LITERATURA NORTEAMERICANA DEL SIGLO XX
1.
LA POESÍA:
Walt Whitman
(West Hills, EE UU, 1819 - Camden, id., 1892) Poeta estadounidense. Hijo de
madre holandesa y padre británico, fue el segundo de los nueve vástagos de una
familia con escasos recursos económicos. Pasó sólo ocasionalmente por la
escuela y pronto tuvo que empezar a trabajar, primero, y a pesar de su escasa
formación académica, como maestro itinerante, y más tarde en una imprenta.
Allí se despertó su afición por el periodismo, interés que le llevó a
trabajar en varios diarios y revistas neoyorquinos. Nombrado director del
Brooklyn Eagle en 1846, permaneció en el cargo sólo dos años debido a su
disconformidad con la línea abiertamente proesclavista defendida por el
periódico. Su afición por la ópera (género que influyó enormemente en su obra
poética) le permitió coincidir en una noche de estreno con un dirigente del
periódico de Nueva Orleans Crescent, quien lo convenció para que dejara Nueva
York y aceptase una oferta para trabajar en el diario.
Durante el viaje hacia al Sur, que emprendió en 1848, tuvo la oportunidad
de contemplar una realidad, la de provincias, para él totalmente desconocida y
que, en definitiva, sería decisiva para su carrera futura. Por todo este
conjunto de experiencias, cuando regresó a Nueva York, unos meses después,
abandonó el periodismo y se entregó por completo a la escritura.
La primera edición de su gran obra, sin embargo, no vio la luz hasta 1855.
Esta primera edición de Hojas de hierba (Leaves of grass) (habría otras ocho en
vida del poeta) constaba de doce poemas, todos ellos sin título, y fue el
propio Whitman quien se encargó de editarla y de llevarla a la imprenta. De los
mil ejemplares de la tirada, Whitman vendió pocos y regaló la mayoría, uno de
ellos a Ralph Waldo Emerson, importante figura de la escena literaria
estadounidense y su primer admirador. Su crítica, muy positiva, motivó a
Whitman para seguir escribiendo, a pesar de su ruinosa situación económica y de
la nula repercusión que, en general, habían tenido sus poemas.
Al año siguiente apareció la segunda edición y, cuatro años más tarde, la
tercera, que amplió con un poema de presentación y otro de despedida. La
noticia de que su hermano George había sido herido, al comienzo de la Guerra
Civil, le impulsó a abandonar Nueva York para ir a verle a Fredericksburg. Más
tarde se trasladó a Washington D.C. donde, apesadumbrado por el sufrimiento de
los soldados heridos, trabajó voluntariamente como ayudante de enfermería. Tras
el fin de la contienda, se estableció en Washington, donde trabajó para la
Administración. Allí publicó varios ensayos de contenido político, en los
cuales defendía los ideales democráticos, pero rechazaba el materialismo que, a
su juicio, impregnaba la vida y las aspiraciones de la sociedad estadounidense.
Aquejado de varias enfermedades, en 1873 se vio obligado a abandonar
Washington y trasladarse a Camden, en Nueva Jersey, donde permaneció hasta su
muerte. Dedicó los últimos años de su vida a revisar su obra poética, y a
escribir nuevos poemas que fue incluyendo en las sucesivas ediciones de Hojas
de hierba.
Whitman fue el primer poeta que experimentó las posibilidades del verso
libre, sirviéndose para ello de un lenguaje sencillo y cercano a la prosa, a la
vez que creaba una nueva mitología para la joven nación estadounidense, según
los postulados del americanismo emergente. El individualismo, los relatos de
sus propias experiencias, un tratamiento revolucionario del impulso erótico y
la creencia en los valores universales de la democracia son los rasgos
novedosos de su poética; en línea con el romanticismo del momento, propuso en
su poesía una comunión entre los hombres y la naturaleza de signo cercano al
panteísmo. Tanto por sus temas como por la forma, la poesía de Whitman se alejaba
de todo cuanto se entendía habitualmente por poético, aunque supo crear con los
nuevos materiales momentos de hondo lirismo.
2.
LA GENERACIÓN PERDIDA:
William Faulkner:
(William Falkner; New Albany, EE UU, 1897-Oxford, id., 1962) Escritor
estadounidense. Pertenecía a una familia tradicional y sudista, marcada por los
recuerdos de la guerra de Secesión, sobre todo por la figura de su bisabuelo,
el coronel William Clark Falkner, personaje romántico y autor de una novela de
éxito efímero. En Oxford, la escasa atención que prestaba Faulkner a sus
estudios y al puesto que le consiguió su familia en Correos anduvo paralela a
su avidez lectora, bajo la guía de un amigo de la familia, el abogado Phil
Stone.
A pesar de que su vida transcurrió en su mayor parte en el Sur, que le
serviría de inspiración literaria casi inagotable, viajó bastante: conocía
perfectamente ciudades como Los Ángeles, Nueva Orleans, Nueva York o Toronto y
vivió casi cinco años en París, donde cabe destacar que no frecuentó los
círculos literarios de la llamada Generación Perdida.
Perseguía muy conscientemente el éxito literario, que no alcanzó, sin
embargo, hasta la publicación de El ruido y la furia (1929), novela de marcado
tono experimental, en que la anécdota es narrada por cuatro voces distintas,
entre ellas la de un retrasado mental, siguiendo la técnica del «torrente de
conciencia», es decir, la presentación directa de los pensamientos que aparecen
en la mente antes de su estructuración racional.
El experimentalismo de Faulkner siguió apareciendo en sus siguientes
novelas: en ¡Absalón, Absalón! (1936), la estructura temporal del relato se
convierte en laberíntica, al seguir el hilo de la conversación o del recuerdo,
en lugar de la linealidad de la narración tradicional, mientras que Las
palmeras salvajes (1939) es una novela única formada por dos novelas, con los
capítulos intercalados, de modo que se establece entre ellas un juego de ecos e
ironías nunca cerrado por sus lectores ni por los críticos.
El mito presenta al autor como un escritor compulsivo, que trabajaba de
noche y en largas sesiones, mito que cultivó él mismo y que encuentra su mejor
reflejo en su personalísimo estilo, construido a partir de frases extensas y
atropelladas, de gran barroquismo y potencia expresiva, que fue criticado en
ocasiones por su carácter excesivo, pero a cuya fascinación es difícil
sustraerse y que se impuso finalmente a los críticos.
A pesar de haber conseguido el reconocimiento en vida, e incluso
relativamente joven, Faulkner vivió muchos años sumido en un alcoholismo
destructivo. La publicación, en 1950, de sus Narraciones completas, unida al
Premio Nobel que recibió ese mismo año, le dio el espaldarazo definitivo que
necesitaba para ser aceptado, en su propio país, como el gran escritor que era.
Su existencia cambió a partir de este momento: recibió numerosos honores,
escribió guiones de cine para productoras cinematográficas de Hollywood
(trabajo que aceptaba principalmente por motivos económicos, dado su elevado
ritmo de gasto) y se convirtió, en suma, en un hombre público, e incluso fue
nombrado embajador itinerante por el presidente Eisenhower. Los últimos años de
su vida, que transcurrieron entre conferencias, colaboraciones con el director
de cine Howard Hawks, viajes, relaciones sentimentales efímeras y curas de
desintoxicación, dan la impresión de una angustia creciente y nunca resuelta.
«No se escapa al Sur, uno no se cura de su pasado», dice uno de los
personajes de El ruido y la furia, y, en efecto, el escenario de la mayoría de
sus novelas, es el imaginario condado sureño de Yoknapatawpha, cuyas
connotaciones y poder simbólico le confieren un aura casi bíblica. En este
sentido, la obra de Faulkner debe ser contemplada como un todo, en la medida en
que toda ella se halla marcada por esta voluntad de recrear la vida del sur de
Estados Unidos, por más que tal localismo no impide que sus personajes y sus
obsesiones, tan circunscritos a un tiempo y un lugar concretos, adquieran una
proyección universal.
Ernest Hemingway:
(Ernest Miller Hemingway; Oak Park, 1899 - Ketchum, 1961) Narrador
estadounidense cuya obra, considerada ya clásica en la literatura del siglo XX,
ha ejercido una notable influencia tanto por la sobriedad de su estilo como por
los elementos trágicos y el retrato de una época que representa. Recibió el
premio Nobel en 1954.
Ya se había iniciado en el periodismo cuando se alistó como voluntario en
la Primera Guerra Mundial, como conductor de ambulancias, hasta que fue herido
de gravedad. De vuelta a Estados Unidos retomó el periodismo hasta que se
trasladó a París, donde alternó con las vanguardias y conoció a E. Pound, Pablo
Picasso, J. Joyce y G. Stein, entre otros. Participó en la Guerra Civil
Española y en la Segunda Guerra Mundial como corresponsal, experiencias que
luego incorporaría a sus relatos y novelas.
Él mismo declaró que su labor como periodista lo había influido incluso
estéticamente, pues lo obligó a escribir frases directas, cortas y duras,
excluyendo todo lo que no fuera significativo. Su propio periodismo, por otra parte,
también influyó en el reportaje y las crónicas de los corresponsales futuros.
Entre sus primeros libros se encuentran Tres relatos y diez poemas (1923),
En nuestro tiempo (1924) y Hombres sin mujeres (1927), que incluye el
antológico cuento "Los asesinos". Ya en este cuento es visible el
estilo de narrar que lo haría famoso y maestro de varias generaciones. El
relato se sustenta en diálogos cortos que van creando un suspense invisible,
como si lo que sucediera estuviera oculto o velado por la realidad. El autor
explicaba su técnica con el modelo del témpano de hielo, que oculta la mayor
parte de su materia bajo el agua, dejando visible sólo una pequeña parte a la
luz del día.
Otros cuentos de parecida factura también son antológicos, como "Un
lugar limpio y bien iluminado", "La breve vida feliz de Francis
Macomber", "Las nieves del Kilimanjaro", "Colinas como
elefantes blancos", "Un gato bajo la lluvia" y muchos más. En
algunas de sus mejores historias hay un vago elemento simbólico sobre el que
gira el relato, como una metáfora que se desarrolla en el plano de la realidad.
La mayor parte de su obra plantea a un héroe enfrentado a la muerte y que
cumple una suerte de código de honor; de ahí que sean matones, toreros,
boxeadores, soldados, cazadores y otros seres sometidos a presión. Tal vez su
obra debe ser comprendida como una especie de romanticismo moderno, que aúna el
sentido del honor, la acción, el amor, el escepticismo y la nostalgia como sus
vectores principales. Sus relatos inauguran un nuevo tipo de
"realismo" que, aunque tiene sus raíces en el cuento norteamericano
del siglo XIX, lo transforma hacia una cotidianidad dura y a la vez poética,
que influiría en grandes narradores posteriores como R. Carver.
Uno de los personajes de Hemingway expresa: "El hombre puede ser
destruido, pero no derrotado". Y uno de sus críticos corrobora: "Es
un código que relaciona al hombre con la muerte, que le enseña cómo morir, ya
que la vida es una tragedia. Pero sus héroes no aman mórbidamente la muerte,
sino que constituyen una exaltación solitaria de la vida, y a veces sus muertes
constituyen la salvaguarda de otras vidas". A este tipo de héroe suele
contraponer Hemingway una especie de antihéroe, como su conocido personaje Nick
Adams, basado en su propia juventud, y que hilvana buena parte de los relatos
como una línea casi novelesca.
Sus novelas tal vez sean más populares aunque menos perfectas
estilísticamente que los cuentos. Sin embargo, Fiesta (1926) puede ser
considerada una excepción; en ella se cuenta la historia de un grupo de
norteamericanos y británicos, integrantes de la llamada "generación
perdida", que vagan sin rumbo fijo por España y Francia. En 1929 publicó
Adiós a las armas, historia sentimental y bélica que se desarrolla en Italia
durante la guerra. En Tener y no tener (1937), condena las injusticias
económicas y sociales. En 1940 publicó Por quién dobla las campanas, basada en
la Guerra Civil española. Esta obra fue un éxito de ventas y se llevó a la
pantalla.
En 1952 dio a conocer El viejo y el mar, que tiene como protagonista a un
modesto pescador de La Habana, donde vivió y escribió durante muchos años
enfrentado a la naturaleza. Algunos críticos han visto en este texto la
culminación de su obra, porque en él confluyen el humanismo y la economía
artística; otros, sin embargo, opinan que éste no es el mejor Hemingway, por
una cierta pretensión didáctica. Hacia el final de una vida aventurera, cansado
y enfermo, se suicidó como lo haría alguno de sus personajes, disparándose con
una escopeta de caza. Para muchos, es uno de los escasos autores míticos de la
literatura contemporánea.
3.
LOS GRANDES RENOVADORES DE LA NOVELA
EUROPEA:
Marcel Proust:
(París, 1871-id., 1922) Escritor francés. Hijo de Adrien Proust, un
prestigioso médico de familia tradicional y católica, y de Jeanne Weil,
alsaciana de origen judío, dio muestras tempranas de inteligencia y
sensibilidad. A los nueve años sufrió el primer ataque de asma, afección que ya
no le abandonaría, por lo que creció entre los continuos cuidados y atenciones
de su madre. En el liceo Condorcet, donde cursó la enseñanza secundaria,
afianzó su vocación por las letras y obtuvo brillantes calificaciones. Tras
cumplir el servicio militar en 1889 en Orleans, asistió a clases en la
Universidad de La Sorbona y en la École Livre de Sciences Politiques.
Durante los años de su primera juventud llevó una vida mundana y
aparentemente despreocupada, que ocultaba las terribles dudas que albergaba
sobre su vocación literaria. Tras descartar la posibilidad de emprender la
carrera diplomática, trabajó un tiempo en la Biblioteca Mazarino de París,
decidiéndose finalmente por dedicarse a la literatura. Frecuentó los salones de
la princesa Mathilde, de Madame Strauss y Madame de Caillavet, donde conoció a
Charles Maurras, Anatole France y Léon Daudet, entre otros personajes célebres
de la época.
Sensible al éxito social y a los placeres de la vida mundana, el joven
Proust tenía, sin embargo, una idea muy diferente de la vida de un artista,
cuyo trabajo sólo podía ser fruto de «la oscuridad y del silencio». En 1896
publicó Los placeres y los días, colección de relatos y ensayos que prologó
Anatole France. Entre 1896 y 1904 trabajó en la obra autobiográfica Jean
Santeuil, en la que se proponía relatar su itinerario espiritual, y en las
traducciones al francés de La biblia de Amiens y Sésamo y los lirios, de John
Ruskin.
Después de la muerte de su madre (1905), el escritor se sintió solo,
enfermo y deprimido, estado de ánimo propicio para la tarea que en esos años
decidió emprender, la redacción de su ciclo novelesco En busca del tiempo
perdido, que concibió como la historia de su vocación, tanto tiempo postergada
y que ahora se le imponía con la fuerza de una obligación personal.
Anteriormente, había escrito para Le Fígaro diversas parodias de escritores
famosos (Saint-Simon, Balzac, Flaubert), y comenzó a redactar Contre
Sainte-Beuve, obra híbrida entre novela y ensayo con varios pasajes que luego
pasarían a En busca del tiempo perdido.
Consumado su aislamiento social, se dedicó en cuerpo y alma a ese proyecto;
el primer fruto de ese trabajo sería Por el camino de Swann (1913), cuya
publicación tuvo que costearse él mismo ante el desinterés de los editores. El
segundo tomo, A la sombra de las muchachas en flor (1918), en cambio, le valió
el Premio Goncourt. Los últimos volúmenes de la obra fueron publicados después
de su muerte por su hermano Robert.
La novela, que el mismo Proust comparó con la compleja estructura de una
catedral gótica, es la reconstrucción de una vida, a través de lo que llamó
«memoria involuntaria», única capaz de devolvernos el pasado a la vez en su
presencia física, sensible, y con la integridad y la plenitud de sentido del
recuerdo, proceso simbolizado por la famosa anécdota de la magdalena, cuyo
sabor hace renacer ante el protagonista una época pasada de su vida.
El tiempo al que alude Proust es el tiempo vivido, con todas las
digresiones y saltos del recuerdo, por lo que la novela alcanza una estructura
laberíntica. El más mínimo detalle merece el mismo trato que un acontecimiento
clave en la vida del protagonista, Marcel, réplica literaria del autor; aunque
se han realizado estudios para contrastar los acontecimientos de la novela con
la vida real de Proust, lo cierto es que nunca podrían llegar a confundirse,
porque, como afirma el propio autor, la literatura comienza donde termina la
opacidad de la existencia.
El estilo de Proust se adapta perfectamente a la intención de la obra:
también la prosa es morosa, prolija en detalles y de períodos larguísimos, laberínticos,
como si no quisiera perder nada del instante. La obra de Proust, junto a la de
autores como Joyce o Faulkner, constituye un hito fundamental en la literatura
contemporánea.
Franz Kafka:
(Praga, 1883 - Kierling, Austria, 1924) Escritor checo en lengua alemana.
Nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos, Franz Kafka se formó
en un ambiente cultural alemán, y se doctoró en derecho. Pronto empezó a
interesarse por la mística y la religión judías, que ejercieron sobre él una
notable influencia y favorecieron su adhesión al sionismo.
Su proyecto de emigrar a Palestina se vio frustrado en 1917 al padecer los
primeros síntomas de tuberculosis, que sería la causante de su muerte. A pesar
de la enfermedad, de la hostilidad manifiesta de su familia hacia su vocación
literaria, de sus cinco tentativas matrimoniales frustradas y de su empleo de
burócrata en una compañía de seguros de Praga, Franz Kafka se dedicó
intensamente a la literatura.
Su obra, que nos ha llegado en contra de su voluntad expresa, pues ordenó a
su íntimo amigo y consejero literario Max Brod que, a su muerte, quemara todos
sus manuscritos, constituye una de las cumbres de la literatura alemana y se
cuenta entre las más influyentes e innovadoras del siglo XX.
En la línea de la Escuela de Praga, de la que es el miembro más destacado,
la escritura de Kafka se caracteriza por una marcada vocación metafísica y una
síntesis de absurdo, ironía y lucidez. Ese mundo de sueños, que describe
paradójicamente con un realismo minucioso, ya se halla presente en su primera
novela corta, Descripción de una lucha, que apareció parcialmente en la revista
Hyperion, que dirigía Franz Blei.
En 1913, el editor Rowohlt accedió a publicar su primer libro,
Meditaciones, que reunía extractos de su diario personal, pequeños fragmentos
en prosa de una inquietud espiritual penetrante y un estilo profundamente
innovador, a la vez lírico, dramático y melodioso. Sin embargo, el libro pasó
desapercibido; los siguientes tampoco obtendrían ningún éxito, fuera de un
círculo íntimo de amigos y admiradores incondicionales.
El estallido de la Primera Guerra Mundial y el fracaso de un noviazgo en el
que había depositado todas sus esperanzas señalaron el inicio de una etapa
creativa prolífica. Entre 1913 y 1919 Franz Kafka escribió El proceso, La
metamorfosis y La condena y publicó El chófer, que incorporaría más adelante a
su novela América, En la colonia penitenciaria y el volumen de relatos Un
médico rural.
En 1920 abandonó su empleo, ingresó en un sanatorio y, poco tiempo después,
se estableció en una casa de campo en la que escribió El castillo; al año
siguiente Kafka conoció a la escritora checa Milena Jesenska-Pollak, con la que
mantuvo un breve romance y una abundante correspondencia, no publicada hasta
1952. El último año de su vida encontró en otra mujer, Dora Dymant, el gran
amor que había anhelado siempre, y que le devolvió brevemente la esperanza.
La existencia atribulada y angustiosa de Kafka se refleja en el pesimismo
irónico que impregna su obra, que describe, en un estilo que va desde lo
fantástico de sus obras juveniles al realismo más estricto, trayectorias de las
que no se consigue captar ni el principio ni el fin. Sus personajes, designados
frecuentemente con una inicial (Joseph K o simplemente K), son zarandeados y
amenazados por instancias ocultas. Así, el protagonista de El proceso no
llegará a conocer el motivo de su condena a muerte, y el agrimensor de El
castillo buscará en vano el rostro del aparato burocrático en el que pretende
integrarse.
Los elementos fantásticos o absurdos, como la transformación en escarabajo
del viajante de comercio Gregor Samsa en La metamorfosis, introducen en la
realidad más cotidiana aquella distorsión que permite desvelar su propia y más
profunda inconsistencia, un método que se ha llegado a considerar como una
especial y literaria reducción al absurdo. Su originalidad irreductible y el
inmenso valor literario de su obra le han valido a posteriori una posición
privilegiada, casi mítica, en la literatura contemporánea.
James Joyce:
(Dublín, 1882 - Zurich, 1941) Escritor irlandés en lengua inglesa. Nacido
en el seno de una familia de arraigada tradición católica, estudió en el
colegio de jesuitas de Belvedere entre 1893 y 1898, año en que se matriculó en
la National University de Dublín, en la que comenzó a aprender varias lenguas y
a interesarse por la gramática comparada.
Su formación jesuítica, que siempre reivindicó, le inculcó un espíritu
riguroso y metódico que se refleja incluso en sus composiciones literarias más
innovadoras y experimentales. Manifestó cierto rechazo por la búsqueda
nacionalista de los orígenes de la identidad irlandesa, y su voluntad de
preservar su propia experiencia lingüística, que guiaría todo su trabajo
literario, le condujo a reivindicar su lengua materna, el inglés, en detrimento
de una lengua gaélica que estimaba readoptada y promovida artificialmente.
En 1902 se instaló en París, con la intención de estudiar literatura, pero
en 1903 regresó a Irlanda, donde se dedicó a la enseñanza. En 1904 se casó y se
trasladó a Zurich, donde vivió hasta 1906, año en que pasó a Trieste, donde dio
clases de inglés en una academia de idiomas. En 1907 apareció su primer libro,
el volumen de poemas Música de cámara (Chamber Music) y en 1912 volvió a su país
con la intención de publicar una serie de quince relatos cortos dedicados a la
gente de Dublín, Dublineses (Dubliners), que apareció finalmente en 1914.
Durante la Primera Guerra Mundial vivió pobremente junto a su mujer y sus
dos hijos en Zurich y Locarno. La novela semiautobiográfica Retrato del artista
adolescente (Portrait of the Artist as a Young Man), de sentido profundamente
irónico, que empezó a publicarse en 1914 en la revista The Egoist y apareció
dos años después en forma de libro en Nueva York, lo dio a conocer a un público
más amplio.
Pero su consagración literaria completa sólo le llegó con la publicación de
su obra maestra, Ulises (Ulysses, 1922), novela experimental en la que intentó
que cada uno de sus episodios o aventuras no sólo condicionara, sino también
«produjera» su propia técnica literaria: así, al lado del «flujo de conciencia»
(técnica que había usado ya en su novela anterior), se encuentran capítulos
escritos al modo periodístico o incluso imitando los catecismos. Inversión irónica
del Ulises de Homero, la novela explora meticulosamente veinticuatro horas en
la vida del protagonista, durante las cuales éste intenta no volver a casa,
porque sabe que su mujer le está siendo infiel.
Una breve estancia en Inglaterra, en 1922, le sugirió el tema de una nueva
obra, que emprendió en 1923 y de la que fue publicando extractos durante muchos
años, pero que no alcanzaría su forma definitiva hasta 1939, fecha de su
publicación, con el título de Finnegan's wake. En ella, la tradicional aspiración
literaria al «estilo propio» es llevada al extremo y, con ello, al absurdo,
pues el lenguaje deriva experimentalmente, desde el inglés, hacia un idioma
propio del texto y de Joyce. Para su composición, el autor amalgamó elementos
de hasta sesenta idiomas diferentes, vocablos insólitos y formas sintácticas
completamente nuevas. Durante la Segunda Guerra Mundial se trasladó de nuevo a
Zurich, donde murió ya casi completamente ciego.
La obra de Joyce está consagrada a Irlanda, aunque vivió poco tiempo allí,
y mantuvo siempre una relación conflictiva con su realidad y conflicto político
e histórico. Sus innovaciones narrativas, entre ellas el uso excepcional del
«flujo de conciencia», así como la exquisita técnica mediante la que desintegra
el lenguaje convencional y lo dobla de otro, completamente personal, simbólico
e íntimo a la vez, y la dimensión irónica y profundamente humana que, sin
embargo, recorre toda su obra, lo convierten en uno de los novelistas más
influyentes y renovadores del siglo XX.
4.
EL TEATRO EXISTENCIAL Y DEL ABSURDO:
Albert Camus:
(Mondovi, Argelia, 1913-Villeblerin, Francia, 1960) Novelista, dramaturgo y
ensayista francés. Nacido en el seno de una modesta familia de emigrantes
franceses, su infancia y gran parte de su juventud transcurrieron en Argelia.
Inteligente y disciplinado, empezó estudios de filosofía en la Universidad de
Argel, que no pudo concluir debido a que enfermó de tuberculosis.
Formó entonces una compañía de teatro de aficionados que representaba obras
clásicas ante un auditorio integrado por trabajadores. Luego, ejerció como
periodista durante un corto período de tiempo en un diario de la capital
argelina, mientras viajaba intensamente por Europa. En 1939 publicó Bodas,
conjunto de artículos que incluyen numerosas reflexiones inspiradas en sus
lecturas y viajes. En 1940 marchó a París, donde pronto encontró trabajo como
redactor en Paris-Soir.
Empezó a ser conocido en 1942, cuando se publicaron su novela corta El
extranjero, ambientada en Argelia, y el ensayo El mito de Sísifo, obras que se
complementan y que reflejan la influencia que sobre él tuvo el existencialismo.
Tal influjo se materializa en una visión del destino humano como absurdo, y su
mejor exponente quizá sea el «extranjero» de su novela, incapaz de participar en
las pasiones de los hombres y que vive incluso su propia desgracia desde una
indiferencia absoluta, la misma, según Camus, que marca la naturaleza y el
mundo.
Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial se implicó en los
acontecimientos del momento: militó en la Resistencia y fue uno de los
fundadores del periódico clandestino Combat, y de 1945 a 1947, su director y
editorialista. Sus primeras obras de teatro, El malentendido y Calígula,
prolongan esta línea de pensamiento que tanto debe al existencialismo, mientras
los problemas que había planteado la guerra le inspiraron Cartas a un amigo
alemán.
Su novela La peste (1947) supone un cierto cambio en su pensamiento: la
idea de la solidaridad y la capacidad de resistencia humana frente a la
tragedia de vivir se impone a la noción del absurdo. La peste es a la vez una
obra realista y alegórica, una reconstrucción mítica de los sentimientos del
hombre europeo de la posguerra, de sus terrores más agobiantes. El autor
precisó su nueva perspectiva en otros escritos, como el ensayo El hombre en
rebeldía (1951) y en relatos breves como La caída y El exilio y el reino, obras
en que orientó su moral de la rebeldía hacia un ideal que salvara los más altos
valores morales y espirituales, cuya necesidad le parece tanto más evidente
cuanto mayor es su convicción del absurdo del mundo.
Si la concepción del mundo lo emparenta con el existencialismo de Jean-Paul
Sartre y su definición del hombre como «pasión inútil», las relaciones entre
ambos estuvieron marcadas por una agria polémica. Mientras Sartre lo acusaba de
independencia de criterio, de esterilidad y de ineficacia, Camus tachaba de
inmoral la vinculación política de aquél con el comunismo.
De gran interés es también su serie de crónicas periodísticas Actuelles. Tradujo
al francés La devoción de la cruz, de Calderón, y El caballero de Olmedo, de
Lope de Vega. En 1963 se publicaron, con el título de Cuadernos, sus notas de
diario escritas entre 1935 y 1942. Galardonado en 1957 con el Premio Nobel de
Literatura, falleció en un accidente de automóvil.
Jean-Paul Sartre:
(París, 1905-id., 1980) Filósofo y escritor francés. Precoz lector de los
clásicos franceses, en 1915 ingresó en el liceo Henri IV de París y conoció a
Paul Nizan, con quien inició una estrecha amistad. Al año siguiente, el segundo
matrimonio de su madre (considerado por Jean-Paul como «una traición») lo
obligó a trasladarse a La Rochelle; hasta 1920 no regresó a París. En 1924
inició sus estudios universitarios en la École Normale Supérieure, donde conoció
a Simone de Beauvoir, con quien estableció una relación que duraría toda su
vida.
Tras cumplir el servicio militar, empezó a ejercer como profesor de
instituto; en 1933 obtuvo una beca de estudios que le permitió trasladarse a
Alemania, donde entró en contacto con la filosofía de Husserl y de Heidegger.
En 1938 publicó La náusea, novela que pretendía divulgar los principios del
existencialismo y que le proporcionó cierta celebridad, al tiempo que se
convertía en símbolo de aquel movimiento filosófico. Movilizado en 1939, fue
hecho prisionero, aunque consiguió evadirse en 1941 y regresar a París, donde
trabajó en el liceo Condorcet y colaboró con A. Camus en Combat, el periódico
de la Resistencia.
En 1943 publicó El Ser y la Nada, su obra filosófica más conocida, versión
personal de la filosofía existencialista de Heidegger. El ser humano existe
como cosa (en sí), pero también como conciencia (para sí), que sabe de la
existencia de las cosas sin ser ella misma un en sí como esas cosas, sino su
negación (la Nada). La conciencia sitúa al hombre ante la posibilidad de elegir
lo que será; ésta es la condición de la libertad humana. Eligiendo su acción,
el hombre se elige a sí mismo, pero no elige su existencia, que le viene ya
dada y es requisito de su elección; de aquí la famosa máxima existencialista:
«la existencia precede a la esencia».
Dos años más tarde, alcanzada ya la popularidad, abandonó la enseñanza para
dedicarse exclusivamente a escribir; en colaboración con Aron, Merleau-Ponty y
Simone de Beauvoir, fundó Les Temps Modernes, una de las revistas de
pensamiento de la izquierda más influyentes de la posguerra.
Por esa época, Sartre inició una fluctuante relación con el comunismo,
hecha de acercamientos (uno de los cuales provocó su ruptura con Camus en 1956)
y alejamientos motivados por su denuncia del estalinismo o su protesta por la intervención
soviética en Hungría. En su última obra filosófica, Crítica de la razón
dialéctica (1960), se propuso una reconciliación del materialismo dialéctico
con el existencialismo, al cual pasó a considerar como una ideología parásita
del marxismo, y trató de establecer un fundamento de la dialéctica marxista
mostrando que la actividad racional humana, la praxis, es necesariamente
dialéctica.
En 1964 rechazó el Premio Nobel de Literatura para no «dejarse recuperar
por el sistema»; decididamente contrario a la política estadounidense en
Vietnam, colaboró con Bertrand Russell en el establecimiento del Tribunal
internacional de Estocolmo para la persecución de los crímenes de guerra.
Tras participar directamente en la revuelta estudiantil de mayo de 1968, multiplicó
sus gestos públicos de izquierdismo, asumió la dirección del periódico La Cause
du Peuple y fundó Tout!, de orientación maoísta y libertaria. En 1975 se inició
el progresivo quebranto de su salud; la ceguera lo apartó de la lectura y la
escritura durante los últimos años de su vida, tras haber completado su
postrera gran obra, El idiota de la familia (1971-1972), dedicada al tema de la
creación literaria, fruto de diez años que dedicó a la investigación de la
personalidad de Gustave Flaubert.
Samuel Beckett:
(Dublín, 1906-París, 1989) Novelista y dramaturgo irlandés. Estudió en la
Portora Royal School, una escuela protestante de clase media en el norte de
Irlanda, y luego ingresó en el Trinity College de Dublín, donde obtuvo la
licenciatura en lenguas románicas y posteriormente el doctorado. Trabajó
también como profesor en París, donde escribió un ensayo crítico sobre Marcel
Proust y conoció a su compatriota James Joyce, del cual fue traductor y a quien
pronto le unió una fuerte amistad.
En 1930 regresó a Dublín como lector de francés de la universidad, pero
abandonó el trabajo al año siguiente, tras lo cual viajó por Francia, Alemania
e Italia, desempeñando todo tipo de trabajos para incrementar los insuficientes
ingresos de la pensión anual que le enviaba su padre (cuya muerte, en 1933,
supuso para el escritor una dura experiencia), hasta que en 1937 se estableció
definitivamente en París.
En 1942, y después de haberse adherido a la Resistencia, tuvo que huir de
la Gestapo para afincarse en el sur de Francia, que estaba libre de la
ocupación alemana, donde escribió su novela Watt. Finalizada la contienda, se
entregó de lleno a la escritura: terminó la trilogía novelística Molloy, Malone
muere y El innombrable, y escribió dos piezas de teatro. Aunque utilizaba
indistintamente el francés o el inglés como lenguas literarias, a partir de
1945 la mayoría de su producción está escrita en francés, y él mismo vertió sus
obras al inglés.
La difícil tarea de encontrar editor no se resolvió hasta 1951, cuando su
compañera, Suzanne Deschevaux-Dumesnil, que más tarde se convertiría en su
esposa, encontró uno para Molloy. El éxito relativo de esta novela propició la
publicación de otras, y en especial dio pie a la representación de Esperando a
Godot en el teatro Babylone de París; el resonante éxito de crítica y público
que obtuvo la obra le abrió las puertas de la fama.
Su ruptura con las técnicas tradicionales dramáticas y la nueva estética
que proponía le acercaban al rumano E. Ionesco, y suscitó la etiqueta de «anti-teatro»
o «teatro del absurdo«. Se trata de un teatro estático, sin acción ni trucos
escénicos, con decorados desnudos, de carácter simbólico, personajes
esquemáticos y diálogos apenas esbozados. Es la apoteosis de la soledad y la
insignificancia humanas, sin el menor atisbo de esperanza.
Se considera en general que su obra maestra es Esperando a Godot (1953). La
pieza se desarrolla en una carretera rural, sin más presencia que la de un
árbol y dos vagabundos, Vladimir y Estragón, que esperan, un día tras otro, a
un tal Godot, con quien al parecer han concertado una cita, sin que se sepa el
motivo. Durante la espera dialogan interminablemente acerca de múltiples
cuestiones, y divagan de una a otra, con deficientes niveles de comunicación.
En otra de sus piezas, Días felices (1963, escrita en inglés en 1961), lo
impactante es su original puesta en escena: la cincuentona Winnie se halla
enterrada prácticamente hasta el busto en una especie de promontorio. Habla y
habla sin tregua, mientras su marido Willie, siempre cerca pero siempre
ausente, se limita a emitir de vez en cuando, como réplica o asentimiento, un
gruñido. Winnie repite a diario los mismos actos, recuenta las pertenencias de
su bolso, siempre idénticas, y, sobre todo, recuerda las mismas cosas triviales
e intrascendentes, pero que constituyen sus «días felices».
El teatro de Beckett adquiere tonos existencialistas, en su exploración de
la radical soledad y el desamparo de la existencia humana y en la drástica
reducción del argumento y los personajes a su mínima expresión, lo cual se
refleja así mismo en su prosa, austera y disciplinada, aunque llena de un humor
corrosivo. En el año 1969 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.
Eugène Ionesco:
(Slatina, 1912 - París, 1994) Autor teatral francés de origen rumano que
fue el creador y más distinguido representante, junto con Samuel Beckett, del
teatro del absurdo.
De padre rumano y madre francesa, su infancia transcurrió en París.
Reclamado por su padre, regresó a los trece años a Rumania, donde realizó
estudios y trabajos diversos y permaneció hasta 1938, cuando regresó a París.
Inició su actividad periodística en diversos medios rumanos y provocó, en 1934,
un fuerte escándalo por su ataque sarcástico a los valores literarios
establecidos (T. Arghezi, I. Barbu, M. Eliade).
Aún volvió a su país tras declararse la guerra mundial, pero regresó a
Francia (Marsella) en 1942. Fue agregado cultural de Rumania en Vichy. Acabada
la guerra y de nuevo en París, trabajó como corrector de pruebas y traductor.
En 1950 se representó su primera obra, El Juego, que pese a no ser un éxito, le
granjeó la amistad de intelectuales como A. Breton, Luis Buñuel, M. Eliade, R.
Queneau y otros.
En 1970 fue elegido miembro de la Academie Francaise y obtuvo diversos premios
literarios, que en adelante serían frecuentes, como sería frenética también su
actividad en defensa de sus convicciones intelectuales y artísticas por toda
Europa y América hasta el momento de su muerte.
El pesimismo se sitúa en la base del teatro del absurdo, que pretende poner
de manifiesto la futilidad de la existencia humana en un mundo impredecible,
junto con la imposibilidad de verdadera comunicación entre las personas; sin
embargo, su obra está cargada de humor y sentido de la humanidad.
Entre las técnicas propias de tal dramaturgia figuran el non sense (juegos
verbales sin sentido o sin sentido aparente), la creación de ambientes
sofocantes y las situaciones carentes de lógica con el fin de resaltar el
extrañamiento y la alienación; en todo caso, su principio esencial es subvertir
los procedimientos de transposición literal de la realidad.
La obra teatral de Ionesco es muy amplia, y entre sus principales piezas se
cuentan La cantante calva (1950), una sátira fundada en la vida cotidiana; La
lección (1950), acerca de un profesor que asesina a sus alumnos; Las sillas
(1952), donde los personajes hablan con seres que no existen; Amadeo o cómo
salir del paso (1953), una parábola contra el matrimonio, y El nuevo inquilino
(1956).
El rinoceronte (1959) es seguramente su obra más conocida; en ella, ante la
resistencia y el asombro del protagonista, los habitantes de una villa se
convierten en rinocerontes. Otras obras dramáticas suyas son La sed y el hambre
(1964) y El rey se muere (1962). Escribió también abundantes textos sobre
teatro, libros de memorias y una novela, El solitario (1974).
Ionesco fue uno de los dramaturgos más singulares e innovadores del siglo
XX, de un humor mordaz y agudo, que consiguió trasladar al medio escénico las
técnicas expresivas procedentes del surrealismo. De ese modo abrió nuevos
caminos al teatro en una sociedad fragmentada y progresivamente dividida en
compartimentos estancos, caminos que han sido seguidos por otros autores. Sus
aportaciones a lo largo de medio siglo son transcendentales, aunque aún no sean
apreciadas en su justa medida.
BIBLIOGRAFÍA:
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/whitman.htm
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/ionesco.htm
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