Central de su país, pero no llegó a terminarlos. Empleado de ferrocarriles y profesor en colegios privados, llegó a ser subdirector de la Escuela Normal y director del Liceo de Caracas (1922-1928).
El dictador Juan Vicente Gómez le nombró en 1931 senador por el estado de Apure, pero sus convicciones democráticas le hicieron expatriarse y renunciar al cargo. En 1935, muerto el dictador, Rómulo Gallegos volvió a Venezuela, y en 1936 fue nombrado ministro de Educación en el gobierno de López Contreras, cargo al que también renunció por los mismos escrúpulos morales.
En 1947 fue elegido presidente de la República, pero fue derrocado al año siguiente por una junta militar encabezada por Carlos Delgado Chalbaud. Exiliado de nuevo en Cuba y México, Rómulo Gallegos regresó a su país al ser liberado éste de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958.
En sus comienzos de narrador, Rómulo Gallegos publicó Los aventureros (1913), una colección de relatos. Siguió a esta obra El último Solar (1920), una novela que reeditaría en 1930 con el título de Reinaldo Solar, historia de la decadencia de una familia aristocrática a través de su último representante, en el que se adivina a su amigo Enrique Soublette, con quien fundara en 1909 la revista Alborada.
Escribió después La trepadora (1925), con un personaje femenino, Victoria Guanipa, ambiciosa y sin escrúpulos. Doña Bárbara (1929) es una verdadera epopeya que tiene como escenario la llanura venezolana. Cantaclaro (1934) es la novela de un cantante popular que recorre las aldeas y los campos. Canaima (1935) narra la existencia ruda de unos hacendados en las orillas del Orinoco.
Posteriormente publicó Pobre negro (1937), El forastero (1942), Sobre la misma tierra (1943), La brizna de paja en el viento (1952), La posición en la vida (1954) y La doncella y el último patriota (1957), obra ésta con la que obtendría el premio Nacional de Literatura.

DOÑA BÁRBARA

El protagonista Santos Luzardo, un joven abogado, quien vivió trece años en la ciudad de Caracas, donde se graduó en jurisprudencia, regresa a su hacienda de Altamira, donde le reciben unos pocos peones fieles y le ponen al tanto de los desmanes de la malvada Doña Bárbara, quien gracias a manejos turbios y a la alevosía de su amante de turno, el propio mayordomo de Santos Luzardo, y del fundo del latifundista Lorenzo barquero, al que dio el nombre de “el miedo”.
Doña Bárbara, es una mestiza de cuarenta años. Victima en su desgraciada juventud de unos piratas que la violaron sexualmente. Desde aquel momento el odio hacia el varón inspira todos sus actos.
Santos Luzardo siente odio y rencor a los que le hicieron daño. Pero renuncia a los rencores y decide quedarse en Altamira.
Se desata la lucha entre Santos Luzardo y Doña Bárbara.
Un acercamiento entre ambos personajes se hace imposible a causa de los celos que le inspira a la malvada mujer su hija Marisela, quien vive con su padre Lorenzo Barquero.
Marisela se enamora de Santos Luzardo. Ante la pasión naciente de la hermosa joven, este siente impulsos contradictorios y busca soluciones que no pasan de ser… imaginarias.
La perversa Doña Bárbara manda al bobo Juan Primito a la hacienda Altamira para tomar con un cordel la medida de la estatura del joven Santos Luzardo, burdo modo de adueñarse, según sus creencias supersticiosas, de la voluntad del apuesto joven Luzardo. Marisela al darse cuenta de la mala intención de su madre, le quita con furia el cordel. La madre, después de una violenta escena queda totalmente desconcertada.
La joven Marisela abandona Altamira y regresa con su padre al rancho del palmar de la chusmita, donde es amenaza permanente para ella la lujuria de mister Danger.
Al ser asesinados carmelito y Rafael, peones de Luzardo, este se lanza revolver en mano y obliga a los hermanos Mondragón a prender fuego a la casa de Macanillal y hiere a uno de ellos; se mete con sus fieles peones en tierras de “El Miedo” a parar rodeos sin licencia de la dueña; por fin le aureola “la gloria roja de la hazaña sangrienta cuando en Rincón Hondo cae mortalmente herido el brujeador, a quien Doña Bárbara envió una cita trágica con el amo de latamikra; el propio santos luzardo entrega a la malvada mujer el cadáver de Melquíades.
En cuanto a la malvada Doña Bárbara, su “ansia de renovación, y al mismo tiempo el fondo turbio de su alma supersticiosa, la impulsan a buscar, en la celda de Rincón Hondo, una solución a sus confusos designios. Luego logra que sus peones matan a Balbino Paiba (quien asesino a carmelito y su hermano), en el momento en que desentierran las plumas robadas.
Al oír de sus labios el relato del suceso de Rincón Hondo, Marisela le hace constar a Santos Luzardo que no es el quien mato al brujeador, sino pajarote, su acompañante.
Santos Luzardo “acepto el don de paz y dio en cambio una palabra de amor”. Doña Bárbara denuncia al juez el crimen de Balbino Paiba, atribuyéndole además la muerte del brujeador, y se propone devolverle a Luzardo las tierras arrebatadas.
La antes mencionada, ahora esta a punto de matar a Marisela, pero el recuerdo de su adorado Asbrubal le hace renunciar a este crimen. Doña Bárbara desaparece. También se marcha mister Danger, la hermosa Marisela hereda las tierras de su madre y… “todo vuelve a ser Altamira”.

DON SEGUNDO SOMBRA

Narra la vida de un chiquillo inquieto llamado Fabio Cáceres y del resero don Segundo sombra. La novela tiene 3 partes:
En la primera parte se narra la vida del niño Fabio de 14 años de edad, que es muy triste. El narrador nos habla de la cruel separación del niño con su madre; éste se va a vivir al lado de sus tías Mercedes y Asunción, quienes son indiferentes con el niño Fabio.
La casa y la escuela son la peor tortura para el protagonista. El niño no estudia porque se dedica a la pesca y lleva una vida de vagabundo y hasta se vuelve ladino.
Conoce por primera vez al resero don Segundo sombra y se va de la casa de sus tías para irse con él. En la segunda parte de la obra, se narran las actividades del raserito Fabio Cáceres en la pampa bajo la dirección y tutela del viejo resero don Segundo Sombra.
En esta parte de la novela el joven Fabio Cáceres, ya de 19 años, se ve envuelto en una serie de aventuras, participa en actividades recreativas y así como también en un gran rodeo, mata a un toro pero se quiebra una clavícula, se enamora de una muchacha, apuesta con su padrino en una carrera de caballos y pierde casi todo lo que llevaba encima, trabaja como arriero de una nueva tropa.
En la tercera y última parte de la historia, el protagonista se entera por primera vez, de que el era Fabio Cáceres. Su padre don Fabio Cáceres a muerto y le deja una buena herencia. De esta manera, el protagonista comienza una nueva vida con la ayuda moral de don Segundo Sombra. Empieza también a educarse por medio de estudios disciplinados.
Don Segundo Sombra se va de la vida del joven Fabio Cáceres, dejándole muy entristecido.