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miércoles, 8 de febrero de 2012

Marco Conceptual de la Educación Ambiental


     REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN
UNIVERSITARIA.
       UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOS LLANOS OCCIDENTALES
                       “EZEQUIEL ZAMORA”.
                 UNELLEZ-SOSA.

                                              

Marco Conceptual de la Educación Ambiental




DOCENTE:                                                                                                              BACHILLERES:
Lcdo. Nobel Gómez.                                                                                                      Anyela Valero.
Bicki Ramírez.
Bilha Monzón.
Delia Sánchez.
Domingo Ramírez.
Jessica Araujo.
Leixa Zapata.

Ecología y Educación Ambiental.

Ciudad de Nutrias, junio de 2010.

1.    MARCO CONCEPTUAL DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL:
            La educación ambiental es un proceso pedagógico dinámico y participativo, que busca despertar en la población una conciencia que le permita identificarse con la problemática Ambiental tanto a nivel general (mundial), como a nivel especifico (medio donde vive); Busca identificar las relaciones de interacción e independencia que se dan entre el entorno (medio Ambiente) y el hombre, así como también se preocupa por promover una relación Armónica entre el medio natural y las actividades antropogénicas a través del desarrollo sostenible, todo esto con el fin de garantizar el sostenimiento y calidad de las generaciones actuales y futuras.
            La educación ambiental, además de generar una conciencia y soluciones pertinentes a los problemas ambientales actuales causados por actividades antropogénicas y los efectos de la relación entre el hombre y medio ambiente, este mecanismo pedagógico además infunde la interacción que existe dentro de los ecosistemas. Los procesos y factores físicos, químicos así mismo biológicos, como estos reaccionan, se relacionan e intervienen entre sí dentro del medio ambiente, es otro de los tópicos que difunde la Educación Ambiental (EA), todo esto con el fin de entender nuestro entorno y formar una cultura conservacionista donde el hombre aplique en todos sus procesos productivos técnicas limpias (dándole solución a los problemas ambientales), permitiendo de esta forma el desarrollo sostenible.
            A través de lo anterior ya podemos definir dos líneas, sobre las cuales se basa la educación ambiental la primera que hacer referencia a como interactúa entre sí la naturaleza (medio ambiente) donde se definen los ecosistemas, la importancia de la atmósfera (clima, composición e interacción), el agua (la hidrosfera, ciclo del agua), el suelo (litosfera, composición e interacción), el flujo de materia y energía dentro de los diferentes entornos naturales (ciclos biológicos, ciclos bioquímicos), así mismo el comportamiento de las comunidades y poblaciones (mutualismo, comensalismo, entre otros). la segunda línea va dirigida a la interacción que hay entre el ambiente y el hombre, como las actividades antropogénicas influyen en los ecosistemas, como el ser humano ha aprovechado los recursos, así mismo brinda la descripción y consecuencias de la contaminación generados en las diferentes actividades, como se puede prevenir (reciclaje, manejo adecuado de residuos y energía), que soluciones existen (procesos de tratamiento a residuos peligrosos, implementación de políticas Ambientales, entre otras) , promoviendo de una u otra forma el desarrollo sostenible y la conservación del entorno.

a.    Objetivos.

            Teniendo en cuenta la Carta de Belgrado, realizada en octubre de 1975, los objetivos de la educación ambiental a nivel mundial son:
Ø  Toma de conciencia. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a que adquieran mayor sensibilidad y conciencia del medio ambiente en general y de los problemas.
Ø  Conocimientos. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a adquirir una comprensión básica del medio ambiente en su totalidad, de los problemas conexos y de la presencia y función de la humanidad en él, lo que entraña una responsabilidad crítica.
Ø  Actitudes. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a adquirir valores sociales y un profundo interés por el medio ambiente que los impulse a participar activamente en su protección y mejoramiento.
Ø  Aptitudes. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a adquirir las aptitudes necesarias para resolver los problemas ambientales.
Ø  Capacidad de evaluación. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a evaluar las medidas y los programas de educación ambiental en función de los factores ecológicos, políticos, sociales, estéticos y educativos.
Ø  Participación. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a que desarrollen su sentido de responsabilidad y a que tomen conciencia de la urgente necesidad de prestar atención a los problemas del medio ambiente, para asegurar que se adopten medidas adecuadas al respecto.
b.    Fundamentos.

            De la Conferencia de Tbilisi, se indican algunas de los fundamentos de la educación ambiental:
Ø  Comportamientos positivos de conducta.
Ø  Educación permanente.
Ø  Conocimientos técnicos y valores éticos.
Ø  Enfoque global.
Ø  Vinculación, interdependencia y solidaridad.
Ø  Resolución de problemas.
Ø  Iniciativa y sentido de la responsabilidad.
Ø  Renovación del proceso educativo.

c.    Principios.

Ø  Considerar al ambiente en forma integral, es decir, lo natural y lo construido, no sólo los aspectos naturales, sino los tecnológicos, sociales, económicos, políticos, morales, culturales, históricos y estéticos.
Ø  Asumir un enfoque interdisciplinario para el tratamiento de la dimensión ambiental, que se inspira en el contenido específico de cada disciplina para posibilitar una perspectiva holística y equilibrada.
Ø  Tratar la temática ambiental desde lo particular a lo general tiene como finalidad que los estudiantes se formen una idea de las condiciones ambientales de otras áreas, que identifiquen las condiciones que prevalecen en las distintas regiones geográficas y políticas, además de que reflexionen sobre las dimensiones mundiales del problema ambiental para que los sujetos sociales se involucren en los diferentes niveles de participación y responsabilidad.
Ø  Otro principio orientador hace énfasis en la complejidad de los problemas ambientales, por lo cual es necesario desarrollar el pensamiento crítico y las habilidades para resolverlos.
Ø  Promover el conocimiento, la habilidad para solucionar problemas, la clasificación de valores, la investigación y la evaluación de situaciones, en los estudiantes en formación, cuyo interés especial sea la sensibilización ambiental para aprender sobre la propia comunidad.
Ø  Capacitar a los alumnos para que desempeñen un papel en la planificación de sus experiencias de aprendizaje y darles la oportunidad de tomar decisiones y aceptar sus consecuencias.
Ø  Evaluar las implicaciones ambientales en proyectos de desarrollo.
Ø  Insistir en la necesidad de cooperación local, nacional e internacional, para la prevención y la solución de los problemas ambientales.
            El conocimiento de los problemas ambientales, puede, bajo principios orientados, ayudar a comprender un poco más lo complejo de la realidad que vivimos. Esto no significa que los contenidos por sí solos conduzcan al estudiante a un cambio de actitudes. Además de la adquisición de conocimientos, también debe destacar el aspecto preventivo. En este sentido, se propone promover una "cultura de resistencia", es decir la educación ambiental debe cuestionar los actuales modelos de desarrollo, pues éstos son los responsables del deterioro ecológico y social que viven los países subdesarrollados, el cual es diferente al que se presenta en otros países.

2.    PARADIGMAS AMBIENTALES:

a.    Antropocentrismo.

            Toda la problemática medioambiental que vivimos hoy en día es fruto de la acción del hombre en el mundo, y obviamente, de la idea de naturaleza que esté a la base de esta acción. El hombre, como único animal racional, debe pensar las acciones que está llevando a cabo, la crisis medio ambiental y energética a la que está sometiendo al planeta, y pensar también cómo deberá actuar en el futuro. Si bien es cierto que el ecosistema es una entidad cambiante y variable, no podemos desconocer que la acción del hombre en el mundo ha acelerado los procesos de destrucción y contaminación de aguas, sólidos, aire, la distribución biológica de las especies, etc. Es un hecho que la especie humana presenta problemas internos y externos de interdependencia. Por una parte, la gran problemática humana de este siglo: la pobreza y la desigualdad en la distribución de ingresos, la opulencia de una mínima cantidad de la población global coexistiendo con millones de personas arrasadas por el hambre y las enfermedades es un grave hecho del que todos somos responsables. Asimismo, la co-existencia equilibrada entre especie humana y otras especies (animales y vegetales) es casi una utopía.
            A la ética medio ambiental le preocupan estas cuestiones y trata de establecer una pregunta general por la justicia y el valor de las acciones humanas, haciendo un llamado a la responsabilidad por el futuro de la especie y de la biosfera en general. En el análisis de estos problemas, diversas voces han expuesto sus razones: el antropocentrismo, el biocentrismo y el holismo ecológico (que es la ecología profunda) responden a la pregunta por el valor y la justicia de las acciones humanas, perfilando diferentes respuestas y proyectando de diversa manera la acción del hombre consigo mismo, con la naturaleza y con el medio ambiente. En este artículo revisaremos el planteamiento que al respecto hace la vertiente antropocéntrica.
            En ella, la única entidad moralmente válida es el hombre. Acá encontramos dos vertientes, una dura y otra más blanda. Para la primera, lo único que importa es el hombre: los animales y la naturaleza están a su servicio, son medios para sus fines y no importan sus intereses, porque no los tienen. Acá podríamos situar el especismo más recalcitrante, ese que no condena el uso de animales para ningún fin humano: la industria peletera, las entretenciones crueles, la extinción de especies y la producción agroindustrial de carne están bien porque producen bienes que el hombre necesita para vivir. Así, cualquier objetivo y método humano estará por sobre el resto de la naturaleza, porque ésta carecería de intereses y no es más que un stock de insumos para las actividades humanas.
            Por otro lado, existe un antropocentrismo débil, que reconoce valor a ciertas entidades no humanas, pero sólo en la medida en que compartan ciertas características con los humanos. Acá se reconoce que el hombre es capaz de transformar la naturaleza, y que también la naturaleza tiene el poder de modificar la existencia humana. De este modo, argumentar la defensa de la naturaleza en función de otros valores centrados en el ser humano es razonable, donde animales no humanos y naturaleza tienen un valor utilitario económico, terapéutico, científico, recreativo o cultural.
            En la valoración económica, la naturaleza es un "recurso natural" contable y cuantificable, con un valor traducible en un precio. Su preservación es una motivación económica. Cercano a éste situamos el valor científico-terapéutico de las especies naturales, ya que la gran mayoría de los químicos y fármacos que utilizamos provienen del reino animal y vegetal. De este modo, hay infinidad de plantas y animales que no han sido investigados y que potencialmente serían portadores de propiedades terapéuticas; por lo que arriesgarnos a su pérdida sería actuar imprudentemente. Por su parte, el valor recreativo-cultural de la naturaleza la constituiría como fuente de bienestar, goce y sustento de valores sociales, culturales y morales (por ejemplo: el disfrute de la vida al aire libre, actividades como el trekking, la caza, la pesca, el goce de un paisaje bucólico y natural, el valor simbólico de algunos animales y/o paisajes; serían actividades cuyo usufructo es innegablemente humano).
            En resumen: la ética antropocéntrica no estimará la protección a la naturaleza como una necesidad, a no ser que los intereses de los seres humanos se vean comprometidos. Es lo que en ética medioambiental se llama argumento prudencial, para el que la naturaleza tiene valor ecológico y nos permite sobrevivir. La naturaleza tiene un valor originario que da lugar a algo de más valor: la existencia humana y de otros seres vivientes. La riqueza de la biodiversidad y de la biosfera a todo nivel (animal, vegetal, mineral, los paisajes, etc.) deben protegerse porque son útiles para el hombre. Aquí, el "derecho a vivir en un medio ambiente sano" (reconocido como derecho de tercera generación) es un indicador de la importancia del argumento prudencial en la actualidad, ya que así se transforma en un derecho exigible a los responsables por cualquier persona que sienta ese derecho amenazado o vulnerado. Otra operacionalización de este argumento prudencial la constituiría el llamado principio de precaución.
            Como podemos ver, la valoración antropocéntrica es la moneda en curso de nuestra relación con la naturaleza, actualmente. Pero, como veremos luego con el biocentrismo y la ecología profunda, existen nuevas formas de imaginar el mundo y nuestra relación con otras especies, que no menoscaban nuestra humanidad y son moralmente más comprehensivas, generosas y sustentables.

b.    Biocentrismo.

            Siguiendo con el resumen de tendencias en ética medio ambiental, el biocentrismo pretende considerar moralmente relevantes no sólo a los humanos, sino a toda la naturaleza, la que compartiría con el ser humano la especial característica de “estar viva”. De ahí que el biocentrismo sea una ética centrada en la vida de todo organismo individual, donde cada quien tiende a su realización, a su desarrollo y florecimiento. Con este planteamiento, el biocentrismo saca del centro de la escena al hombre, para ponerlo en relación y en contacto directo con el resto de las entidades de la naturaleza y, con Albert Schweitzer, declara:
            “yo soy vida que quiere vivir, y existo en medio de vida que quiere vivir.”
            Dentro del biocentrismo podemos visualizar una versión extrema de una débil. La versión extrema o “dura” dice relación con no utilizar nunca, bajo ningún punto de vista ni bajo ninguna valoración superpuesta, a otros seres, en virtud de su realización teleológica y el florecimiento de su vida. En este tipo de biocentrismo, la vida de los seres se sustantiviza para crear entidades con valores ajenos e independientes a las valoraciones humanas, lo que nos priva de herramientas metodológicas para resolver los problemas morales cotidianos de valoración frente a dos seres vivos diferentes: ¿Me alimento de un animal vivo o prefiero comer una lechuga? ¿Me dejo devorar por las bacterias que me atacan, en virtud del respeto a su fin y desarrollo?
            Queriendo responder estas preguntas desde lo teórico del biocentrismo, Jorge Riechmann argumenta que todos los seres vivos son dignos de consideración moral en virtud de sus capacidades esenciales y sus necesidades básicas, que son las mismas para todo organismo: prolongar la propia existencia en el tiempo, de la mejor manera posible. Para él:
            “Tratar moralmente a un ser vivo concreto consiste en: por lo menos no dañarlo, ni menoscabar sus posibilidades de vivir bien (alcanzar su bien propio, vivir de acuerdo con su télos) y en la medida de lo posible, ayudarle a vivir bien.”
            Acá sitúa Riechmann el momento material y concreto de la ética, a su juicio el más interesante e infinitamente más difícil, porque lleva a dotar de contenido a una estructura formal cuya premisa es: respetar a todo ser vivo que puede resultar perjudicado por las actuaciones humanas.
            De ahí que establece que la instrumentalización de los animales para nuestro beneficio es éticamente más problemático que el mismo uso de las plantas, porque los primeros poseen capacidades más elevadas. Pero asimismo, el establecimiento del momento material nos pide establecer precisiones: ¿hasta dónde respetaremos la vida de otros seres vivos? En situaciones de sobrevivencia (casi utópicas hoy en día), la complejidad humana sería más digna de permanecer que la de un organismo menos complejo, pero en situaciones que no son de sobrevivencia ¿cómo establecer el punto donde la instrumentalización es inmoral? Para el autor, la respuesta está en el télos (finalidad) del organismo en cuestión, en el florecimiento de sus capacidades esenciales:
            “no es injusto utilizar a otros animales no humanos como medio para nuestros fines cuando con ello no contrariamos ni hacemos violencia a su télos específico... Si por el contrario, contrariamos el télos del animal y frustramos sus posibilidades de llevar la vida buena característica de su especie, entonces estamos obrando mal.”
            Esta postura se denomina biocentrismo moderado porque considera a todos los seres vivos como dignos de consideración moral, aunque pueda jerarquizarse sin caer en el especismo a través del respeto por el télos de cada organismo. Frente al biocentrismo extremo, el biocentrismo moderado es capaz de operacionalizar la ética y de establecer una manera de resolver las problemáticas derivadas de la ponderación en la importancia de la vida de dos seres diferentes; problemáticas a las que lógicamente nos enfrentamos más de alguna vez en lo cotidiano.
            Con esta importancia de lo vivo como rasero de lo éticamente considerable, Riechmann nos habla del antropocentrismo epistémico como fuente indispensable de nuestra experiencia ética, porque
            “en cuanto especie biológica dotada de ciertos mecanismos sensoriales y cierta estructura neuronal, los seres humanos percibimos y concebimos el mundo desde una manera única, antropocentrada, precisamente porque nosotros somos nosotros.”
            Sería imposible pensar desde un lugar diferente del anthropos, porque precisamente somos hombres. El antropocentrismo es una condición ontológica del pensamiento que nos resulta ineludible porque existimos en tal condición. Pero dicho antropocentrismo es egocéntrico y moralmente insostenible cuando es incapaz de dotar a la ética de dos elementos indispensables: la imaginación y la compasión. Ambas son, para Riechmann, claves para determinar un biocentrismo moderado que no excluya a los seres humanos, pero que sea capaz de abrirse generosamente a la consideración moral de otras especies vivas, de manera de poder vivir sin atormentar a los animales ni al medio ambiente.
            Pero si bien es cierto que los humanos no podemos pasar por la vida sin aniquilar a otros seres vivos, hay múltiples vías para minimizar el daño y la devastación que hoy causamos. El hombre es portador de una especial responsabilidad moral en virtud de su capacidad técnica científica para –potencialmente— destruir la vida en la Tierra. Eso hace que el biocentrismo moral sea una adecuada respuesta a la crisis ecológica, que combina el antropocentrismo epistémico con un biocentrismo que respeta la vida, pero jerarquizando en virtud de la coherencia práctica de sus postulados.
3.    LA EDUCACIÓN AMBIENTAL COMO RESPUESTA.

            Desde los años sesenta, cuando se cuestionó el modelo de crecimiento establecido y se denunció el impacto que sobre el medio ambiente producía, los diagnósticos realizados sobre la crisis ambiental han sido numerosos. Poco a poco, el ser humano empieza a realizar una nueva lectura del medio en el que está inmerso y una nueva cosmovisión, una nueva percepción de la relación ser humano-sociedad-medio, va abriéndose paso.
            En no pocos de los informes y manifiestos que van apareciendo a lo largo de estos años se plantea la necesidad de adoptar medidas educativas (entre otras) para frenar el creciente deterioro del planeta.
            Las relaciones entre educación y medio ambiente no son nuevas, sin embargo, la novedad que aporta la educación ambiental es que el medio ambiente, además de medio educativo, contenido a estudiar o recurso didáctico, aparece con entidad suficiente como para constituirse en finalidad y objeto de la educación.
            De esta forma, aunque sus raíces son antiguas, la educación ambiental, como la entendemos hoy en día, es un concepto relativamente nuevo que pasa a un primer plano a finales de los años sesenta.
            Estos planteamientos alcanzan rápidamente un reconocimiento institucional. Así por ejemplo, en el ámbito internacional, ha sido la Organización de las Naciones Unidas, a través de sus organismos (UNESCO y PNUMA fundamentalmente), la principal impulsora de estudios y programas relativos a la educación ambiental. Sin embargo, no podemos reducir este proceso de desarrollo a su vertiente institucional. Es preciso reconocer el esfuerzo de innumerables entidades, organizaciones de carácter no gubernamental y educadores que han contribuido, a veces de forma anónima, no sólo a la conceptualización de la educación ambiental sino, sobre todo, a su puesta en práctica.

4.    EDUCACIÓN AMBIENTAL:

a.    Formal.

            La educación ambiental formal es aquella impartida por un profesor que aporta los conocimientos básicos que permiten la transmisión de los conceptos generados a través de la experiencia positiva sobre el cuidado y conservación del medio ambiente.
            Es la educación ambiental que se imparte en la escuela con material visual o audiovisual.

b.    No formal.

            La educación ambiental no formal se entiende como "la transmisión de conocimientos, aptitudes y valores ambientales fuera del sistema educativo institucional, que conlleve la adopción de actitudes positivas hacia el medio natural y social, que se traduzcan en acciones de cuidado y respeto por la diversidad biológica y cultural y que fomenten la solidaridad intra e intergeneracional. Se reconoce que la educación ambiental no es neutra, sino que es ideológica, ya que está basada en valores para la transformación social".
            Aunque parezca que la educación ambiental no formal no es planificada o estructurada, en el común de la gente es todo lo contrario. Como expresa Sureda: "la educación ambiental no formal, acoge aquellos fenómenos educativos que aunque se realicen al margen del sistema estructurado de enseñanza, es decir, al margen de la escuela, están organizados expresamente para lograr determinadas disposiciones cognitivas y valorativas, se trata pues de procesos intencionales, estructurados y sistemáticos".
            En todo modelo de educación está implícito un modelo de comunicación que la define como dialógica o transmisora. Un modelo de comunicación inmerso en la educación ambiental no formal incluye el concepto de "interpretación ambiental" (que es una herramienta de la educación ambiental).
            Peart, citado por Pardo, describe la interpretación ambiental como "un proceso de comunicación diseñado para revelar al público significados e interacciones de nuestro patrimonio natural y cultural, a través de su participación en experiencias de primera mano con un objeto o un artefacto, paisaje o sitio...", y como establece Ham: "en lugar de comunicar simplemente información literal".
            La interpretación ambiental es un proceso formativo que posibilita la adquisición de conocimientos y valores, se desarrolla en ámbitos no ordenados específicamente para educar, en el que la información se reduce a la temática ambiental del lugar visitado y la práctica es expositiva/informativa, y los contenidos son estructurados en breves periodos de tiempo.
            El destinatario de la educación ambiental no formal es la población en general: mujeres, niños, niñas, jóvenes, etcétera. La finalidad es convertir personas no sensibilizadas en personas informadas, sensibilizadas y dispuestas a participar activamente en la resolución de los problemas ambientales. Sin embargo, no se puede esperar que de la sola adquisición se derive necesariamente un cambio de conducta. Parece suficientemente demostrado que las relaciones entre conocimientos, actitudes y comportamientos no son de causa/efecto, aunque sí se influyen mutuamente. Se debe, por lo tanto, planificar actividades específicas para trabajar las actitudes y los comportamientos.

5.    LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EN VENEZUELA.

a.    Educación ambiental para la conservación de las áreas naturales protegidas.

            Uno de los esfuerzos más importantes que se han venido realizando en el campo de la gestión de las áreas protegidas en Venezuela, es la promoción de la educación ambiental como instrumento que permita viabilizar la consecución de los objetivos de las áreas mediante la sensibilización y participación de la sociedad. Este proceso ha permitido lograr el reconocimiento de la importancia de la herramienta educativa entre los gestores de las áreas protegidas, así como la ampliación de los enfoques tradicionales educativos en estas áreas. Por otra parte, la experiencia recopilada ha permitido iniciar el establecimiento de principios y lineamientos que orienten el desarrollo de programas de educación ambiental en estas áreas. Estos principios pueden resumirse de la siguiente manera:
Ø  Las acciones que se realicen deberán responder a políticas generales, y a unas estrategias particulares condicionadas por las realidades institucionales, legales, ambientales, sociales y políticas de las áreas.
Ø  La planificación estará basada en la determinación de los problemas ambientales, el estudio de visitantes, la caracterización de las comunidades y los recursos reales y potenciales de cada área, lo que asegura la adecuación de las acciones educativas a la visión integral y sostenible del manejo de las áreas.
Ø  El fin axiológico de las acciones educativas es la conservación del área y sus recursos fundamentado en la ampliación de la base de apoyo social de esta.
Ø  Los programas y actividades que se realicen deben convertirse en mecanismos de integración y comunicación que facilite la gestión del área mediante procesos democráticos, equitativos y participativos.
Ø  Las acciones educativas deberán considerar las vivencias y experiencias de los sujetos, y por ende, trascienden en un aprendizaje más significativo y pertinente a las realidades de cada área (Enfoque constructivista) Así mismo se deberá prestar atención a las tradiciones y cultura de la población y procurar el rescate de las prácticas tradicionales de uso sostenible de los recursos.
Ø  Desde la perspectiva metodológica, se buscará insertar al participante en la realidad ambiental del área protegida mediante el uso de métodos vivenciales y activos, lo que asegura una experiencia significativa. Sin perder la perspectiva de que algunos beneficiarios que viven próximos a las áreas no se pueden desplazar hacia éstas, por lo que deberán desarrollarse elementos y actividades que permiten divulgar información y promover la valoración del área fuera de ésta, y
Ø  Se dará particular énfasis en la utilización de métodos que estimulen la participación de la comunidad en la conservación del área natural protegida.
            Dentro del manejo de las áreas naturales protegidas se han establecido  cuatro tipos de  estrategias que coadyuvan al logro de sus objetivos. Estas son:
Ø  Comunicación y divulgación, donde se contemplan todos los medios de información (carteleras, videos, publicaciones, folletos, entre otros) dirigidos a los usuarios.
Ø  Extensión comunitaria, que son acciones encaminadas a la sensibilización y capacitación en áreas prioritarias a las comunidades que viven dentro y aledañas a las áreas protegidas.
Ø  Capacitación, se refiere a la continua actualización y formación en áreas prioritarias del personal que las maneja y los grupos de voluntarios y docentes que emprenden acciones en pro de la conservación del área.
Ø  Interpretación, implica la creación de infraestructuras y actividades que faciliten la comprensión de la dinámica del ambiente y promuevan valores ambientales a través de experiencias directas con el ambiente, lo que provee a los participantes de nuevas formas de interacción y utilización de estos espacios protegidos.
            El desarrollo de estos principios, lineamientos y orientaciones metodológicas, así como la progresiva aplicación de los mismos, se ha visto favorecido en los últimos años por el proceso de transformación y fortalecimiento institucional del Instituto Nacional de Parques (INPARQUES) el cual es el organismo del Estado venezolano encargado de la gestión del subsistema de Parques Nacionales y Monumentos Naturales, así como de una red nacional de Parques de Recreación. Como parte de estas acciones se ha conformado un importante grupo de profesionales y técnicos que trabajan en la planificación y ejecución de programas educativos en estas áreas.
            Por otra parte, aún cuando los programas de educación y comunicación en los Parques Nacionales están aún en proceso de consolidación institucional, organizativa y operativa, comienzan a producirse los primeros beneficios de estos programas. Algunos de estos frutos son los siguientes: Se ha fortalecido la figura del educador ambiental como parte integrante del equipo de gestión de las áreas protegidas, se ha logrado la captación de personal de buen nivel académico y experiencia en el campo de la educación ambiental, se han establecido programas de actualización para este personal, se comienzan a definir pautas y orientaciones acordes a las condiciones del país, y se han logrado importantes alianzas que permiten la ampliación y fortalecimiento de los programas educativos.
            Sobre este último punto, vale la pena mencionar algunos ejemplos relacionados con el desarrollo de alianzas en materia de programas de educación ambiental dirigidas hacia la conservación de áreas protegidas.
            El Programa de Educación en el Refugio de Fauna Silvestre Cuare, se inició en 1988 a través de un convenio entre el  Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales (MARN) y la Fundación para la Defensa de la Naturaleza (FUDENA) El Programa aborda una amplia gama de actores de las comunidades aledañas al área protegida incluyendo docentes, estudiantes, operadores turísticos, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, medios de comunicación y los usuarios directos del Refugio. Con estas acciones se ha logrado entre otros, la incorporación de usuarios de recursos, docentes y una relación más armónica entre el ente administrador del refugio, organizaciones no gubernamentales y la comunidad. En 1991 a través de un Convenio entre INPARQUES y FUDENA este proceso se amplió para cubrir el Parque Nacional Morrocoy.
            Un segundo caso es el Proyecto de Educación para cazadores furtivos  desarrollado en cuatro Parques Nacionales durante el período 1990-1996. El programa se efectuó a través de una alianza institucional que incluyó a la New York Zoological Society y The Wildlife Conservation Society en conjunto con INPARQUES. El objetivo del proyecto fue disminuir la presión de caza en los parques nacionales mediante la educación de los cazadores furtivos. Las evaluaciones realizadas luego de su aplicación mostraron un grado significativo de éxito tanto en el logro de los objetivos planteados, como de mantenimiento de las actitudes positivas por parte de los participantes (Silva y Pellegrini, 1996).
            Por su parte el Programa de Educación Ambiental realizado desde 1994 en el Parque Nacional Macarao entre la Fundación Rotary – Macarao e INPARQUES, ha realizado una importante labor de sensibilización ambiental, educación comunitaria y organización de las comunidades. Este programa en los años recientes adicionalmente ha promovido el desarrollo de programas de interpretación del patrimonio natural.
            Finalmente, un caso de trabajo más diverso es el realizado entre el Instituto Pedagógico de Caracas (Universidad Pedagógica Experimental Libertador) e INPARQUES. En este caso la colaboración tiene una mayor variedad de objetivos y contextos incluyendo: desarrollo de proyectos de investigación e investigación-acción, interpretación ambiental, preparación de orientaciones para el trabajo educativo, y capacitación de técnicos y profesionales de INPARQUES (Moncada, 2000).

b.    Educación ambiental para la conservación de especies, áreas y la concientización del valor de la diversidad biológica.

            Los programas de educación para la conservación de la biodiversidad cuyo objetivo trasciende la gestión de las áreas protegidas, incluyen actividades realizadas por una gran cantidad de instituciones en una gran variedad de contextos, incluyendo organismos del gobierno venezolano, ONGs, universidades, museos, zoológicos y jardines botánicos.
            En un trabajo reciente (Álvarez, 1998) se consiguieron 65 programas educativo-ambientalistas relacionados con la conservación de la diversidad biológica realizados por más de cuarenta instituciones diferentes. Estas actividades educativas están orientadas principalmente a la protección de especies en peligro, el conocimiento y valoración de la diversidad biológica, y al uso sostenible de especies y ecosistemas.
            Entre los primeros quizás el más conocido sea el dirigido a la conservación de la biodiversidad neoespartana realizado por Provita.  En este programa se han desarrollado una amplia variedad de actividades y proyectos integrados de conservación y desarrollo que han logrado el conocimiento y valoración de las especies regionales por las comunidades y autoridades locales. Teniendo además un impacto positivo real sobre la conservación de las especies tales como la cotorra margariteña.
            Por su parte existen muchos programas orientados al conocimiento y valoración de especies biológicas del país, que incluyen: a) Publicaciones como la “Colección Diversidad Biológica” editada por Fundambiente, así como la “Carta Ecológica” (desafortunadamente desaparecida) publicada por PDVSA; b) Actividades itinerantes  como por ejemplo “Mamíferos de Venezuela” realizado por la Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela; y c) Exposiciones y actividades especiales en Museos, Zoológicos y Jardines Botánicos. Entre estos últimos destacan las exposiciones “Extinción” y “Orinoco” presentadas por el Museo de Ciencias Naturales; y el programa educativo “Mi Pequeño Planeta” del Parque Zoológico Gustavo Rivera.
            Finalmente en el renglón de actividades dirigidas al uso sostenible de especies y ecosistemas uno de los más exitosos son las Granjas Integrales Sostenibles realizado por CENDI (Centro de Investigación y Divulgación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria) una ONG asociada a la UNELLEZ. Este programa de desarrollo rural sostenible, incluye entre algunas de sus áreas de trabajo la valoración y el uso sostenible de especies y variedades animales y vegetales tales como plantas medicinales y forrajeras, así como pequeños animales de granja (gallinas, conejos, etc.)

c.    Principales avance, dificultades y lecciones aprendidas.

            El principal de los avances que se ha podido lograr, aún cuando su valoración es más un sentir que una evaluación adecuada de este hecho, es que los últimos años se ha producido un aumento de la sensibilidad de la población con respecto a los temas ambientales, y dentro de este marco un incipiente conocimiento y valoración de los recursos de la biodiversidad. Otros éxitos que se han logrado son los siguientes:
Ø  Una gran cantidad y variedad de instituciones han desarrollado experiencias exitosas en el campo de educación ambiental para la conservación de la biodiversidad.
Ø  En los últimos años se hace cada vez más fuerte la tendencia a realizar programas cooperativos interinstitucionales y alianzas estratégicas.
Ø  Existe un incremento en la conciencia de los profesionales de las instituciones a la necesidad de realizar programas que cuenten con mecanismos adecuados de seguimiento y evaluación
            Por otra parte, el análisis, producto del proceso llevado a cabo ha permitido detectar  las siguientes dificultades:
Ø  Escasez crónica  de recursos económicos.
Ø  Carencia de personal calificado que se dedique al desarrollo de programas de educación ambiental.
Ø  Actividades y programas sin continuidad, que apuntan más hacia la acción momentánea sin visión de largo plazo.
Ø  Ausencia de procesos y mecanismo de evaluación de actividades y programas.
Ø  Carencia de planes educativos específicos que incidan en el logro de objetivos específicos de conservación.
Ø  Poco reconocimiento de la Educación Ambiental como factor de cambio. Esta no recibe la atención que merece, lo que se traduce a que se utilice como elemento de denuncia y "moda" más que como motivo de preocupación por el entorno.
Ø  Pocos mecanismos de coordinación interinstitucional y trabajo interdisciplinario. Tal situación genera múltiples problemas de incomprensión y discrepancia entre los distintos actores involucrados: educadores, gestores, usuarios, que no tienen un “lenguaje común” que les permita plataformas de trabajo comunes.
Ø  Muchos de los programas aún están basados en los modelos de conservación de la naturaleza sin incorporación de las variables sociales.
Ø  No se ha incorporado la sociodiversidad y su relación con la biodiversidad a los programas educativos.
            A pesar de estas dificultades en el proceso se ha logrado establecer algunos aspectos claves que podemos considerar lecciones aprendidas:  la canalización de la educación ambiental como un instrumento clave para la solución de los problemas de conservación de la biodiversidad; importancia del trabajo entre equipos interdisciplinarios e interinstitucionales como base para afianzar los objetivos de educación en cada área; necesidad de relacionar actores y socios involucrados en los programas de educación ambiental, a fin de consolidar acciones y estrategias que garanticen la continuidad, permanencia y sistematización del proceso.
d.    Algunas propuestas sugeridas.

            Tomando en consideración por una parte,  las experiencias realizadas, los logros obtenidos y las lecciones aprendidas y por otra, las premisas contenidas en la Constitución Nacional en relación con la Educación Ambiental, es posible plantear las siguientes líneas de acción:
Ø  Establecer una Estrategia Nacional de Educación Ambiental que de cumplimiento al artículo 107 de la Constitución Bolivariana. Este Plan deberá permitir articular los objetivos de la Estrategia Nacional de Conservación y Utilización Sostenible de Diversidad Biológica (ENDIBIO) para crear mecanismos que permitan la consolidación de  los planes y programas de Educación Ambiental que se llevan a cabo actualmente y propiciar la realización de nuevos programas donde estos sean necesarios.
Ø  Promover mecanismos de coordinación entre todos los órganos ejecutores y actores involucrados en el uso y gestión de la diversidad biológica.
Ø  Fortalecimiento de las estructuras gerenciales y ejecutorias existentes que sirven de base a los programas de Educación Ambiental y participación comunitaria dentro de las instituciones administradoras de áreas naturales protegidas y gestión de la biodiversidad tanto silvestre como cultivada.
Ø  Dar cumplimiento a los artículos 110 y 111 de la Ley de Diversidad Biológica que compromete al Estado a incorporar en los programas de estudio materias relacionadas con la conservación de la diversidad biológica.  Este proceso debe promover además el uso de las áreas naturales protegidas como elementos fundamentales del proceso educativo.
Ø  Promover la realización de proyectos de investigación educativa enfocados a la generación de nuevas metodologías y a la validación de las existentes en el área de la Educación Ambiental y la Participación Ciudadana.
Ø  Promover el uso de medios de comunicación masivos, así como el desarrollo de publicaciones divulgativas que permitan popularizar el conocimiento de la diversidad biológica del país.
Ø  Establecer mecanismos para incorporar el conocimiento popular sobre la diversidad biológica en los diferentes programas educativos.
Ø  Garantizar la ejecución permanente de programas de Educación Ambiental y Participación Comunitaria a través de la búsqueda y adecuada canalización de los recursos económicos y humanos.
Ø  Desarrollar políticas de formación, capacitación y actualización del capital humano necesario para la ejecución adecuada de los programas de Educación Ambiental.

BIBLIOGRAFÍA:

Enlaces web.
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